Volver a vernos: cómo deben ser las reuniones en casa cuando llegue la fase 1 de la desescalada
Aunque se permitan encuentro de hasta 10 personas, la Covid-19 sigue presente y no debemos bajar la guardia.
Reuniones en domicilios particulares de hasta 10 personas. Es una de las concesiones de la Fase 1 del plan de desescalada, que entra en vigor el lunes 11 de mayo para el 51% de la población española.
Tras dos meses confinados y extremando la higiene cada vez que entramos y salimos de casa, como medida de prevención contra el coronavirus, cabe plantearse cómo debemos actuar ahora. Si en nuestros domicilios nos quitamos los zapatos, ¿qué deberían hacer entonces las visitas? ¿O cómo deberíamos actuar si vamos a otra casa?
Lo primero es saber a quién podemos visitar. Que nos dejen ir a otros domicilios no quiere decir que pueda haber barra libre de visitas. No debemos olvidar que el número diario de nuevos contagios aún es elevado. El virus no ha desaparecido y no hay que perderle el respeto.
“No deberíamos tener reuniones con personas con síntomas compatibles con la enfermedad como fiebre, tos o sensación de falta de aire, dolor de garganta, pérdida brusca del gusto u olfato, dolores musculares, diarreas, dolor torácico o cefaleas”, advierte el doctor Juan M. Herrero Martínez, del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna.
“Tampoco debemos ir a casas de personas que han sido diagnosticadas y se encuentran en aislamiento domiciliario, ni de personas en periodo de cuarentena por haber mantenido contacto estrecho con un caso probado o sospechoso de Covid-19”, añade. Y, por supuesto, durante la fase 1 deberían limitarse las visitas a grupos de riesgo (mayores de 70 años con enfermedades previas, personas en tratamiento oncológico o inmunodeprimidos).
El doctor José Luis Llisterri, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), recomienda un chequeo telefónico antes de plantearse cualquier reunión. “Hacer un interrogatorio para saber si la otra persona presenta algún síntoma o si ha estado con un enfermo”, apunta.
La paciencia tendrá que imponerse en personas que no pueden juntarse todavía y la prudencia en todas las visitas. “Aunque con el resto de personas podemos estar más relajados, debemos recordar que también hay asintomáticos que pueden transmitir la infección sin saberlo”, advierte Herrero.
Zapatos fuera y lavado de manos
Antes de plantearse una reunión en casa, hay que pensar en el tamaño de la casa. “A veces es más sensato quedar en un espacio abierto que en una casa que no esté bien ventilada o en la que no se pueda mantener la distancia de seguridad recomendada”, apunta el doctor Alfredo Corell, vocal de la Sociedad Española de Inmunología. En un sala de 15 metros cuadrados no podemos pretender juntar a 10 personas sin que haya riesgos.
Los zapatos deberían quedarse en las entradas de las casas. Igual que dejamos los nuestros, las visitas deben dejar los suyos. “No es necesario desinfectarlos. Se pueden colocar en un pequeño zapatero que luego limpiaremos y desinfectaremos o bien en el suelo, pudiendo fregarlo después con una solución de agua con lejía diluida”, explica Herrero.
“También podemos descalzarnos delante de la puerta de la vivienda y guardar el calzado en una bolsa. Si tenemos un spray con solución alcohólica, podemos echar un poco”, apunta como alternativa el virólogo Javier Cantón.
A partir de ahí cada uno decide si llevar zapatillas a casas ajenas o si ofrece a las visitas un calzado alternativo. También está la opción de moverse descalzo, pero esa ya es una cuestión personal.
En cualquier caso hay que saber que la probabilidad de contagio a través de los zapatos es “muy baja”, aclara Herrero. Para transmitir el coronavirus, tendría que darse la siguiente secuencia: “Se debería haber pisado una superficie contaminada, donde se habrían quedado adheridos a la suela los virus, y de ahí llevarlo a la boca, nariz u ojos a través de las manos u otros objetos”.
Lo que sí o sí hay que hacer al llegar a casa ajena es lavarse las manos de manera exhaustiva. “La higiene con agua y jabón o con gel desinfectante de base alcohólica debe formar ya parte de nuestra rutina diaria. Al venir de la calle y entrar en la vivienda se debe hacer, justo tras retirarse los zapatos y antes de tocar otras superficies”, apunta Herrero.
