Vicente del Bosque: "Nuestro Mundial fue el éxito de un país moderno"
Entrevista con el ex seleccionador nacional de fútbol en el décimo aniversario de la final de Sudáfrica.
Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) atiende a El HuffPost a escasas horas del 11 de julio, el día grande del fútbol español, una efeméride lo suficientemente importante como para recordar aquel tiempo tan feliz. Hace diez años España tocó el cielo con el gol de Andrés Iniesta, el gol de todos, un zarpazo que llevó a la selección a la conquista del Mundial de Sudáfrica y culminó en una fiesta imborrable.
Ahora, a vueltas con los rebrotes del coronavirus, con las devastadoras consecuencias de la pandemia y con la insoportable crispación política, se rescatan aquellos momentos donde la bandera unía y el abrazo era sincero, todo un símbolo de una euforia pura sin que importase nada más que eso, la alegría colectiva. El fútbol tiene ese poder y a Del Bosque, amable siempre con todos, un señor con todo lo que conlleva y que nunca se ha sentido muy cómodo con el halago, le corresponde un reconocimiento mayúsculo por ser el capitán de aquella nave, el jefe de un equipo irrepetible que logró la estrella más ansiada.
¿Es cierto que no había visto apenas partidos del Mundial hasta el confinamiento?
Imágenes sueltas, pero los partidos enteros no. Ahora sí los he visto todos. Los del Mundial y los de la Eurocopa. No tenía mucho interés. He tenido tiempo y los he apreciado, me ha venido bien volver a recordarlos porque muchas veces tienes una imagen deteriorada de lo que has vivido. Ahora puedo decir que hicimos bastantes cosas bien.
Han pasado diez años de ese Mundial y merece que se recuerde como es debido...
A mí me gusta poco lo de las celebraciones, pero no dejo de ver que fue un hecho histórico del fútbol español. En ciento y pico años, España no había ganado nada en el Mundial, y eso que hubo generaciones de futbolistas muy buenas que no lo consiguieron. Sin embargo, con nosotros, en Sudáfrica, lo conseguimos. Creo que nuestro Mundial fue síntoma de un país moderno, el éxito de un país que ha avanzado muchísimo. El deporte es un reflejo de ello.
¿Por qué ganó España?
Teníamos un grupo de jugadores muy buenos y teníamos un estilo de juego muy definido. Y tuvimos esa pizca de suerte que hay que tener. Aparte, veníamos de ganar la Eurocopa en 2008, algo que nos daba un cierto nivel. Pero vaya, que hubo esa pizca de suerte que se necesita para ganar un campeonato de esta categoría.
Como seleccionador, tuvo que competir con otros 46 millones de seleccionadores. ¿Notó que todo el mundo opinaba sobre su trabajo?
Eso es normal. El fútbol genera mucha opinión y nadie tiene la verdad absoluta. El otro día lo comparaba: en esta época de coronavirus, el que no sabía del tema le despedían. Pues igual en el fútbol. El que no sabe, a la calle.
Usted siempre menciona el silencio angustioso que hubo en el trayecto al estadio antes del partido ante Chile, decisivo para pasar la fase de grupos. ¿Cómo fue el viaje en autobús el día de la final? ¿Hubo el mismo silencio?
Sí que es verdad que el día de Chile el silencio era tremendo, se notaba la responsabilidad que teníamos. Si no ganábamos, nos íbamos a casa. En cambio, el día de la final, no había más motivación que la del romanticismo que tiene jugar un partido que seguramente muchos no volverán a jugar en su vida. También nos acordamos de todos los chavales de España, de los más jóvenes.
¿Qué significa el gol de Iniesta para usted?
Todo. Refleja perfectamente lo que ha sido nuestro estilo, nuestro juego y nuestro fútbol. Y esa suerte que mencionábamos. Me alegré mucho por él.
Con el Mundial, usted pasó a ganarse el respeto de todos, o de casi todos. ¿Le da pudor tanto halago, que se le tenga tan bien considerado?
