Villano Antillano: "A Bad Bunny se le aceptan ciertas cosas porque sigue siendo un hombre cishetero"
La cantante trans de reguetón ha saltado a la fama después de su colaboración con Bizarrap.
“La Villana”, “que si tengo flow cabrón, que si meto la presión, que si no puedes conmigo, mala mía”. Con esta presentación y una base a cargo de Bizarrap, Villano Antillano se ha coronado con la Sesión 51 en las listas de éxitos de todo el mundo como un nuevo nombre a tener en cuenta en la música urbana.
No solo eso. Se ha convertido en la primera mujer trans en hacerlo rompiendo todos los techos de visibilidad de un género tradicionalmente anclado a los hombres y criticado continuamente por sus letras machistas e incluso homófobas.
Villano Antillano, quien ha presentado recientemente su nuevo single KLK y que lanzará próximamente su disco que se ha visto acelarado por el éxito de Bizarrap, comenta en su entrevista con El HuffPost que es difícil hacerse un hueco entre los perfiles que dominan el género en Puerto Rico, cuna mundial del reguetón, pero “el triple o diez veces más para una persona como yo por muchos factores”, aunque admite que “también hay muchísimo talento, mucho, mucho”.
Sin embargo, a pesar de las novedades en las letras sus canciones y su estilo o de que las colaboraciones con Bizarrap sean más orgánicas de lo que se venía estilando en el género urbano, no cree que el panorama esté cambiando en exceso.
“El machismo y la transfobia es lo que abunda, eso es la ley del día, todo el tiempo es lo que se respira, se huele y se come 24/7″, enfatiza. Con respecto a que nuevas figuras que estén cambiando esta idea con el mensaje de sus canciones —véase el Yo perreo sola de Bad Bunny— indica que “hay dos o tres figuras que están intentando romper”. “Pero por ejemplo, a Bad Bunny se le aceptan ciertas cosas porque sigue siendo un hombre cishetero que llega a mucha gente y ese privilegio de persona cishetero le permite adoptar unas tendencias queer que se le critican o se le condenan”, señala.
“A mí, a la gente como yo, nos matan por la calle pero es verdad que él ha instrumentado y ha traído conversaciones a la mesa que se tenían que tener. Punto. Ahora siento que ha liberado mucho a los hombres de Puerto Rico, que ahora todos se hacen las uñas sin ningún tipo de vergüenza. Eso es superpositivo, pero tiene que ir mucho más allá”, añade.
Aunque exime de responsabilidad a los reguetoneros y apunta a que cambiar estas dinámicas y “deconstruir el género, nos corresponde como sociedad entera”. “Parecería que nos estamos moviendo en esa dirección, pero te diría que el 90% del resto son unos homófobos, tránsfobos, reventaos… Y si no son activamente homófobos y tránsfobos se quedan callados cuando sus amigos lo son”, apunta.
Dentro de esta reformulación de la industria de la música urbana, Antillano recuerda que no hay que pasar por encima lo conocido como queerbaiting, es decir, jugar con ser del colectivo LGTBI para ganar seguidores u oyentes. “Hay muchísimos raperos hombres que siendo como ambiguos les está yendo mejor porque como que se corre la posibilidad de que los maricones estén como pendientes en las redes y demás”, explica. “Tenemos mucho poder en las redes y mucha presencia como colectivo, entonces es un mercado que se quiere explotar. Eso nace solamente de una necesidad capitalista, no porque te respeten, no porque quieran contigo, nada que ver, es capitalismo”, enfatiza.
Para aquellos que se sorprendan al escuchar temas tan reividincativos como Vocales, Muñecas o Pájara, la cantante asegura que es normal y no tiene nada en contra de aquellos a los que llamen la atención sus mensajes. “Lo importante es el deseo, tener esa mente abierta y saber que nadie tiene la verdad y que tú no puedes andar por la vida pensando que lo que lleva otro tú lo puedes negar. Tú no eres absolutamente nadie para cuestionarnos. Yo no cuestiono nada de otra persona, siempre y cuando no entre en el daño hacia los demás”, detalla.
