Viaje al centro de la no crisis
El paro sigue por encima de la media de la UE; el desempleo juvenil supera el 45%; el 22,3% de la población vive en riesgo de pobreza con menos de 8.200 euros al año; el salario anual bruto por trabajador se redujo un 0,3% en el último año a pesar de que la economía creció en el mismo periodo más de un 3% y el 39,5% de los hogares españoles no se puede permitir siquiera salir una semana al año de vacaciones.
Pero España, oiga, ha salido de la recesión, aunque usted no lo note y algunas cifras lo desmientan ¿Crisis? ¿Quién dijo crisis? No será la de nuestros diputados. Ahí están, mejor o peor pagados, pero en un constante viaje al centro de la no crisis. Sus sueldos nunca se rebajaron -se congelaron-; sus dietas siempre se abonaron; sus complementos permanecieron intactos y sus transporte, cubierto.
Pasen y lean. Casi 700.000 euros en los seis primeros meses de año en desplazamientos internacionales y aún faltan diez viajes al extranjero de este primer trimestre que los más rezagados aún no han liquidado. De nada ha servido que la Presidencia de la Cámara diera instrucciones ya hace tiempo para que las delegaciones que viajaran fuera de España -casi siempre invitadas por los países de destino- extremaran el gasto.
Salvo los miembros de la Comisión Mixta para la Unión Europea, que se desplazaron el pasado mayo a Bruselas para una interparlamentaria organizada por la Comisión Constitucional del Parlamento europeo que no presentaron gastos a los servicios del Congreso, el resto de los 72 traslados fuera de España tuvo coste para el erario público. Unos más que otros. El más caro, el que la delegación española en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que se trasladó tres días a Estrasburgo y gastó la friolera de 107.000 euros.
En mayo, el traslado de la misma delegación costaría 105.000 euros. Casi 40.000 euros se abonaron en marzo por el viaje de una delegación de diputados a Nueva York con motivo de la 61 Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de de la Mujer.
Y así suma y sigue, desde Viena a Bratislava, pasando por Lisboa, París, Roma, Sofía, San Petersburgo, Belgrado, Berlín, Dacca, Amman, Copenague, Londres, Sicilia, Milán, Helsinki, Quito o Buenos Aires hasta acumular la friolera de los 700.000 euros.
Y es que crisis o no crisis, el Parlamento español nunca escatimó en gastos para los viajes de los diputados, un capítulo sobre el que apenas hay controles y sí mucha opacidad cuando se pregunta por el coste individualizado para el erario público de cada parlamentario viaje por España o por el extranjero. La transparencia siempre fue en el Congreso una mera declaración de intenciones.
Sólo la presión mediática y social logró que en 2014 y como consecuencia del "escándalo Monago" -que cargó al Senado viajes de carácter personal-, las Cortes aceptaron publicar cada trimestre el gasto general, y no individualizado al entender que la fiscalización sobre este asunto sería tanto como censurar o controlar la labor política y parlamentaria. El control no va más allá de ciertos mecanismos de supervisión establecidos sólo por algunos Grupos Parlamentarios sobre cada uno de los desplazamientos. Traducción: que debe ser el propio diputado quien utilice de "manera responsable" los medios que la Cámara pone a su disposición.
Lo cierto es que la contención en el gasto brilla por su ausencia tanto en los traslados internacionales como en los nacionales, que en el primer semestre de año han costado más de 3 millones de euros, un 40% más que en el mismo periodo de 2016. Dividan y tendrán la media: 7.000 euros por diputado. Del total del gasto, 726.000 euros se desembolsaron en concepto de cambios y anulaciones de billetes.
El debate es eterno porque ahí sigue vigente el Estatuto del Diputado de 1978 recogido en el artículo 8.2 del Reglamento del Congreso y en el que reza que sus señorías tiene derecho "a las ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función". De ahí que la Cámara Baja corra con los gastos de transporte en avión, barco, tren o autobús sin más control que cuando el parlamentario se desplaza desde o hacia su lugar de residencia "habitual u ocasional" y desde o hacia su circunscripción de elección debe comunicarlo por escrito a la Dirección de Recursos Humanos y Gobierno Interior de la Secretaría General de la Cámara dentro de los 15 días siguientes a su realización.
Cuando el viaje es a otra circunscripción distinta para realizar actividades políticas, sectoriales o de representación, el aval debe darlo la dirección de su grupo. Y en la actividad política están incluidos los viajes que sus señorías realizan en representación de sus respectivos partidos y no en calidad de parlamentarios. Más claro: que la agenda política también la paga el Congreso de sus presupuestos, a pesar de que cada grupo parlamentario recibe 28.597 euros mensuales y una cuantía variable en función del número de diputados de cada uno de ellos de 1.645 euros mensuales por parlamentario al margen de las subvenciones públicas que reciben los partidos políticos.