Bueno… El fútbol español tenía ya muy buena estima a nivel de clubes, pero a nivel de selección no habíamos ganado nada. Es bueno que en el fútbol español, más allá de Madrid, Barcelona, Valencia o Atlético, clubes respetados por todo el mundo, la selección española fuera un poco a remolque de ellos. Afortunadamente, lo logramos. Ahora no digo que vayamos a ganar el próximo Mundial, pero sí podemos optar a ello.
Y respecto a lo del apuro… pues sí, no me siento muy cómodo. Pero entiendo perfectamente el afecto de la gente. Durante estos diez años creo que no ha habido ninguna provincia de España que no haya visitado. He ido a casi todas o a todas. Lo he hecho para devolver ese afecto que nos han dado.
¿Alguna vez había visto tanta alegría entre los españoles como en aquella fiesta de hace diez años?
Sabíamos y éramos conscientes durante todo el recorrido del Mundial que había una corriente enorme de alegría. También era verano, la gente estaba ociosa, con tiempo libre. Y en cualquier pueblo, barrio o ciudad, la alegría fue enorme. Eso no es malo. Cuando se gana algo, hay que celebrarlo, está bien.
¿Qué le impactó de todo aquello? ¿Se queda con alguna imagen grabada?
Pues no lo sé… Fueron días de muchas emociones, y eso que intento controlarlas. Fueron días muy emotivos. Alcanzamos algo que, para los que somos un poco románticos de este deporte, nos hacía muy felices. Y no siempre el fútbol ha sido muy querido por el gran público. Ahora, o al menos en esa época, ganó muchas simpatías.
Ahora que está todo tan crispado, después de estos meses tan complicados, una alegría como aquella le iría muy bien a España.
Pues mira, después de este Covid traicionero que hemos tenido, todo este inicio del campeonato, el que haya vuelto la Liga, ha generado un cierto optimismo. Aunque no ha habido público, se han jugado muchos partidos, El fútbol ha logrado transmitir un optimismo importante y se está desarrollando todo el campeonato de manera natural. Eso es bueno. Si miramos atrás hace un mes, parecía impensable que se pudiera jugar.
España es un país muy resultadista. ¿Ha perdido apego la selección después de los últimos chascos en los grandes torneos?
No, tampoco hemos perdido. Desde que nos fuimos nosotros, en 2016, estuvo Julen Lopetegui dos años y hasta Rusia no se perdió ningún partido. Y de hecho, en Rusia y ya con Fernando Hierro y todo el lío que se armó en el Mundial, nos volvimos con cero derrotas; se perdió contra Rusia en los penaltis de octavos de final. Tampoco están mal las cosas. Luego estuvo Luis Enrique, con Robert Moreno se ha hecho buen trabajo… Tenemos buenos jugadores y seguro que estaremos a buen nivel.
¿Los partidos del Mundial, los ha visto con su hijo Álvaro?
Sí, a él le gusta mucho, pero en realidad él prefiere la parafernalia que rodea al fútbol… Ja, ja.
¿Alguna vez ha dejado de contar alguna anécdota de aquel Mundial?
Poca cosa… La verdad es que tuvimos muy buena relación con los jugadores en aquellos días. Fueron más de 50 días de concentración, la llevamos bien. No fue una línea regular de resultados porque perdimos en el debut, pero la respuesta de todos ellos fue magnífica y tengo un recuerdo entrañable de todos.
¿Lo echa de menos? ¿Volvería diez años atrás?
No, no, no, para nada. No tengo ninguna nostalgia. Ya me pasó cuando me retiré como futbolista, que era algo más duro porque me tenía que enfrentar a la vida desde otra situación. Al fin y al cabo, es una jubilación natural. Nunca he tenido nostalgia del pasado, en eso soy bastante práctico.
¿Se trajo algo de Sudáfrica que aún conserve? ¿Algún amuleto?
Pues no me acuerdo quién me regaló una pulsera con la bandera española. Y la tengo guardada, sí. Está muy ajada porque la tuve no sé cuánto tiempo. No sé si fue Manolo Lama o Paco González, no quiero mentir, quien me la regaló. La llevé todo el tramo del Mundial y ahora la tengo guardada en casa, pero está muy envejecida.