Y Anna Wintour conoció a Wong Kar-wai
Es tradicional en Japón que cada primavera se celebre el ritual de belleza por excelencia, el Hanami, ese arte contemplativo que consiste en observar los cerezos en flor. En Nueva York, la versión de la fiesta de la beldad se denomina Gala anual del MET, celebrada el primer lunes de mayo, y en la que se reúne lo más prestigioso del espectro célebre, para rendir tributo a la estética y a la industria que componen el mundo de la moda.
Esta semana, cuando todavía refulgen los flashes ávidos y los periodistas persisten en analizar qué y quién ha triunfado, se hace necesario recordar The First Monday in May, uno de los documentales de moda más llamativos de los últimos años, realizado en torno a la fiesta del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Dirigido por Andrew Rossi y presentado en el Festival de Cine Tribeca (2016), la cinta narra los entresijos de la gala con una sencillez periodística excepcional. De manera apenas perceptible, Rossi se adentra en lo más recóndito de la planificación, elaboración y puesta en marcha de la celebración con toda la responsabilidad y rigor que esto comporta. Durante toda la preparación, la cámara de Rossi acompaña a los protagonistas de la gala, siguiendo los firmes pasos de Anna Wintour, auténtica visionaria del arte y de la industria. Puede que el nombre de Wintour no resuene en la mente de muchos lectores, aunque si mencionamos El diablo viste de Prada, y el hecho de que fuera ella quien inspirase el papel que protagonizara Meryl Streep, quizá algunas piezas de recuerdos se recompongan para dar dimensión a esta pope de la moda internacional.
El documental aborda cómo la gala del MET inicia, cada año, la colección que expone The Costume Institute del museo neoyorquino, un instituto capitaneado por Andrew Bolton, quien ilustra la puesta de largo de una de las exhibiciones más espectaculares del museo, 'China through the looking Glass', que imbricó piezas de arte con distintas creaciones de Gaultier, McQueen o Galliano, y que la encumbró como la exposición más vista de la historia del Metropolitan Museum.
Con sus protagonistas descubrimos que son muchos los pasos que han de darse desde que el proyecto es un mero trazo embrionario, hasta que se despliega la alfombra roja. Entre ellos, el diseño del espacio, la alineación de arquitectura, arte y moda; la elección de los colores, de las identidades o el equilibrio del entorno con el mensaje y los personajes.
"Hay quien duda que la moda tenga cabida en un museo como el MET", citan en la película, aunque interminables vitrinas, expositores y maniquíes den cuenta de unas puntadas concebidas como obra arte, alejándose de la visión fútil que, en ocasiones, se atribuye al concepto de moda desde el punto de vista actual. "La moda evoca un sueño, crea una fantasía", sostiene Wintour, mientras se observa a personas que luchan, que trabajan, que despliegan todo su potencial creativo en aras de un resultado perfecto, y que solo son muestra del sacrificio que reposa tras las bambalinas del mundo de la creación.
El cine, del que la moda es deudora en tantas ocasiones, queda igualmente retratado en El primer lunes de mayo, habida cuenta de que el cineasta hongkonés Wong Kar-Wai fue el director artístico de la exhibición. "A menudo", indica Bolton "el cine es el primer espejo con el que diseñadores occidentales reflejan la imagen china, y la exposición explora el impacto de las películas a la hora de definir sus fantasías. La película que quizás ha tenido mayor influencia en los diseñadores es Deseando amar, de Wong Kar-wai".
Aunque el trabajo de Kar-wai es, sin duda, merecedor de un mayor espacio en estas páginas, y a pesar de que es totalmente cierto que "nadie ha hecho que un qipao aparezca de forma tan bella en la pantalla como Wong Kar-wai", no deja de resultar sorprendente que, en ocasiones, todos los ámbitos de la estética, del arte y de la técnica activen sus mecanismos para realizar creaciones conjuntas, en un festín para los sentidos que resulta vital para la sociedad. Qué sería del mundo sin belleza, sin colaboración, sin arte.
Por ello, para quienes todavía no sepan, o no entiendan, la dimensión de una gala como la del MET, les recomiendo que obvien los oropeles que rodean a celebridades y fashionists y se adentren en documentales como el de Rossi. Quizá descubran por qué el arte y la estética siguen seduciendo a los humanos día tras día, y cuál es la razón para que sigamos sucumbiendo ante una tímida flor que emerge de un cerezo en primavera.