Y la herida vuelve a supurar
El 2-D reabre la guerra entre 'sanchistas' y 'sunanistas', que se responsabilizan mutuamente de la hecatombe.
Otra vez la herida que supura... El socialismo vuelve a bullir a cuenta del resultado de las andaluzas, pero sobre todo como consecuencia de sus guerras intestinas. 'Sanchistas' y 'susanistas' regresan a las andadas en busca de responsabilidades por la hecatombe del domingo.
Y lejos de afrontar una reflexión compartida o una lectura desinteresada y de fondo sobre los motivos del desastre electoral, han entrado de lleno en una nueva refriega partidista que se resume en el "y tú más" o "la culpa fue más tuya que mía". Suena el débil latido de una izquierda que retrocede en el tablero político nacional frente a la suma de las derechas, y en la socialdemocracia no parecen enterarse de lo que está por llegar.
Y es que las aversiones personales y viscerales no dan tregua en un PSOE que, sin pulmón electoral en Andalucía, Cataluña, Galicia, Madrid o País Vasco, carece por completo de posibilidades de ser un partido de Gobierno. Si el efecto VOX se consolida más allá de Andalucía, el movimiento de placas tectónicas que se avecina en el tablero puede volatilizar gran parte del poder institucional reconquistado por los socialistas en 2015.
Este es una análisis en el que en Ferraz y en La Moncloa no parecen haberse detenido en exceso. Claro que tampoco lo han hecho en la repercusión que sus escarceos con el independentismo catalán hayan podido tener en el electorado andaluz y que, según todos los análisis, han restado más que sumado, al margen de que Susana Díaz no sea buena estratega, confunda el partido con la institución o su discurso simplista de "populismo rociero" le haya granjeado un alto grado de rechazo entre su propio electorado.
Al fin y a la postre el electorado socialista no termina de asumir lo que para su militancia forma parte del juego de la democracia y de un necesario proceso de desinflamación con la Generalitat para afrontar la crisis territorial. El votante del PSOE es reacio a según qué compañías, le gusta la estabilidad y tiene aún cierto sentimiento de españolidad en determinados territorios, por lo que le cuesta identificar el marco y los compañeros de viaje elegidos por el Gobierno de Sánchez.
Esto, unido a una cierta banalización entre las nuevas generaciones de lo que fue la extrema derecha en España porque nunca se hizo pedagogía, es lo que explica, más allá de los errores propios de Díaz, el avance de Vox que ha acabado por perjudicar más al PSOE que al PP en la medida en que el primero sale del Gobierno y el segundo podría entrar en él con los peores resultados de su historia en Andalucía.
Díaz es responsable del fracaso, pero Sánchez no está exento de culpa, a pesar de que desde La Moncloa esgrimen que la ex todopoderosa baronesa no se dejó ayudar y quiso ir por libre en una campaña para la que exigió plena autonomía.Como sostiene un ex alto dirigente del PSOE andaluz, las primarias de 2017 acabaron con Susana Díaz, pero la moción de censura acabó con un PSOE que sigue profundamente dividido ante la decisión de Sánchez de aguantar en La Moncloa con el apoyo del independentismo.
El asunto de Cataluña ha sido decisivo en el resultado del 2-D, y prueba de ello es que las únicas dos formaciones que han crecido en las urnas son las que, como Ciudadanos y Vox, han hecho de la crisis territorial su principal eje de campaña. Aun así La Moncloa cree que ha habido muchos más motivos —la transversalidad de Vox, el débil liderazgo de la derecha o la alta abstención en la izquierda— por los que el socialismo andaluz se ha despeñado y ha perdido la posición hegemónica de los últimos 36 años.
En Ferraz no se conforman con el "tomamos nota" con el que Susana Díaz ha intentado pasar la página de su clamorosa derrota. El análisis del socialismo andaluz parece poco intenso y menos elaborado de lo que requiere el volumen de lo ocurrido. De ahí que la dirección federal, convocada este martes en la calle Ferraz, vaya a estudiar posibles escenarios para el futuro inmediato.
De momento, el secretario de Organización, José Luis Ábalos, ya ha enviado un aviso a navegantes y ha advertido que Ferraz se implicará a fondo en el necesario proceso de renovación/ regeneración que necesita el proyecto político del socialismo andaluz. En La Moncloa son más explícitos: "El modelo del PSOE ha de ser el mismo en toda España, y el de Pedro no es el de Susana".
El estado mayor del PSOE ha abierto, pues, la puerta de salida a una Díaz para la que busca ya alternativas. Más de uno calienta la banda por si los movimientos se precipitan. El primer paso ha sido poner en valor la abstención de los socialistas en la investidura de Mariano Rajoy para que sirva de ejemplo en Andalucía donde, pese a todo, los socialistas siguen siendo primera fuerza política. En ese caso, Ferraz no dudaría en servir en bandeja de plata la cabeza de Díaz si con ello lograra, que no parece, el apoyo de Ciudadanos y de Podemos para seguir en el Gobierno.
Si los "naranjas" formaran parte de una operación que impidiese el cambio en el sur estarían hipotecando su resultado en autonómicas y generales y retrocediendo posiciones en su cruenta batalla con el PP por la hegemonía de la derecha. Pase lo que pase, en todo caso lo único cierto es que ha empezado la cuenta atrás de uno de los liderazgos más sobrevalorados de cuantos se construyeron en el universo de la política.