Y entonces, ¿para qué están?

Y entonces, ¿para qué están?

Mariano Rajoy con los líderes regionales de su partido en una imagen de febrero de 2018. EFE/Juan Carlos HidalgoEFE

"No me iré mientras siga contando con el apoyo de mi presidente" dijo la dimitida Cristina Cifuentes antes de abandonar su puesto de presidenta de la Comunidad Autónoma madrileña. Y se fue cuando dejó de contar con la confianza de su presidente, del Sr. Rajoy, presidente del PP. Ella era presidenta de una Comunidad Autónoma, pero se comportó a la hora de seguir o marcharse como la delegada del gobierno que preside su presidente.

Quienes hemos ejercido responsabilidades autonómicas de la misma condición que la ejercida por Cristina Cifuentes, estábamos más atentos a la voluntad de los ciudadanos sobre los que gobernábamos que al dedo pulgar del presidente o secretario general del partido. Teníamos la clara conciencia de que si ocupábamos la presidencia de una Comunidad Autónoma o de un Ayuntamiento, no era por capricho o voluntad del jefe de tu partido sino porque los electores le habían concedido a la formación política en la que militábamos los apoyos suficientes como para que el parlamento o el plenario municipal nos concediera los votos necesarios para salir investidos para el cargo presidencial.

Muchos ciudadanos piensan ya que para tener a un presidente y a un gobierno que le deba su legitimidad al que manda en su partido sería mejor volver al sistema centralista

Desde la dimisión de Cifuentes, la Comunidad madrileña ha estado sin presidente hasta que el jefe del partido ha deshojado la margarita y ha decidido quién la gobierna que, por lo visto hasta ahora, no lo hará en nombre del pueblo madrileño, sino en nombre de Rajoy. Queda clarísimo que el nominado hará y dirá lo que le diga quien le va a poner ahí. Su papel de muñeco queda retratado tras ese espantoso papel que le han encomendado hacer. A nadie podrá extrañar que la valoración de las Autonomías cada día que pasa disminuya a marchas forzadas. Un porcentaje importante de ciudadanos piensan ya que para tener a un presidente y a un gobierno que le deba su legitimidad al que manda en su partido sería mejor volver al sistema centralista y ahorrarnos ejercicios de ventriloquía.

Para rematar el desprestigio, la Comunidad Autónoma de Cataluña lleva meses gobernada por el gobierno central en aplicación del artículo 155 de la Constitución española. Pasan los meses y no pasa nada. La televisión autonómica catalana sigue tan neutral y objetiva como siempre, la Administración sigue funcionando, la lengua común de todos los españoles sigue ausente de las aulas, los parlamentarios autonómicos siguen sin hacer nada y cobrando como siempre, sin que Cataluña haya descendido en su riqueza o en su aportación al PIB nacional.

Quienes tanto alardearon de ser los impulsores del Estado autonómico, son los que lo están llevando al descrédito y al desastre

No resulta extraño que haya ciudadanos que pregunten por las razones que tenemos los que defendemos el sistema autonómico cuando ven que Madrid cambia de presidente cada vez que quiera el jefe del partido que gobierna, y que Cataluña sigue viva y coleando, y su administración realizando a la perfección la tarea de agencia de viaje para que sus parlamentarios independentistas se familiaricen más con el centro y el norte europeo, visitando Berlín, Bruselas o Waterloo cada vez que se le antoje al Molt Pròfug President Puigdemont. Quienes tanto alardearon de ser los impulsores del Estado autonómico, son los que lo están llevando al descrédito y al desastre.

Y algunos, viendo el espectáculo, piensan que los políticos de la transición eran mejores que los actuales, porque eso antes no pasaba. Lo que los diferenciaba era la independencia de criterio, la libertad para ejercer su cargo en virtud de lo que comprometían electoralmente y la confianza que en ellos depositaban los ciudadanos. ¡Qué es eso de que "no me iré si sigo contando con la confianza del jefe"! Un político demócrata no se debe al jefe sino a los electores y al parlamento. Un chico de 25 años, a cuya madre mató su pareja, dejándolo huérfano y tutor de su hermano pequeño, decía recientemente en el Senado que los vecinos de su pueblo suplieron lo que no hicieron los políticos. "Y, entonces, ¿para qué están?", preguntaba. Por lo visto, para obedecer al jefe.

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Nacido en Mérida (Badajoz) en 1948, Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla. Tomó contacto con el PSOE en el seno de un grupo de estudiantes sevillanos a finales de 1969, afiliándose al Partido en 1976, reorganizando el partido en la provincia de Badajoz y en Extremadura. Elegido secretario general del PSOE en Badajoz en junio de 1979, y secretario general Regional de Extremadura en 1988. Miembro del Comité Federal del PSOE desde 1983, formando parte de la Comisión Ejecutiva Federal de 1994/6, con Felipe González, así como en la de José Luis Rodríguez Zapatero, 2004/8. Elegido diputado al Congreso por Badajoz en la Legislatura Constituyente de 1977 y reelegido en las Elecciones Generales de 1979 y 1982. Artífice del proceso preautonómico en Extremadura que desembocó en la aprobación de su Estatuto de Autonomía, siendo elegido primer presidente autonómico en mayo de 1983, desempeñando dicha responsabilidad durante seis legislaturas consecutivas refrendadas por el electorado extremeño con mayorías absolutas (a excepción de la de 1995 que fue por mayoría simple). Amigo de la desnudez de las palabras y de la lealtad a los principios que emanan del socialismo democrático logró una transformación sin precedentes de la sociedad extremeña durante su gestión, guiado por su concepción del respeto a la diversidad en el marco de la solidaridad y cohesión entre las regiones que integran el Estado. Tras su decisión de no presentarse a la reelección como presidente autonómico en Extremadura, el 29 de junio de 2007 abandona la Presidencia de la Junta, tras 24 años al frente del Gobierno autonómico, retornando a sus funciones docentes en la Universidad de Extremadura. En el X. Congreso Regional del PSOE de Extremadura de julio de 2008, renuncia a presentarse como candidato a la Secretaría General Regional cuya función desempeñaba desde 1988. En el año 2011 impulsó la creación de la Fundación Centro de Estudios Presidente Rodríguez Ibarra, que preside, cuya vocación es fomentar la idea de España en la línea que vino defendiendo en toda su ejecutoria política e institucional y el fomento de vías educativas que rompan inercias del pasado, donde el riesgo, la imaginación y el espíritu emprendedor sean notas distintivas que acompañen el devenir de la sociedad del presente y del futuro.

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