“Es normal porque todo el mundo se condiciona de una manera, bien cishetero porque el mundo es así, o bien hasta hace bien poco, que estamos empezando a cambiar en esa dirección. No me toma por sorpresa que a la gente le cueste que escuchen una voz y la imagen no es como lo que piensan que va a ser. Todo eso sé que les choca”, señala y recalca que lo importante es que “la música está cabrona”.
Fuera de la burbuja de lo queer en la industria, Villano recuerda que La Veneno fue uno de sus referentes trans, de hecho fue la primera mujer trans que conoció y le hizo borrar sus prejuicios e identificarse. “La descubrí porque pasaba demasiado tiempo con 18 o 19 en YouTube y el algoritmo me trajo el vídeo de cuándo la descubrieron en el Parque del Oeste y quedé como muerta, me puse a investigar y a buscar y encontré todos los vídeos de ella como superclásicos, me pareció todo un icono. Después indagué, leí su libro, aprendí sobre su vida, vi la serie...”, detalla.
Al ver la serie Veneno, de Los Javis, confiesa que volvió a reconciliarse con todas sus compañeras. “Hay tanta magia, tanta representación de nosotras y de nosotres ahí que a mí realmente me reseteó. Se me había olvidado lo bonito que es todo eso, lo bonito que es la lengua y la amistad, incluso con mis propias amigas que son mis hermanas. A veces, estamos tan encerradas en el día a día, en sobrevivir, que se nos olvida lo hermoso y la magia a la que solo nosotras tenemos acceso”, indica. “La Veneno me dio para conectar conmigo misma y a entender mi camino. Lo que conocía de las mujeres trans eran falacias de lo que se decía por ahí yo no sabía ni conocía a ninguna mujer trans. Yo no podía apalabrar porque no sabía que era posible. Su historia como que a mí me despertó”, explica.
Con respecto a la apropiación de términos como ella misma hace en Muñeca o Pájara Antillano llama a hacerlo dentro de entornos LGTBI. “Con mis amigas cuando estamos aquí en vacilón les puedo decir que estoy hablando travesti o lo que sea porque es un chiste entre nosotras. Nosotras sabemos lo que es y lo que conlleva el peso y la marginación de esa palabra. Sé lo que es y me lo han dicho con todas las letras y la connotación negativa de degradarme y hacerme menos”, indica.
“Pienso que no hay cosa más valiosa y más valiente que hacer chiste cuando tú no la estás pasando bien. En Puerto Rico es muy común eso, entonces es enteramente normal que mis amigas y yo lo hagamos así”, explica. “Es más bien que nos ayuda a confraternizar diría, pero sí que tiene que haber algo de reapropiación, pero no es lo mismo que lo diga alguien de fuera, porque se va a llevar el puño en la boca de ahí”, apostilla.
Recuerda que lo mismo sucede con la palabra “maricón”, tan usada en Puerto Rico y otros países de Latinoamérica como quien dice “cabrón”, en tono cariñoso. “Está mal, sí, en el sentido de que deberías saber lo que hay detrás de eso y saber que no hace de ahí”, detalla.
La noticia del éxito de Villano Antillano pasa también por el entorno donde se da, tal y como recuerda la propia cantante de la rural Bayamón al norte de la isla: Puerto Rico es de los países con más feminicidios.
“Allí implantar un currículo con una perspectiva de género para que los hombres no crezcan y maten a sus mujeres como pasa todos los meses es bien difícil”, señala. Sin embargo, no cree que su ejemplo vaya a cambiar nada ni que sea su responsabilidad hacerlo.
