Vetusta Morla: "Le dedicaría 'Te lo digo a ti' a Donald Trump"
El grupo madrileño presenta su cuarto disco 'Mismo sitio, distinto lugar'.
casi nEra el final de los 90 cuando los seis miembros de Vetusta Morla se encontraban en los pasillos del instituto José Luis Sampedro de la localidad madrileña de Tres Cantos. Entonces, Pucho, Guille, Álvaro, Juanma, David y Jorge rozaban los veinte años. Han pasado casi dos décadas hoy aseguran que siguen siendo los mismos y mantienen "la misma amistad". Aunque algún cambio sí que ha habido, lo dice el título de su último disco: Mismo sitio, distinto lugar.
La salida al mercado de este trabajo nos sirve como excusa para reunimos con Juanma Latorre (guitarra y teclados) y Álvaro Baglietto (bajo). El encuentro tiene lugar en el sitio de siempre. Un lugar donde empezaron a despuntar en el circuito madrileño hace unos 15 años: el Café La Palma, en el barrio de Malasaña. Aseguran no estar cansados después de un largo día de promoción y presentación. Eso se nota. El buen ambiente en el grupo es más que palpable. Las bromas y comentarios hacen que no se les borre la sonrisa.
Son los Vetusta de siempre y, para mostrarlo, han decidido colocar sus fotografías de adolescencia en los carteles promocionales. Sin embargo,Te lo digo a ti, el primer single publicado el pasado 21 de septiembre, llegó a causar algún "desconcierto" entre los seguidores más puristas del grupo, aunque ellos aseguran que ese efecto era intencionado.
Después de la pérdida de referentes que supuso La Deriva (2014), su anterior trabajo, cuentan que Mismo sitio, distinto lugar quiere ser reflejo de ese aprendizaje. Ese "punto de inflexión" dentro de un constante cambio que califican como "necesario para mantener la ilusión".
Después del cambio en cada uno de los tres discos anteriores [Un día en el mundo, Mapas y La Deriva] y la reconversión de este último trabajo, ¿cuál es la esencia de Vetusta Morla que se mantiene siempre?
Álvaro Baglietto: Lo que pasa es que, por mucho que cambiemos, para la gente seguimos siendo los Vetusta de siempre. En este caso, podríamos decir que nos hemos refundado, el cambio en el sonido ha sido intencionado y no es casualidad que hayamos salido con esta canción [Te lo digo a ti]. Lo que mantenemos es que desde que empezamos en 2002 somos los mismos seis. También mantenemos las ganas de nutrirnos entre nosotros. No nos fijamos en la presión que pueden ejercer el público o la prensa. En eso seguimos siendo iguales. El sentido de la honestidad, mirarnos a las tripas para ver qué necesitamos. En lo personal, desde que empezamos seguimos siendo amigos y mantenemos el mismo ambiente, o mejor.
Juanma Latorre: Como colectivo que hace música, la palabra clave es esa honestidad. Lo que permanece es la necesidad de mostrar lo que vemos, lo que hay en nuestro interior. Queremos mostrar que sea veraz, que sea lo que pensamos como seres humanos, no que sea algo que nos han contado. Curiosamente, para mantener esa esencia hemos tenido que cambiar.
También cambiasteis mucho con La Deriva, ¿qué habéis aprendido de eso?
AB: Con La Deriva hemos aprendido muchísimo. Mira que con Mapas aprendimos y con Un día en el mundo también, pero con este disco fuimos más conscientes de los límites que teníamos como banda y también de las posibilidades. Fue un disco que nos abrió puertas que no habíamos abierto aún. Eso te da una mayor magnitud, te hace plantearte cosas, aprender y reflexionar sobre un montón de situaciones concretas. Lo bonito de La Deriva es que nos llevó a un punto sin retorno y ahí es cuando te das cuenta de que es el momento de recoger todo lo que has cosechado y volver a plantar. En ese punto de inflexión nos encontramos tras La Deriva.
Para el vídeo de Te lo digo a ti, habéis contado con la dirección e interpretación de Nacho Vigalondo, ¿cómo surgió esa apuesta por una producción audiovisual a la que no estabais acostumbrados?
JL: Teníamos claro que la canción que inaugurase la temporada de Mismo Sitio, distinto lugar tenía que ser Te lo digo a ti. Precisamente, para poner el acento en el cambio, que el terreno de juego donde se definiese por primera vez nuestro disco fuera en el de transformación. No queríamos ser tibios con eso y poner una canción, como luego ha sido Deséame suerte, que incluye muchas novedades pero que el espíritu es más cercano a nuestros anteriores trabajos. Queríamos causar desconcierto, una palabra muy presente en el último disco. Queríamos trasladar a la gente el desconcierto que sentíamos con nuestras propias necesidades, por lo que teníamos que hacerlo también a la hora de trasladar eso a lo audiovisual. Se nos ocurrió Nacho Vigalondo por cómo es su trabajo, era alguien ideal para planear cómo llevar al terreno audiovisual ese desconcierto. Y vaya que sí lo fue (risas). Ahí lo tenemos travestido, esposado a una mesa de interrogatorios... Estamos muy contentos con el resultado.
AB: Su forma de interpretar la canción nos pareció maravillosa. Le ha puesto imágenes a esa letra de una manera fascinante.
¿Y lo de las manos acusadoras (en el vídeo, los brazos de Lolita se alargan para señalar al personaje de Nacho Vigalondo) también fue idea de Vigalondo?
