Volver al pueblo… con 5G
Si los fondos europeos se gastan bien, encontraremos municipios con más oportunidades cuando podamos regresar.
Estos días festivos en los que no podemos movernos mucho, ni salir de la ciudad me acuerdo especialmente de los pueblos. Y no deja de venirme a la cabeza la visita que hice en diciembre a La Cuenca, en Soria.
La Cuenca, y en seguida sabrán por qué, es un gran sitio para celebrar que la Unión Europea, tras una larga y difícil negociación en la que he tenido la oportunidad de participar como eurodiputada, haya establecido una nueva definición de zonas despobladas en el reglamento del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). La demografía debe ser objeto de actuaciones específicas y prioritarias, dice ese nuevo reglamento, y no hay que darle muchas vueltas para pensar en Soria y las dos Castillas, en Teruel y Aragón, en zonas de Asturias, de Galicia, de Extremadura, de Andalucía…
Mi prioridad, tomando el relevo de otros eurodiputados españoles, ha sido incluir este nuevo criterio, la demografía, para que el FEDER beneficie a los territorios, a nivel provincial y comarcal, que hayan perdido un 1% de la población entre los años 2007 y 2017 o tengan menos de 12 habitantes por kilómetro cuadrado. Y se abre la posibilidad de apoyo de otros instrumentos (Fondo Social Europeo, Fondo de Transición Justa, Fondo de Desarrollo Rural…).
Así que fui a La Cuenca, que tiene 12 habitantes y está a 20 kilómetros de Soria capital, a contar estas medidas para combatir la despoblación que hemos discutido y negociado durante meses y años en el Parlamento europeo. Fui allí, a asomarme a uno de los balcones de la España despoblada, a hablar con Ana Bosch, que dejó su cargo directivo en una entidad financiera de Valencia para lanzarse a la aventura de gestionar un pequeño hotel rural.
Pasé una noche en su hotel. Le hablé a Ana de lo logrado en Bruselas. Le dije que en el Parlamento Europeo acabamos aprobar un presupuesto por el que España recibirá, en los próximos siete años, más de 25.000 millones de euros, de los que más de 2.000 millones se destinarán a luchar contra la despoblación.
Ella me contó sus sueños —sacar adelante el hotel rural y emprender otros proyectos relacionados con productos naturales— y sus problemas: qué hacer para garantizar los servicios básicos que exige su pequeño negocio, dónde pedir la financiación prometida por Bruselas, pero también cómo llevar a su hija de tres años al colegio a Soria y cuánto tiempo tendrá que pasar todavía para que terminen la autovía Soria-Valladolid. “Ayudas para abrir empresas, estímulos para nuevas actividades, transporte para que los niños de pueblos como este puedan ir a la escuela en la capital…”.
El periodista colombiano Juan Carlos Iragorri, que tiene casa en La Cuenca desde hace 20 años y dirige desde allí el podcast en español de The Washington Post, me habló de su deseo de que Soria entre de lleno en el siglo XXI. “Ojalá lleguen las ayudas de la UE para que haya un internet digno, que no existe ahora, y para que terminen la autovía, cuyo incumplimiento de tantos años ya da risa”, afirmó.
Todo lo que me contaron Ana y Juan Carlos es lo mismo que me dijeron después los empresarios y emprendedores que vi en la ciudad de Soria. A ellos les dije que este dinero europeo irá a proyectos que permitan una conectividad óptima a internet y a iniciativas de emprendimiento y mejora del nivel de vida en zonas despobladas. La clave es tanto el Gobierno como la Junta y la Diputación se coordinen y diseñen planes claros y concretos para gestionar y aplicar las ayudas.
Hay mucho dinero en el horizonte y hay mucho que hacer. Mi miedo es que tanto Ana como miles de autónomos y pequeños empresarios puedan verse frustrados o decepcionados por la insensibilidad, la mala política o la burocracia. No hablo por hablar: antes de tener en cuenta estas novedades recién aprobadas, el régimen de ayudas regionales de Estado ya ofrecía la posibilidad de respaldar a las pymes de Soria, Teruel y otras zonas, y el Gobierno no lo ha hecho. ¿Se volverá a repetir la dejadez, el abandono? Esperemos que no. Necesitamos un plan nacional que incluya medidas claras y acciones que creen empleo y mejoren las condiciones sociales en las zonas rurales.
Para eso están los fondos FEDER y el plan de recuperación de la crisis covid-19: para poner en marcha proyectos que ofrezcan empleo de calidad y mejoren los servicios sociales a través de la digitalización. Estoy hablando de conexión digital, de eficiencia energética, de la mejora de infraestructuras y conexiones en transporte; del pegamento, en definitiva, que garantice la cohesión social para fijar el talento en las zonas despobladas y apoyar a los emprendedores.
El Gobierno y las administraciones regionales y locales tienen que escuchar lo que dice Ana, oír el clamor de tantos autónomos y pymes que piden una legislación sencilla y eficaz y acciones coordinadas para afrontar la despoblación. No hay una fórmula mejor para que ella mantenga abierto su hotel y su hija pueda ir al colegio; para que La Cuenca y todas las zonas rurales ofrezcan una vida mejor y más fácil, con más oportunidades, a los vecinos que viven allí ahora y a todos los que llegarán cuando dejemos atrás el presente de la España despoblada y aseguremos el futuro de la España con oportunidades, comunicada y digitalizada. De la España habitada.