Vox cruza todas las líneas rojas y resurge el gran dilema de cómo tratar con la ultraderecha
El debate político, social y mediático: la responsabilidad cuando Vox sobrepasa los límites.
“Lárguese”. Esto le soltaba la candidata de Vox en las elecciones madrileñas, Rocío Monasterio, a Pablo Iglesias (Unidas Podemos), cuando abandonaba el debate de la Cadena Ser después de que la representante de la ultraderecha no condenara directamente las amenazas de muerte que ha recibido en una carta con balas de fusil. Después del primer tramo, también decidían dejar el estudio Ángel Gabilondo (PSOE) y Monica García y la emisora cancelaba el ‘cara a cara’ antes de que concluyese.
Vox ha inundado de provocaciones la campaña durante los últimos días, después de que las encuestas no vayan a su favor (con una Isabel Díaz Ayuso arrasando teóricamente). En los últimos días la gran polémica también giraba en torno a Vox y al cartel con tintes racistas que criminaliza a los menores extranjeros no acompañados (la Fiscalía pidió su retirada, pero el juez ha permitido que siga expuesto en la estación de Cercanías en la Puerta del Sol).
Unidas Podemos y Más País ya han dicho que no volverán a debatir en esta campaña con Vox. Los partidos, y también los medios, se enfrentan de nuevo a una pregunta que no han conseguido resolver y en la que no hay unanimidad sobre cómo tratar las provocaciones y actitudes de la ultraderecha que traspasan líneas rojas. Algo que ha sucedido durante años en EEUU con Donald Trump y en algunos países donde irrumpen con fuerza este tipo de partidos e incluso llegan al poder como en Hungría y Brasil. En España se están dando, no obstante, situaciones inconcebibles en países de nuestro entorno, como Francia y Alemania, al pactar el PP con el partido de Santiago Abascal para el apoyo en instituciones (con la mirada hacia otro lado de Cs, beneficiándose de esos acuerdos en lugares como Andalucía o el Ayuntamiento de Madrid).
“La respuesta es muy difícil, no hay consenso”, comenta el politólogo Pablo Simón, que recuerda, por ejemplo, que en Francia hubo un ‘cara a cara’ en Francia entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen. “Lo que es verdad es que hay determinados elementos que generan una coordinación informal, y aquí lo que cambia no es tanto la posición de las izquierdas, sino de la derecha democrática, cuál sea el enfoque que tenga frente a ellos”. “En cualquier caso, esto es un cambio en el tono de la campaña”, aprecia.
Este profesor de la Universidad Carlos III de Madrid explica que “ahora el marco es totalmente distinto: no vamos a hablar de fiscalidad, sino de todo esto, de la relación con Vox y de democracia”. “Hay una cosa fundamental en los partidos de extrema derecha, que no es sólo incentivar la xenofobia, sino también el discurso anti élites. Todo lo que les ayude a victimizarse es una baza, y esto también es problemático desde esa perspectiva”, apostilla.
El papel de los medios es fundamental también. Simón reflexiona: “El equilibrio es muy difícil, tienes que contar, pero al mismo tiempo verificar. No puedes dejar que ellos sean los que tengan el marco. Tienes que tomar una decisión sobre hasta qué punto dejarles que digan sus cosas o en otros momentos no hacerlo. El caso de EEUU es claro, cuando dijo Trump que la elección había sido robada hubo medios que decidieron no emitir”. “¿Eso está bien, está mal? Hay todo un debate deontológico. Pero en democracia hay una dinámica que favorece a la extrema derecha, que es que los medios compiten por las audiencias y lo más llamativo es lo que más clicks da y lo que más audiencia consigue”. En España ya han llegado los primeros efectos colaterales: La Sexta y RTVE han decidido suspender sus debates de la semana que viene.
¿Ha cruzado Vox líneas rojas democráticas esta semana? Simón responde: “¿Cruzó líneas rojas cuando habló de estercoleros multiculturales en Cornellá y Badalona? Es decir, esta es la estrategia que están llevando a cabo a cara de perro desde que prácticamente existen”. Y apunta: “Vox es el tercer grupo en el Congreso, tiene mucho poder institucional. Y estos recursos los van a emplear para ganar visibilidad en sus postulados, que siguen siendo igual de inaceptables”. Sobre si estas provocaciones les van a beneficiar para el 4-M, el profesor responde que es muy complicado decirlo, señalando: “Pero es la única campaña que pueden hacer porque sus votantes se van masivamente con Ayuso, no pueden confrontar con ella, sólo pueden asomar la cabeza especializándose en este nicho. ¿Les beneficia o no? Con los más duros se supone que sí, ¿pero cuántos son? No lo sabemos porque juegan por primera vez a la defensiva”.
