Viva la televisión (V): Buenafuente o la risa que salvó a Concha Velasco
¿Quién era el cómico catalán que llegaba todos los hogares españoles, sin vaivenes, sin renunciar a sus leyes fundacionales de la risa?
Andreu Buenafuente llegó a la tele generalista, a Antena 3, en 2005. Tras años de programas de comedia en TV3, aquella noche iba a darse a conocer en el resto del país. Antena 3 estaba liderada por un “rocoso Mauricio Carloti”, tal y como dice Pedro Sangro en el libro El entretenimiento en televisión. Crónicas Marcianas era el imbatible late night de Tele 5 y Buenafuente había sido fichado por la cadena de la competencia para hacerle frente. Así que el cómico catalán tenía que:
- Superar el share de Crónicas de manera inmediata; como siempre, no tenía un par de años para lograrlo.
- Tenía que hacerlo con herramientas distintas. Sin chabacanerías. Con un humor diferente. Tenía que cautivar al público español que no le conocía, igual que había cautivado a los catalanes, que digamos, llevaban años de carcajadas gracias a sus formatos televisivos.
¿Y quién era el cómico catalán que llegaba esa noche a todos los hogares españoles, sin vaivenes, sin renunciar a sus leyes fundacionales de la risa? Hago un brevísimo resumen de lo que él mismo me ha contado hace unos días:
El resto lo sabemos. Así que aquella noche de 2005, ese niño televisivo, fan de los lates americanos, se marcó un monólogo para abrir boca, que funcionó como una declaración de intenciones. Entre otras muchas cosas hilarantes, Andreu citó al jefazo de Antena 3, Mauricio Carlotti, que era, es, un hombre de corta estatura. Andreu contó así su llegada a la cadena:
Esta broma, que parece una tontería, era catártica, era provocadora, era, decía, una declaración de intenciones. Pregunté a sus guionistas cómo se gestó aquello y todos me dijeron que el gag tenía toda la pinta de ser del propio Andreu. Y efectivamente:
Buenafuente siguió con su late. Consolidó su formato y consiguió el consenso del resto del país: era un buen cómico y tenía un buen equipo. Apenas un par de años después, una noche cualquiera, una Concha Velasco despechada (su sonada y dolorosa ruptura con Paco Marsó fue portada de todas las revistas y alimento de todos los magacines televisivos del momento) estaba tumbada en la cama del hotel al que se había retirado al perder su casa. Lo que ocurrió se lo contó Velasco al propio Buenafuente en el documental que hizo El Terrat sobre el cómico catalán y su universo, El culo del mundo, que se puede ver en Filmin.
Así que se puede decir que Buenafuente salvó del suicidio a Concha Velasco. Si esto no es un VIVA LA TELEVISIÓN como una catedral, yo ya no sé…