″Puede cambiar muchas cosas, pero no va a cambiar los feminicidios ni los transfeminicidios, eso no va a ocurrir porque no nos compete a las mujeres, les compete a los hombres preguntarse por qué yo tengo un deseo de matar algo cuando no lo puedo controlar porque como macho si ya no es mía no la puede tener nadie, qué dentro de mí me hace ser un monstruo que pueda tomar esas decisiones”, indica y lo compara con el racismo.
“También si te ven guapa, exitosa, ven que no eres un monstruo como a mí me enseñaron, la gente te entiende y puede pensar que es igual o que no es lo que imaginaban”, explica. Por ejemplo, al relacionarse con hombres habla de que el 70% de la población masculina son “heteroflexibles”. ”Siempre me vienen con el rollo que nunca habían estado con una chica como yo y tal, y yo me quedo como ‘¿nunca le has hablado a una chica?, ¿nunca has estado con una nena? ¿eso me estás diciendo?’ porque no está pasando más nada”, señala y apunta que con ese tipo de comentarios se va normalizando.
A pesar de esto, no ve que su país esté preparado para una Ley trans como la aprobada en España. “Mi país tiene un arroz con culo con tantas cosas, como puertorriqueña te diría que en el panorama social quedan tantas cosas por hacer, que esto está en el número 24 en la lista”, indica.
“Es triste porque va a morir mucha gente por eso y es triste pensarlo, pero es una realidad. En Puerto Rico hay una fobia a lo que es una educación con perspectiva de género, unas ideas erróneas de que vamos a sexualizar a les niñes, cuando de lo que se está hablando es de una posición de respeto, de igualdad, de que las niñas no tienen que tener la sumisión ante el hombre, que cuando se habla es de iguales, se trata de respeto”, se queja y apunta a que socialmente hay una fobia a la educación inclusiva con la que piensan que “sexualizan a los niños”.
“Dicen que si la religión, que si la educación, pero luego tienen a los curas violando chamaquitos y tocando. Es la hostia, pero ahí nadie dice nada. La gente cishetero de ese sector en Puerto me parece hasta pervertida”, enfatiza.
Como ejemplo de la regresión que hay en el país, apunta a Proyecto Dignidad, un partido ultraconservador que busca retirar derechos ya conseguidos, como el derecho al aborto, sobre el cual propusieron penalizar con 99 años de cárcel —la pena máxima— a las mujeres que lo ejercieran. “El hecho nada más de que alguien se pare en una Cámara a proponer un proyecto de ley que digan las cosas que dicen, es como un insulto porque yo no me lo puedo creer. Y verás que se llena de gente que los apoya”, indica. “El ver esas cosas no se trata de ser provida, es de ser antimujer, lo que quieres es joderlas, punto”, señala.
De la educación dice que “se ha quebrado” para que sea un pueblo dócil dominado por el fanatismo religioso. “Es un pueblo que va a hacer lo que tú le digas si le hablas fuerte con mucha convicción como hacen los políticos, que parecen pastores. Eso es bien fácil de controlar y de mantener como una colonia”, explica.
Con su país, Villano Antillano tiene sentimientos encontrados, por un lado le gustaría dejarlo y, por otro, volver porque está muy unida a su tierra y cree que hay mucho talento incluso dentro de lo que llama “maleanteo”, esa estética de bandas que muchas veces copa el reguetón.
“Mucho del reguetón que sale de ahí sale de abajo, la mayoría son pobres, son negras y hay mucho del bajomundo. Hay mucho peliculeo, mucho maleanteo, no necesariamente hay lujo, pero sí un estilo de vida como vándalo, pero no es de pega, es de verdad”, apunta y critica el clasismo que se tiene con este tipo de música. “La gente piensa que esos éxitos son menos porque no te nominan para un Grammy, pero esa gente mueve masas. No siento que tengas que saber muchas palabras para ser un buen rapero, siento que saber utilizar el idioma, sea como sea que lo uses”, señala. “Yo utilizo mucha jerga puertorriqueña y muchas palabras que son de la comunidad y muy nichas, trato de no hacerlo porque también quiero expandirme”, apostilla.