¿Cómo deben actuar los partidos ante la ultraderecha? Ahora le toca contestar al politólogo Lluís Orriols: “Respuesta obvia no hay, pero nos cargamos el peso en cómo parar a la ultraderecha en términos electorales cuando en realidad no se para en esta perspectiva. Un elemento de dique de contención es frenar su paso a las instituciones. ¿Cómo deben tratar los partidos políticos ante formaciones xenófobas de extrema derecha populista? Impidiendo que toquen poder. Es la recomendación más básica y sencilla”.
“Lo peligroso es que ese tipo de formaciones toquen poder, que condicionen las políticas públicas, que tengan las instituciones en sus manos. Es el primer paso, hasta qué punto los cordones sanitarios no hay que hacerlos en los debates, sino el momento en el que sea el pacto del poder”, comenta Orriols, para luego decir que es difícil calibrar los efectos de los cordones en los debates: “Por un lado, si haces un vacío, refuerzas la idea de que todos los partidos van en contra de ellos y ese toque populista de que son los únicos que encarnan las verdaderas preocupaciones en contra del mundo hostil, ese discurso antipolítica. Pero, por otro lado, si confrontas con ellos, das la oportunidad de que sus temas impregnen la agenda. Es muy difícil calibrarlo”.
Según Orriols, Vox ha cruzado “absolutamente” líneas rojas esta semana. “Aunque no lo está consiguiendo de momento, busca un perfil de extrema derecha populista”, añade este politólogo, quien subraya que no condenar las amenazas a ministros y candidatos “debería ser una línea roja para cualquier candidato demócrata”.
Además, insiste en que en una situación de políticas de bloques, “donde el PP sólo puede gobernar con Vox”, es más importante el tema de los pactos que el hecho de que se vaya o no a un debate. “También es una posición complicada para los medios de comunicación, cómo calibrar la información”, admite.
Se pronuncia al hilo el politólogo Nacho Corredor. Sobre cómo frenar a la extrema derecha, responde: “Solucionando los problemas que facilitan su nacimiento. Ha acabado triunfando en algunos países en gran medida porque hay una parte del electorado que se siente abandonada por los otros partidos, principalmente por las condiciones de su vida. La mejor forma de evitar éxito como el de Le Pen es tratando de solucionar los problemas materiales de la gente”.
“El problema, y por eso la respuesta no es sencilla y no tengo la solución, es que no sé si conviene tratar a un partido que quiere acabar con la democracia como a cualquier otro partido democrático. Eso por un lado. Luego, su crecimiento se debe también muchas veces a la consolidación de la caricatura que hacen del sistema de que les quieren apartar”, comenta.
Para añadir: “Lo que es evidente que evita su crecimiento y la legitimación de sus ideas es pactar con ellos. Aquí sí que hay posibilidades por parte de los partidos de ser explícitos sobre si van a pactar o no en el ámbito parlamentario y gubernamental”. Ahora se instala, comenta, el debate sobre los debates, pero recuerda que la ley obliga en la medida que sean partidos legales.
“Otra pregunta que uno se puede hacer es, si después de todo lo que ha pasado en los últimos años en España, el modelo de la democracia va a acabar mudando en una democracia militante. Es el ejemplo de Alemania. Algunos pusieron el debate sobre la mesa con el tema de los independentistas y ahora con el caso de Vox. La ley de partidos es explícita en relación a la no condena de la violencia por parte de las formaciones. No estamos en ese escenario, pero es un debate que estará presente”, sostiene Corredor. E indica que “hasta el momento Vox no había sido explícito en relación a determinados parámetros, pero cuando llegó a decir que prefería los gobiernos de Franco que a los democráticos, pues se avanza en una dirección que no se sabe cómo acaba. Pero lo fundamental es que el sistema de partidos ataque de raíz lo que permite el desarrollo de este tipo de planteamientos”.
¿Ha blanqueado el PP a Vox? Corredor responde: “Normalizarlo en la dinámica institucional legitima sus ideas, y quienes han pactado con ellos han legitimado las ideas que tiene. Soy partidario del respeto a todas las personas, pero no creo que todas las opiniones sean respetables. Alguien que ha prometido la exportación de un candidato por el hecho de ser de color, alguien que ha deshumanizado niños disfrazándolos de delincuentes por el hecho de ser inmigrantes, tiene unas ideas que van en contra de los fundamentos del sistema de derechos y libertades en Europa. Y en Europa hoy por hoy la principal amenaza no es el comunismo, sino la derecha reaccionaria”.