Y vinieron los rojos y dieron una lección de democracia
Las palabras de Rita Maestre y la réplica de José Luis Martínez-Almeida son todo un ejemplo de sensatez y altura política.
No deja de tener un punto cómico, si no fuera lamentable, que haya sido un partido integrado por supuestos chavistas, comunistas, estalinistas, bolivarianos y amigos de los terroristas de ETA el que haya dado la mayor lección de altura política de toda la crisis del COVID-19 en España.
Las palabras de Rita Maestre —de Más Madrid, el partido de Íñigo Errejón— en el Ayuntamiento de Madrid, o la réplica del alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida (PP), son todo un ejemplo de sensatez y altura política. Porque ponen encima de la mesa algunos razonamientos que muchos cabezas de chorlito de los que enfangan las redes sociales, dinamitan grupos de Whatsapp e incluso tienen voz en el Congreso de los Diputados son incapaces de asimilar.
Si alguien no es capaz de entender que cualquier gobernante, sea del partido que sea y del país que dirija, tiene en estos momentos el único afán de acabar con la crisis cuanto antes, de evitar un sólo muerto más y de restablecer en la medida de lo posible la forma de vida que disfrutábamos hace tres meses, si no se comparte esta idea tan básica, digo, que se lo haga mirar.
Si alguien es incapaz de entender que esta crisis no es sólo española, sino global, y que por tanto no somos una excepción pero sí debemos estar unidos como país para mitigar primero y abandonar después esta crisis que tantas desgracias está provocando, entonces que ese alguien siga consultando sólo las informaciones que quiere leer y siguiendo a los tuiteros que dicen exactamente lo que piensa. Y que sea muy feliz en su ponzoñoso mundo.
Si alguien no entiende que los políticos, ante una crisis socio-sanitaria de esta envergadura, deben dejar de lado su ideología y trabajar juntos por lograr un objetivo común, que ahora mismo pasa única y exclusivamente por salvar vidas, entonces debería plantearse si sus ideas políticas no han liquidado el mínimo atisbo de sentido común que pudiera tener.
Si alguien es incapaz de poner en valor que dos políticos en las antípodas ideológicas como Martínez Almeida y Rita Maestre forjen una alianza de lucha común ante un desastre nacional, que revise muy bien qué significado real tienen desde su punto de vista las palabras España, Patria, País, Política, Solidaridad, Compromiso, Responsabilidad y Sensatez.
Si a alguien le parece que, con todo lo que está pasando, lo prioritario es criticar al presidente del Gobierno por no llevar corbata negra en señal de luto o expresar su indignación por que el ministro Pedro Duque y Fernando Simón ofrezcan una charla a los más pequeños sobre el coronavirus plagada de consejos y recomendaciones, entonces debería revisar, aunque sea mínimamente, sus prioridades vitales.
Si a alguien le merece críticas gruesas, como le ha merecido a no pocos, el ingreso mínimo vital que tiene previsto poner en marcha el Gobierno en mayo, entonces que tenga toda la suerte del mundo para que jamás tenga que verse en la tesitura de reclamar esa ayuda. Ni para él ni alguno de sus familiares. Sólo entonces se daría cuenta de lo miserable y ruin que ha podido llegar a ser.
Si alguien tiene como referentes en la lucha contra el Covid-19 a Josema Yuste, Íker Jiménez, Pablo Motos, Francisco Rivera, Javier Cárdenas o Quique San Francisco al tiempo que considera a Fernando Simón un incompetente e incluso un asesino, entonces… buena suerte.
P.D: Al terminar de escribir esta columna recibo un mensaje de Vox en Telegram. Junto a la bandera de España se lee: “Basta ya de mentiras, muerte y ruina #SanchezVeteYa”.
Pobre bandera. Pobre país.