Más de 800.000 personas que viven en Madrid no pueden votar… o sí
La campaña ‘Votar es un privilegio’ permite que migrantes e hijos de migrantes participen en las elecciones poniéndolos en contacto con nacionales abstencionistas.
Safia El Aaddam nació en Tarragona hace 25 años, pero, según sus documentos, no es española. Carlos, de 32 años, llegó con 18 a Madrid, donde se graduó en la Universidad y donde trabaja como arquitecto desde hace cinco años. Según sus documentos, tampoco es español. El domingo, 11 de abril, acudió al recinto ferial de Madrid (IFEMA) a votar en las elecciones de Perú, de donde es originario. El próximo 4 de mayo, sin embargo, su nombre no aparecerá en el censo electoral de la Comunidad de Madrid.
Como él, los 830.850 extranjeros mayores de edad que residen legalmente en la región no están llamados a votar, porque para participar en las elecciones autonómicas, así como en las generales, hay que tener la nacionalidad española, independientemente del origen o del tiempo que uno lleve viviendo en el país.
Safia tiene un plan para ellos. En 2019, creó la campaña ’Te cedo mi voto’ para las elecciones generales del 28 de abril y, desde entonces, ha conseguido que más de 2.000 personas sin derecho a voto puedan expresar su opinión en las urnas. El método es simple: consiste en poner en contacto a españoles que vayan a abstenerse con personas migrantes o hijas de migrantes que normalmente no tendrían derecho a voto. De este modo, la primera persona se compromete a votar lo que habría votado la segunda si pudiera. La iniciativa impulsada por Safia, que ha pasado de llamarse ‘Votar es un derecho’ a ’Votar es un privilegio’, ya está activada para las elecciones de la Comunidad de Madrid del 4 de mayo.
Para Safia, comunicadora y activista conocida en redes como ’Hija de inmigrantes’, esta campaña es una forma de señalar y, en cierto modo, tratar de paliar el “racismo institucional” que se ejerce sobre estas personas. “En plena democracia, se está negando un derecho fundamental a gente que reside en el país y que cumple con sus obligaciones. Me parece racismo institucional, y me parece que hay un interés político en tener estas voces silenciadas”, explica la joven.
Según las últimas cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, a 31 de diciembre de 2020 había 5,8 millones de extranjeros residentes en España. En la Comunidad de Madrid son 957.564; de ellos, 830.851 son mayores de 18 años —507.072 procedentes de países de la UE y 323.779 procedentes de países extracomunitarios—. “A ellos habría que sumar las personas que están en situación irregular”, recuerda Safia El Aaddam. Se estima que en España hay más de 400.000 personas sin poder regularizar sus documentos.
Ninguna de estas personas puede votar en las elecciones autonómicas ni en las generales. En las municipales, sí pueden hacerlo los ciudadanos de la Unión Europea y los procedentes de países con acuerdos de reciprocidad (como Noruega, Ecuador, Chile, Perú, Bolivia, Paraguay o Corea), previa inscripción en el censo electoral de extranjeros.
Años, y años, y años para lograr la nacionalidad
Los trámites para obtener la ciudadanía son arduos, y no siempre fructíferos. Después de muchos años con un permiso de residencia de larga duración en España, en 2019 Carlos se decidió a solicitar la nacionalidad, una vez hecho su examen de españolidad y remitido todo el papeleo. Han pasado dos años desde entonces y todavía no ha tenido respuesta.
A Safia, hija de padres marroquíes, no le sorprende en absoluto. Como administrativamente ella tampoco es española pese a haber nacido en España, cuando cumplió los 18 empezó los trámites para conseguir la nacionalidad. Siete años tampoco han sido suficientes para que se resuelva su expediente. “Van muy lentos”, dice con un tono cansado, acostumbrada a hablar de esto y a que la gente se sorprenda al oír su historia (y la de tantos). “Hay más de 300.000 expedientes en espera de personas que han solicitado la nacionalidad desde hace años. Pero hay muy pocos funcionarios dedicados a resolverlos”, lamenta.
Por su experiencia, Safia ha notado que la sociedad en general no es consciente de la falta de derechos que deben asumir los migrantes y descendientes de migrantes en España. “En 2019, la campaña ‘Te cedo mi voto’ se hizo viral, muchos jóvenes se apuntaron, y se empezó a concienciar de que había muchísimas personas en España, incluso nacidas aquí o residiendo en el país desde hace decenas de años, que no tenían derecho a voto”, explica. “Últimamente la gente habla más de esto, pero no lo suficiente, y no quien realmente tendría que hablar”, critica la activista. “Que yo sepa, no se ha hablado de esto en el Congreso”, dice.
‘¿Cómo que votar no es un derecho?’
Precisamente su iniciativa se llama ahora ‘Votar es un privilegio’, en lugar de ‘Votar es un derecho’, porque Safia ha observado que “a los partidos políticos el mensaje original no les interpelaba”. “‘Votar es un derecho’ se puede interpretar de muchas maneras; pero cuando dices ‘votar es un privilegio’, la gente ya presta un poquito más de atención, porque les chirría. ‘¿Cómo que votar no es un derecho?’”, plantea. “Este mensaje es mucho más potente, y se centra en nosotras, en las más de cinco millones de personas para las que votar no es un derecho”, explica.
Ella pudo votar en las elecciones a la Generalitat de Cataluña el pasado 14 de febrero gracias a que una compañera le cedió su voto. Carlos, por su parte, ya ha solicitado el suyo para los comicios madrileños y, como él, un centenar de personas se han puesto en contacto con las organizadoras de la campaña para pedir o ceder el voto para el 4 de mayo. A falta de tres semanas, Safia espera que el “aluvión” de solicitudes llegue los últimos días previos a los comicios. La campaña ‘Votar es un privilegio’ se cerrará el 3 de mayo en torno al mediodía, para que las ‘parejas’ —hechas en función del código postal para facilitar la comunicación entre solicitante y persona que cede su voto— tengan tiempo para ponerse en contacto y organizarse.
“Generalmente, suele haber más personas que lo ceden de las que lo solicitan, pero imagino que también es porque hay muchísima gente [extranjera] sin acceso a redes sociales”, comenta Safia. Quienes sí han podido votar en elecciones pasadas gracias a su campaña le escriben emocionadas porque, por una vez en años, alguien les ha dado la oportunidad de que su voz se escuche. Como la argentina Guillermina Torresi, que después de más de 17 años viviendo en España, el 28 de abril de 2019 pudo acudir a las urnas en España por primera vez.
Cuando Safia lee los porcentajes de abstención de gente que aun teniendo derecho a voto no lo ha ejercido, no siente rabia, pero sí le hace ser más consciente del privilegio de esas personas.
“Hay gente que tiene la posibilidad de votar y decide no ir, pero es que nosotras ni siquiera tenemos esa opción”, reclama. “Para nosotras, votar es un privilegio, es un derecho que tiene otra parte de la población, y que nos afecta”, afirma la activista. “Creo que esas personas podían pensar un poquito en los demás”, pide Safia. “Quizás a ellos no les afecta tanto ir o no a votar, pero a nosotras sí. Dependiendo de quién salga, nos comen. Y hablo de la extrema derecha”, aclara.