Yoann Offredo, de promesa truncada a diplomado en gestión de empresa, el último en la etapa del Tour
El ciclista francés acumula anécdotas de lo más variadas en su trayectoria, sanción incluida.
Una promesa que se quedó a mitad de camino, un esforzado de la ruta, un sancionado por no facilitar su dirección para controles antidopaje sorpresa, una víctima de una salvaje agresión mientras entrenaba... y un diplomado en gestión de empresa. La vida de Yoann Offredo, último clasificado de la cuarta etapa del Tour ha tenido de todo además de muchos kilómetros de carretera.
El ciclista francés de 32 años, perteneciente al equipo belga Wanty-Gobert, ha vuelto a protagonizar la etapa del día como parte de la escapada que ha animado un recorrido bastante más plano que ayer. Mitad cansado, mitad desconectado de una general que nada le importa, Offredo se ha dejado llevar en los últimos kilómetros hasta perder 8′56″ con respecto al ganador, el sprinter Elia Viviani (Deceunick-Quick Step). El compañero del vencedor, Julian Alaphilippe, sigue de líder.
La peculiar trayectoria del “farolillo rojo” de la cuarta etapa comenzó a finales de 2007. Dentro de la estructura de la Française des Jeux (permaneció en ella hasta 2016), Offredo se abrió camino como uno de los jóvenes de futuro. Tras un par de años de rodaje, en los que logró su única victoria hasta hoy (una etapa del Tour de Picardie en 2009), construyó un perfil de buen rodador con cierta velocidad. Se pudo ver en la temporada 2010. Ese año destacó en carreras de un día tan relevantes (para el público especializado) como la Milán-San Remo, la Paris-Tours o el Gran Premio Plouay.
A él no le encasquetaron ese “sambenito” tan del país vecino y tan dañino de “próximo ganador francés del Tour” porque no subía demasiado bien, pero sí que se depositaron esperanzas en su porvenir. Tanto, que se llevó uno de los premios que reconoce a jóvenes ciclistas galos. Volvió a lograr algunos puestos de honor en 2011 (séptimo en Milán-San Remo, cuarto en la Omloop Het Nieuwsblad, una de las clásicas previas al Tour de Flandes,...). Pero la progresión, como en tantos casos, se frenó.
No solo hubo un frenazo en el talento. En 2012 recibió una sanción de un año sin competir por no haber facilitado su dirección en tres ocasiones para posibles controles sorpresa. Nunca dio positivo, pero la remisión a decir dónde estaba también se penaba. Volvió en 2013, tras un parón que afectó a su rendimiento. Las siguientes cuatro temporadas pasaron sin mayor gloria, como un trabajador de equipo en busca de escapadas que suelen acabar a pocos kilómetros de meta. Renovarse o “morir”.
En 2017 el equipo belga Wanty Goubert, de segunda división, se fijó en él. Por fin pudo debutar en el Tour, después de volver a verse entre los mejores en dos de las más importantes pruebas del calendario: Tour de Flandes y Paris-Roubaix. Aunque estuvo a punto de no correr “La Grande Boucle”. Varios individuos le asaltaron y golpearon con bates de béisbol mientras entrenaba.
Por fortuna se recuperó de la paliza y del susto y ya no ha dejado de acudir al Tour, escapada va, escapada viene desde 2017. Si un día suena la flauta... De momento acumula premios de la combatividad y varios gustazos de verse en el podio de la gran cita ciclista. Hoy ha estado a punto, pero tranquilos que le volveremos a ver en fuga.