Vividores, vividoras: ¿Dónde vais ahora? (II)
Medimos cada acción en relación a las supuestas consecuencias que pueden conllevar. Somos cínicos y en cierta medida algo complacientes.
¿Cómo si no se explica que haya políticos que cambien la chaqueta en relación al interés más puramente económico que al que marcan sus supuestos ideales? Todos hemos leído, al menos cuando estudiábamos, aquello de que la historia la escribe quien vence. A Unamuno se le acuña aquello del “venceréis pero no convenceréis” en el paraninfo de una de las madres de las universidades, la de Salamanca. Y es que a la Universidad de Salamanca le debemos, en gran medida, la sociedad y los cánones sociales que rigen en este momento en los albores de una comunidad cambiante. No es objeto de esta reflexión hacer una loa a la decana institución académica, pero no está de más recordar que de allí nació el germen del Derecho Internacional y el prolegómeno de los Derechos Humanos con Francisco de Vitoria a la cabeza.
Hace unas semanas en Vividores, vividoras: ¿Dónde vais ahora?- tribuna que escribí para este espacio- critiqué duramente la actuación de la que fue secretaria de estado de Cooperación Internacional -entre otros muchos cargos- en el gobierno de Zapatero. Ella, desde su cargo, fue partícipe a título personal y necesario de uno de los gobiernos que más conquistas sociales ha traído a la democracia de España.
Hablaba Soraya, excompañera de los y la socialistas, hace poco y ya con la bufanda naranja, de la falta de credibilidad que le da a ella la existencia de un estado plurinacional. Y sé que, con la siguiente reflexión, me puedo ganar algún enemigo: soy consecuente con mis actos y consciente de que sólo el periodismo que incomoda es el verdadero periodismo, aquel que mancha, escuece y remueve alguna conciencia.
Cuando estudiaba la asignatura de Historia de la Comunicación conocí la figura periodística de Chaves Nogales. Sevillano, escritor e intelectual, en plena Guerra Civil habló desde el conocimiento de una tercera vía: la de aquellos que no querían un Frente Popular y mucho menos un giro hacia la postura reaccionaria que defendía el Frente Nacional. Podemos encontrar en el prólogo de A sangre y fuego la citada reflexión. El periodista atrevido es aquel que expone, pese al riesgo, sus ideas. A Chaves Nogales le supuso, en última instancia, caer en el olvido durante una cadena completa de generaciones; aquellas a las que educó el régimen.
Hoy, en plena campaña, observamos cómo el nacionalismo unitario frente al independentismo son dos de las claves electorales más fuertes que atañen a los partidos políticos que concurren a la cita del 28 de abril. Conviene, en primer lugar, explicarle a Soraya dónde nace la unidad de España. Corría el 1719 y en este territorio, en el que existían varios reinos con sus autonomías, llega un Borbón, Felipe V, a reinar con la idea burocrática y centralista del estado francés. No es, no obstante, hasta 1812 con La Pepa, cuando nace la idea del estado español que hoy perdura. La identidad nacional no muere, solo cambia. Hablar por tanto de España como una nación con un sentido cultural e intelectual único es sin duda el ejercicio del desconocimiento más absoluto de la historia reciente de la península Ibérica.
Cuando la señora Rodríguez habla y con sus palabras intenta sentar cátedra, se olvida de esa tercera España de la que ya hablaba Chaves. Somos muchos los que no defendemos el sentido único y los que tampoco queremos una España disgregada. Apoyamos, un estado federalista basado en la socialdemocracia, donde el poder resida en la política de cercanía. Descentralizado, cercano al contribuyente y solidario. Solidario porque debemos construir un país en el que los que menos tienen puedan tener las mismas oportunidades que aquellos que más tienen. Un estado fuerte y sólido en el escenario internacional que pueda ser referente, como lo ha sido hasta ahora, en sanidad universal, derechos sociales, diversidad e igualdad.
Lo siento Soraya. Has decidido alejarte del partido que ha hecho más por España. Del partido que ha trabajado para que el colectivo LGTBI deje de estar discriminado. Del partido que ha trabajado para que la mujer deje de tener que luchar contra los techos de cristal. Te has alejado de un partido que ha trabajado, en definitiva, por construir desde el progreso una sociedad mejor. Por tu cegazón y por no entender que la política entiende de momentos y que este quizá haya dejado de ser el tuyo después de más de 20 años al frente de los puestos más importantes de nuestro país, has pactado una candidatura con uno de los miembros de la foto de Colón. Da rabia, pena y tristeza. No son tuyos los ideales. Solo es tuyo el bolsillo.