Todas las veces que Vox abrazó el machismo
Abascal ha calificado a las manifestaciones del 8-M como "marchas de la muerte".
Vox sigue siendo Vox. En plena segunda ola de la pandemia del coronavirus, el partido de ultraderecha ha querido acaparar todos los focos con una moción de censura a Pedro Sánchez que está abocada al fracaso desde el momento en que se anunció por la falta de apoyos. Cuando ha subido a la tribuna del Congreso, Santiago Abascal ha aprovechado para volver a cargar no sólo contra el Gobierno, sino contra otros partidos, contra los migrantes y contra La Ley de Violencia de Género y el feminismo.
El líder ultraconservador ha calificado al 8M como “marchas de la muerte” y a quienes claman “contra lo que llaman patriarcado y caricaturizan la belleza de las tradiciones familiares”.
Vox es el único partido que niega la violencia de género. Así lo ha asegurado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su réplica a Abascal en el Congreso: “No está preocupado por la violencia de género, sino por casos muy puntuales de denuncias falsas. Su solución es acabar con la ley de violencia de género. Así acabará con las denuncias falsas, pero también con la abrumadora mayoría de denuncias verdades”.
En contra de la protección a víctimas durante el confinamiento
En esta cruzada contra lo que ellos llaman “ideología de género”, el partido ha dado la espalda a las víctimas de violencia machista también durante la pandemia. En abril se negó a apoyar la convalidación del decreto ley que declaraba como esenciales durante la vigencia del estado de alarma los servicios de atención a las víctimas de violencia machista y que garantizaba protección a estas mujeres también mientras durase la pandemia.
Interpretó que se trataba de un decreto que sólo buscaba “blindar presupuestariamente” lo que ellos definen como “chiringuitos ideológicos” dedicados a la lucha contra la violencia de género, según explicó el portavoz del Comité de Acción Política Jorge Buxadé. El decreto garantizaba como servicios esenciales los servicios de atención a víctimas de explotación sexual y trata con fines de explotación sexual, así como los centros de emergencia acogida, pisos tutelados, y otros recursos destinados a estas víctimas de violencia machista, a las que se garantizaba alternativa habitacional segura a través de alojamientos turísticos.
Negación de la violencia de género
No es la primera vez que hablan de “chiringuitos feministas”, refiriéndose así a las asociaciones destinadas a ayudar legal, psicológica y económicamente a las víctimas de violencia machista. Es uno de sus mantras, que suele ir acompañado de otro argumento: “La violencia de género no existe” o “la violencia no tiene género”. Niegan la violencia sistemática contra las mujeres aunque los datos estén al alcance de todos: este año 35 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas. En 2019 fueron 55 en total. Más de un millar desde 2003. Por eso, entre sus medidas se encuentra la de la derogación de la Ley de Violencia de Género de 2004.
En este sentido ya es habitual que Vox vete declaraciones institucionales o se desmarque de las concentraciones contra los asesinatos machistas en los ayuntamientos, como volvió a hacer Javier Ortega Smith en Madrid en pasado 16 de julio. Una imagen que se produjo simultáneamente el pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en varios consistorios donde tienen representación. En Madrid, Ortega Smith aprovechó el acto institucional para cuestionar la existencia de la violencia machista durante los cinco minutos que tuvo el micrófono, ante un auditorio lleno de mujeres vestidas de violeta, de trabajadoras municipales que atienden a las víctimas y de representantes de todos los grupos políticos.
Al bajar del estrado, una superviviente de la violencia machista en silla de ruedas por los disparos del marido de su hermana, Nadia Otmani, le exigía entre lágrimas de rabia que respetase “a las muertas”. “Con la violencia contra las mujeres no se hace política”, insistía ante la actitud impasible del político.
Contra el aborto y a favor del PIN Parental
Pero su lucha contra el feminismo y la diversidad no se reduce a acabar con la ley de José Luis Rodríguez Zapatero. También se comprometen a “suprimir de la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto...)”. De esta manera se dejaría de considerar la interrupción del embarazo como un derecho fundamental de la mujer y se entiende como una intervención médica “ajena a la salud”, junto a la operación de cambio de género.
En esta línea, el partido de Abascal se revela contra la diversidad en la educación pública. Defienden “la instauración de un PIN Parental y Autorización Expresa con objeto de que se necesite consentimiento de los padres para cualquier actividad con contenidos de valores éticos, sociales, cívicos morales o sexuales”. Los menores de edad dependerían del consentimiento de sus padres para ir a charlas como las de educación sexual, concienciación feminista, alimentación o problemas con las drogas. Una medida que daría lugar, según los expertos, a multitud de desigualdades ya desde la infancia y perjudicaría a la emancipación y el empoderamiento de la mujer.
Recortes y medidas conservadoras
Ya no son sólo palabras. En las autonomías o ayuntamientos donde tienen influencia o forman parte del Gobierno, como Andalucía o Murcia, han marcado también la agenda del Ejecutivo.
Pusieron como condición para los presupuestos en ambos territorios la implantación del pin parental o la derogación de las leyes autonómicas de violencia de género -que finalmente no se llevó a cabo a pesar de las presiones- y, nada más llegar al parlamento andaluz, pidieron la identidad de los trabajadores que luchan contra la violencia de género y los profesores que daban charlas LGTB para “fiscalizar y comprobar el destino de las ayudas”. Hasta hoy, han logrado presionar para que se deje de financiar a más de 240 asociaciones y se ha recortado notablemente en políticas públicas feministas andaluzas, que presumían de ser de las más avanzadas de España.
Provocaciones contra el feminismo
Este tipo de medidas van generalmente acompañadas de polémicas declaraciones en las que el partido utiliza políticamente la violencia hacia las mujeres para, entre otras cosas, ensalzar su discurso xenófobo y señalar a las personas migrantes como culpables de esta violencia, una afirmación rápidamente desmontada por los datos.
Atacan al feminismo con argumentos que intentan ridiculizar la lucha de las mujeres. Se ve cada vez que sacan el tema en el Congreso de los Diputados. Un ejemplo sonado fue cuando Jorge Buxadé aseguró que las feministas son mujeres “feas que les dicen a otras mujeres lo que deben hacer”.
Las mujeres de Vox
Pero, ¿qué dicen las mujeres del partido? En la línea de sus compañeros, Rocío de Meer aseguró que “las feministas no son mujeres. Y no lo digo yo, lo dice la propia ministra de Igualdad citando a Simone de Beauvoir”. Se refería así a cuenta de un tuit de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el que recogía una cita de Simone de Beauvoir que afirmaba que “no se nace mujer, sino que se llega a serlo”. “Las madres de Vox, las militantes de Vox, las profesionales de Vox, las votantes de Vox no somos ni machistas ni feministas, somos mujeres”, aseguró de Meer.
Pero quien se llevó la guinda fue la diputada de la Asamblea de Madrid Alicia Rubio, que se dio a conocer al decir que el feminismo es “un cáncer” y que ella “pondría como asignatura obligatoria, en vez de feminismo, costura (...) empodera mucho coser un botón”, añadiendo que está preocupada por el “lesboterrorismo” y el “pornofeminismo”.
Hace tres años, en el Congreso de los Diputados, se llegó a un Pacto de Estado contra la Violencia de Género entre los partidos. Desde hace más de una década hasta la llegada de Vox ha habido unidad -con algunos matices- en esta materia y los de Abascal han llegado para dinamitarla.