¿Y si Mayo del 68 explicara la sociedad de 2018?
Ahora que se conmemora su 50 aniversario, ¿podría Mayo del 68 explicar la sociedad contemporánea?
Hay dos motivos por los que resulta legítimo preguntárselo. El primero, fáctico, es que los actores de entonces y los de ahora son muy parecidos. El segundo es un contexto de gran mutación de la sociedad. Por un lado, está la entrada en la sociedad de consumo, por otro, en la sociedad "líquida" (según la expresión de Zygmunt Bauman) de lo digital y de la inteligencia artificial.
En Mayo del 68, en Francia, se asiste al despliegue de la sociedad de consumo. Conviven dos ejes y constituyen "el 68". Mientras que lo imaginario embarca en las grandes mutaciones sociales de los movimientos de liberación de las mujeres o de los homosexuales y el disfrute es un estandarte en una reivindicación de un individualismo desinhibido, lo real construye una nueva organización social y sus negociaciones de puesta en marcha. La vertiente "imaginaria" sostiene el movimiento ("¡No trabajéis nunca!", se llega a reivindicar). Pero siguiendo a Jacques Lacan: "Lo imaginario es la intuición de lo que simboliza" (Jacques Lacan, seminario, les Non Dupes Errent, 1973). Llama la atención que en Mayo del 68 lo imaginario también muerda rápido lo real, la huelga general y los acuerdos de Grenelle, que tendrán un impacto duradero en las negociaciones sociales. Es esta ambivalencia entre la naturaleza poética del movimiento y el realismo de las reivindicaciones laborales lo que le da toda su fuerza a este período.
Un "pueblo adolescente", según la expresión de Jean-Pierre Le Goff, rechaza las presiones resumidas en la palabra-eslogan "alienación". Algunos avanzarán con la adquisición de poder del nuevo sistema, instruidos por las explicaciones de La Société Du Spectacle (1967) de Guy Debord. Otros se adherirán al giro importante de los años 60 con la escisión entre las dos ramas de la contracultura: entre la nueva izquierda y los hippies "neocomunistas" californianos, para quienes lo esencial es el cambio individual y la capacidad de alcanzar un mayor nivel de conciencia en las comunidades. Para ellos, en efecto, la política no es una solución, sino el corazón del problema. Más que un catálogo de productos, su ideal es un sistema de vínculos entre personas y comunidades para permitir a cada uno encontrar sus herramientas de cambio.
Entre esos últimos, algunos se unirán al campo de los "vencedores" de la nueva sociedad, en la cual serán maestros del pensamiento. Otros se hundirán, en el sentido literal y figurado, en derivas confusas.
La promoción de los logros personales, de la autonomía, de la libertad individual, tantas nociones salidas de la contracultura, se han convertido en cibercultura en la actualidad. La ideología del conexionismo contemporáneo tiene relación con lo que ocurrió en los años 60. A día de hoy produce una nueva élite, un modo comportamental impulsado por Silicon Valley y los gigantes de internet (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft). Pero la generación de geeks y creadores de start-ups también se ve confrontada a fuertes reticencias que podrían convertirse en resistencias.
La generación del 68 cuestionó el "progreso", a veces considerado contrario al interés general (desde la denuncia de la alienación del trabajo en cadena —'de casa al trabajo y del trabajo a casa'— hasta las críticas a la energía nuclear, los medios televisivos que entorpecen o la transformación del campo). Nuestra sociedad contemporánea, sin formularlo claramente, también duda de los beneficios del progreso tecnológico, juzgado a veces deshumanizante. Una minoría va más allá y apuesta por una base "minimalista" (véanse los veganos, por ejemplo) y fuertes exigencias de conciencia y de responsabilidad en torno al antropoceno y a los estragos causados por el hombre en la naturaleza, en particular. Recuerdan mucho a los ideales comunalistas del 68. Nuestra sociedad y sus analistas se equivocan al subestimar el impacto potencial de estos "rebeldes actuales". ¿No anticipa su imaginario un movimiento profundo de la sociedad?
¿Nos dirigimos hacia una repetición de la historia con la oposición entre los ganadores del sistema, los adaptados y la radicalización de los que sueñan con una rehumanización de la sociedad que tiende a corromperse?
La sociedad digital contiene, en sus genes, el pecado original de un conflicto entre utopistas comunitarios y recuperadores comerciantes de las energías individuales.
Este aniversario de Mayo del 68 ofrece la oportunidad, como mínimo, de plantear estas preguntas.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano