Después de Salvados, ya nada volverá a ser igual
El programa de Évole sobre la industria cárnica ha puesto en jaque a todo el sector
Si preguntas a cualquier directivo de la industria cárnica española qué día tuvo su peor pesadilla, seguramente diga que fue el 26 de octubre de 2015. Ese día, la OMS publicó el famoso informe que relacionaba el consumo de carne procesada con el cáncer de colón. Un auténtico terremoto que las principales corporaciones del sector (Interovic, Provacuno, Interporc y Asici) intentaron contrarrestar de una forma peculiar: enviando a "expertos en salud" a medios de comunicación para que quitaran importancia al informe de la OMS.
La clave era que no se relacionara a esos expertos con la industria: ellos harían de portavoces encubiertos defendiendo los intereses del sector cárnico ante la sociedad, previo pago (por supuesto). Este escándalo, desvelado a través de Fíltrala, en otros países europeos hubiera abierto titulares y provocado dimisiones en cadena. El silencio mayoritario por parte de los medios generalistas y la indiferencia del Gobierno y las administraciones ante este fraude, nos daba una pista del poder del lobby cárnico en nuestro país.
Si hoy volvieras a preguntar al directivo cárnico qué día tuvo su peor pesadilla, es probable que te dijera que fue el pasado domingo 4 de febrero. El Salvados que Jordi Évole dedicó al sector de la carne en España ha puesto en jaque a todo este poderoso lobby.
Era tal el miedo que tenían que, cuatro días antes de la emisión del programa, la patronal del cerdo Interporc envió una carta a la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, solicitando ayuda para defender los intereses del sector porcino. Una llamada de auxilio que fue atendida por la ministra, apareciendo en TVE este pasado martes 6 de febrero. Y, lo más escandaloso de todo, admitiendo que no había visto el programa. Me imagino que por eso se negaron a participar en Salvados: ¿para qué enviar a un representante al programa si puede hablar la ministra por ellos?
Por otro lado, la respuesta de El Pozo ante esta denuncia se estudiará como ejemplo de lo que no se debe hacer ante una crisis de marca. Atacan al programa en el que se han negado a participar, no reconocen ninguna responsabilidad, y acusan a Jordi Évole de manipular las imágenes, diciendo que esos animales estaban en un área sanitaria. Los señores de El Pozo tienen una noción un tanto peculiar de lo que es un área sanitaria. Muchos de esos animales estaban moribundos, compartiendo corral con otros sanos. Había animales comiéndose unos a otros, animales con heridas abiertas sin recibir atención veterinaria durante semanas, tal y como nos confirmaron los veterinarios consultados.
Esto era generalizado en toda la instalación. Era la granja de los horrores. El propio dueño de la granja reconoció en el programa que estaban integrados en Cefusa, empresa proveedora de El Pozo, y que era una explotación para consumo humano. Espero que El Pozo recapacite sobre la gestión de esta crisis y escuche a las más de 70.000 personas que ya han firmado en la campaña #ElSecretoDeElPozo, pidiendo una estricta política de bienestar animal para que nada de esto vuelva a suceder.
Que la industria cárnica tiene sombras alargadas es algo que ya desveló a principìos del siglo XX Upton Sinclair en su clásico "La Jungla". Tras semanas trabajando de incógnito en mataderos de Chicago, reveló la esclavitud a la que eran sometidos los migrantes y expuso como nunca antes se había hecho las prácticas insalubres del sector. El impacto de la obra fue de tal magnitud que propició una investigación de Roosevelt, que finalizó con la aprobación de la ley "Pure Food Legislation". Aunque hayan pasado más de 100 años, parece que la esencia del monstruo retratado por Sinclair sigue inctacta: explotación laboral, maltrato animal e impacto medioambiental.
En Igualdad Animal llevamos más de una década realizando reportajes de investigación sobre la industria cárnica. Y la respuesta del sector siempre ha sido igual: «Son casos aislados». ¿Te resulta familiar esta respuesta? Estamos cansados ya de tantos casos aislados.
He investigado cientos de granjas en mi vida. He visto en primera persona el infierno que viven estos animales, condenados a una vida miserable para ser convertidos en carne barata. En esta ocasión estuvimos con Jordi Évole dentro de esa granja. No venía solo, le acompañaban los millones de personas que vieron el programa. Esto es lo que hace temblar a la industria cárnica.
Por mucho dinero que tengan para pagar en publicidad y ministras que les hagan de portavoces en los medios de comunicación, la grieta que se ha abierto ya nunca se volverá a cerrar. Ya nada volverá a ser igual.