Y 20 años después, resucitaron: "Es algo extraño pero placentero"
La banda granadina 091 publica nuevo disco, 'La nueva vida', tras dos décadas separados.
José Ignacio Lapido (Granada; 1962) no cree en la reencarnación, pero lo disimula estupendamente. El músico ‘resucitó’ en 2016 a su grupo de rock 091 después de 20 años separados. Lo hizo para una gira que resultó ser un éxito absoluto y consiguió lo que la banda no había logrado en sus 14 años de vida, de 1982 a 1996: llenar salas durante varios días seguidos y hasta una plaza de toros.
Tras aquellos conciertos, llamados ‘Maniobra de resurrección’, 091 ha publicado La otra vida, un disco que marca la confirmación de su regreso. Son las primeras diez canciones que publican desde 1994 y han demostrado que sus fans estaban deseosos de material nuevo: el álbum entró en su primera semana en el top 5 de ventas en España.
Un éxito que demuestra que sí hay segundas partes buenas. De hecho, 091 nunca logró en su anterior vida algo similar a esto. Los miembros del grupo llegaron a conocer en los años 80 al líder de The Clash, Joe Strummer, que incluso les produjo un álbum. Pero siempre cargaron con el sambenito de grupo maldito: aunque las críticas siempre fueron espectaculares, jamás llegaron a un público mayoritario.
Eso ahora ha cambiado y José Ignacio Lapido, José Antonio García, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor Lapido están felices. “Nuestra misión era hacer un disco con el que nos sintiéramos totalmente satisfechos, y eso lo hemos conseguido. No obstante, para qué engañarnos, siempre reconforta saber que tu trabajo gusta”, admite Lapido, compositor de todas las canciones y guitarrista del grupo.
Es la recompensa a un trabajo que no ha sido fácil. El músico, considerado por la crítica como uno de los mejores letristas en español, admite que dar con las letras de las canciones ha sido complicado. Por decirlo de otra forma: para que 091 resucitase, su líder ha tenido que sufrir una agonía creativa. La misma que padece desde hace tiempo cuando compone.
“No creo que a ningún letrista escribir algo nuevo le resulte pan comido. Si fuera así estaríamos escuchando todos los días nuevas obras maestras de la lírica, y no es el caso. Supongo que a todos nos cuesta”, se justifica Lapido, quien subraya que para que una canción salga redonda “hay que saber, o por lo menos intuir, lo que se quiere decir, rimarlo y encajar eso dentro de un ritmo y una melodía”. “No es trabajo fácil, no consiste en encadenar ripios y meterlos con calzador”, advierte.
Y todo ello a pesar de que el músico no ha estado inactivo en los últimos años. Ha seguido publicando discos y dando conciertos en solitario, aunque arropado por una banda de músicos que le acompañan desde hace más de 14 años.
Por eso, explica que el proceso de composición de las canciones “ha sido similar” a lo que venía haciendo últimamente: él las escribe, se las presenta al resto y entre todos acaban de darles forma. “Las canciones tienen vida propia y muchas veces nuestro trabajo consiste en saber captar lo que te pide cada canción, el tratamiento apropiado”, explica.
Sí reconoce que la sensación de volver a trabajar con sus compañeros 25 años años después ha sido toda una experiencia: “Los miraba y veía sus caras, como si estuvieran pensando: ‘¿Qué nos traerá ahora éste?’. Les canté Leerme el pensamiento, que era la única canción en ese momento que tenía escrita parte de la letra, y fue entonces cuando percibí ese brillo de aprobación en sus ojos”.
Aunque ha pasado mucho tiempo desde la última vez que 091 sacó una canción nueva, Lapido defiende que el mundo no ha cambiado tanto. Dice que lo fundamental sigue igual porque los sentimientos y las emociones de las personas son los mismos. También las circunstancias sociales y los resortes del poder.
Porque, al final, las canciones de 091 tratan fundamentalmente de eso. Y así sigue siendo en los nuevos temas. Sus protagonistas siguen siendo personajes secundarios, perdedores a veces, que luchan por mantener la dignidad en un mundo que no les da demasiadas alegrías y cuyo tiempo se les escapa entre los dedos.
“Una de las canciones del disco habla de eso: ‘La vida nos saca a bailar y nos tiende la trampa’. Supongo que ante una dura realidad unos optarán por imitar al avestruz y esconder la cabeza para no ver el peligro y otros le plantarán cara. Yo nunca he escrito églogas, no se me da bien el género pastoril. La realidad es un claroscuro. Se puede decir que La otra vida es un luminoso canto a la desesperanza”, asegura Lapido.
En esas canciones sigue teniendo una importancia capital, como hace más de 25 años, el mundo de los sueños, que a menudo se presentan como única conexión fiable con la realidad. Lapido dice que, para él, los sueños “son un motor creativo de primer orden”.
“Si contabilizáramos el tiempo que pasamos soñando… el problema es que no recordamos ni una mínima parte de lo que sucede en nuestra mente cuando estamos ‘apagados’. No pasa nada, a la hora de escribir canciones puedo inventar sueños, es un oficio muy noble: inventor de sueños”, afirma.
Todo ese universo poético de 091 hace que sus letras estén abiertas a múltiples interpretaciones, que haya que insistir para sacarles todo el jugo: “No hay nada más penoso que explicar el significado de un poema o de una letra de canción. No son artículos del código penal ni instrucciones de uso de un microondas: mis letras se pueden interpretar con libertad. Y está bien que así sea”. De hecho, asegura que no se las explica ni a los demás miembros del grupo.
Pese a esa agonía creativa que le suponen las letras, Lapido celebra que el resultado, la resurrección de 091, esté siendo tan bueno. “Es algo extraño pero placentero, como los primeros días de un resucitado”.
Y, fiel a su estilo, zanja: “Imagínate cómo serían los primeros días de Lázaro después de que Jesús le dijera ‘levántate y anda’. Estaría un poco tambaleante e incrédulo con su nueva situación. Y ¿qué le dirían sus amigos en el bar? ‘Hombre Lázaro, ¿qué haces tú por aquí?’ Eso mismo nos pasa a nosotros”.