Una buena forma de garantizar este lavado es dejar un bote de gel hidroalcohólico en la entrada de casa, como comité de bienvenida, aunque Cantón recomienda ir directo al baño para lavar las manos con agua y jabón. “También se puede llevar una práctica habitual habitual en laboratorios de alta seguridad que consiste en enjuagarse bien la boca, escupir y sonarse los mocos para expulsar las partículas virales que podamos llevar en las vías respiratorias”, añade. Incluso aunque usemos mascarilla.
La gestión de las mascarillas es otra cuestión. Llisterri asume que si quedas con alguien es porque no presenta síntomas ni riesgos, por eso no considera necesario dejar la mascarilla puesta en casa. “Aunque si van a compartir sofá y no van a poder mantener esa distancia de seguridad, yo sí recomendaría que se use la mascarilla”, añade el doctor Corell, que matiza que no es lo mismo que se reúnan dos personas jóvenes a que sea una reunión con alguien ya mayor.
Si la vamos a quitar y no es reutilizable, “deberíamos meterla en una bolsa para tirar en el cubo de resto y llevar otra para el regreso a casa”, continúa Llisterri. Es especialmente importante si se acude en transporte público o caminando.
Distancia mejor que cambio de ropa
Medidas realistas y asumibles, insiste Herrero, consciente de que no es operativo cambiarse al ir a otra casa como hacemos en la nuestra. “La ropa se contamina con las gotículas expulsadas por una persona infectada, por lo que si en el camino hacia la otra casa hemos mantenido el distanciamiento físico necesario, esto se hace improbable”, explica Herrero.
Más que llevar otra ropa, recomienda “cumplir con aquellas medidas claramente más eficaces y necesarias para evitar la transmisión” como la distancia social de un metro y medio o el lavado de manos. “Una vez terminada la reunión habría que quitarse la ropa que llevamos y apartarla en una bolsa cerrada sin sacudirla hasta su siguiente uso o bien lavarla adecuadamente (en la lavadora con una temperatura alta)”, aclara.
Llisterri insiste en que no debemos ser obsesivos: si mantenemos las recomendaciones de Sanidad, podemos comportarnos normal. Sin cambiarnos de ropa y sentándonos tranquilamente en el sofá al llegar a la otra casa.
Cada persona con su plato
“Yo organizaré una paella con mis hijos en cuanto se pueda”, cuenta Llisterri para explicar que el plan de comidas en grupo no entraña problemas siempre y cuando se sumen otras precauciones a las anteriores.
Herrero recuerda que debemos “evitar toser, estornudar o hablar encima de la comida o de la vajilla antes de servirla” y apunta otra lista de recomendaciones: “No se deben compartir comida, cubiertos, vasos u otros objetos que puedan llevar gotas o saliva de una persona a las mucosas o las manos de otra”. Estos mismos consejos podemos trasladarlos a otros objetos como los móviles que no hayan sido desinfectados y puedan estar potencialmente contaminados.
“Una vez finalizada la visita es conveniente ventilar la casa. La zona común donde hayan estado los demás invitados no convivientes habituales deberá ser limpiada y desinfectada de acuerdo a las recomendaciones generales de limpieza de las viviendas y prestando especial atención a aquellas superficies y objetos que más se tocan habitualmente”, explica Herrero, que cita como ejemplos pomos y manecillas de puertas, de ventanas, barandillas, interruptores, telefonillo, grifos, o las mesas, sillas y otros muebles.
Si hemos hecho una comida es importante vigilar los utensilios utilizados: los platos, vasos y servilletas desechables son quizás la mejor alternativa estos días. Si recurrimos a la vajilla y mantelería de siempre entonces deberíamos lavarla convenientemente con agua y jabón. Y mejor sería si fuese en el lavavajillas y la lavadora.
Ya volverán los besos y abrazos
“Aunque suene poético en esta primera fase habría que abrazar con la sonrisa y besar con la mirada”, apunta el doctor Correll. Ya llegarán esos besos y abrazos a medida que pasen las semanas y cambiemos de fase, tranquiliza. “Si no se puede controlar el impulso, entonces diría que se eviten los encuentros”, añade.
Hoy la probabilidad de contagio es mucho más baja, pero continúa presente y de ahí la insistencia de los sanitarios. “Lo sensato es seguir cumpliendo de manera estricta con algunas recomendaciones como evitar el contacto físico”, apunta Herrero. La enfermedad se puede transmitir antes incluso de haber desarrollado ningún síntoma y hay enfermos que ni siquiera los manifiestan.
“Conforme nos encontremos en fases de una menor incidencia con un mayor control de las personas que puedan estar infectadas, así como de sus contactos, el riesgo irá cada vez reduciéndose más. Ya llegará ese momento. No habrá mal que cien años dure”, apunta el especialista.