JL: Lo de las manos es la única idea que le trasladamos antes de hacer el vídeo, además de contarle la motivación detrás de la canción y demás. Era la imagen que nos rondaba en la cabeza.
Siendo una canción tan directa, ¿a quién se la dedicaríais?
AB: Yo tengo gente conocida que se la dedicaría y ellos lo saben, pero no es plan de publicarlo (risas). A nivel de personajes públicos, estamos tan rodeados que no sabría decirte.
JL: Yo se la dedicaría a Donald Trump, que después de una matanza en Texas de 27 personas, le hablan del control de armas de fuego y dice que eso ha sido un problema de salud mental. Hoy se lo digo a él, mañana te diría a otro.
En comparación con otros grupos de la escena indie nacional, no os habéis prodigado demasiado en colaboraciones con otros artistas ¿a qué se debe?
JL: Hemos colaborado con grupos, lo que pasa es que rara vez hemos dejado constancia de ello.
AB: Hemos hecho una canción con Havalina en estudio y en directo, con DePedro, hemos trabajado un montón, con Xoel López, con Rufus T. Firefly... Jorge con su productora ha colaborado con cantidad de bandas. Guille con Kitai y Jacobo Serra, yo también hago mis pinitos por ahí...
JL: Lo que no somos es muy de hacer el típico featuring de industria. La hicimos con Bunbury y con Jairo [de DePedro]. Públicas creo que esas dos. También con Carla Morrison en Maldita Dulzura.
Dado el alto número de festivales que hay ahora mismo en España, ¿creéis que beneficia a los grupos o que es una burbuja que perjudica a la industria musical?
AB: Lo que pasa con ese tema es que no se trata a los festivales como un evento cultural, sino que se mezcla con el ocio, la diversión, etc. Está bien porque hay bandas que llegan a tener mucho público, pero no refleja el apoyo cultural que tienen realmente. Un grupo que en un festival tiene un montón de público, de pronto llega a una ciudad y no va casi nadie a verlo.
JL: No es que sobren festivales, sino que faltan acontecimientos culturales cuando no hay festivales.
AB: Bueno, quizás lo que falta es público para esos eventos, porque eventos a lo mejor hay. Lo que reflejan los festivales no es el apoyo del público a las bandas, sino el apoyo del público a los festivales.
¿Faltan también ayudas a la música?
JL: Como mínimo falta que no nos pongan la zancadilla. Ayudas en sí mismas nunca ha habido demasiadas. Algunas de esas barreras se van levantando, como el IVA o la imposibilidad del acceso de los menores a las salas de conciertos que era una cosa terrible que teníamos aquí en Madrid, y que, gracias al trabajo de la asociaciíon ¡Queremos entrar! ya pueden volver a acceder. Al final, las barreras que ponen algunas de las administraciones públicas se deben a la poca visión social que hay acerca de la música. Esperemos que cambie o, por lo menos, que evolucione en un futuro.
AB: Ese cambio consiste en calificar a la música como cultura y no como diversión.
Las mujeres solistas o grupos de mujeres ocupan menos de un 20% de los conciertos y actuaciones en festivales. ¿Creéis que tienen que hacer el doble de esfuerzo para llegar al mismo lugar?
AB: Segurísimo. No sé si el doble o diez veces más, eso quién lo sabe mejor es una mujer. Lamentablemente, los hombres no sabemos hasta qué punto es así. Nos hacemos la idea porque todas las bandas en festivales, los técnicos, la producción... son chicos. Además, tenemos muchas amigas que están peleando día a día por salir de esta situación.
JL: Eso sí, estoy seguro que eso cambiará. Es una cuestión de siglos de machismo y patriarcado. Se va avanzando pero poco a poco, al igual que cuando se tenían que conseguir los derechos. La historia, por desgracia, avanza muy lentamente.
En los conciertos, hay algunos artistas como Robe Iniesta que prohíben el uso de móviles. ¿Cómo os sienta a vosotros que la gente se pase los conciertos grabando o haciendo fotos?
JL: No te puedes rebotar. Yo me siento muy ajeno a todo eso como músico que está en el escenario, me molesta más cuando voy como espectador porque no me dejan ver. No sé si es una cuestión generacional, pero nos gusta estar ahí. Seguimos el mindfulness ese que se lleva ahora de vivir el momento. Si grabas el concierto, no lo estás viviendo. Puedes tomar un par de fotos o hacer un par de vídeos, pero sigues disfrutando. Tampoco te puedes enfadar, la evolución del ser humano va por ahí. Cada uno disfruta a su manera, puede que esas personas disfruten más cuando se pongan el vídeo en casa, que no sé si lo harán, porque yo nunca me he puesto nada que haya grabado con el teléfono (risas). Guardamos gigas de cosas que nunca vemos, creo que es más la sensación de que si no lo grabas, se te escapa entre los dedos.
AB: A veces, el público ha venido con cámaras tochas casi de profesionales a grabar el concierto entero. Da más pena por la persona, no por nosotros. Si le ve el road manager sí le dice algo, pero a nosotros nos da igual. Lo que me pasa es que, mientras toco, busco la química con las personas de las primeras filas y con la persona que está grabando no puedo porque está en otra cosa.
JL: Si luego lo comparten, es bueno. Por eso no nos enfadamos, simplemente estamos ajenos a esa forma de estar en el mundo, de relatar las experiencias, seguramente porque me estoy haciendo mayor. Times are A-Changing (risas).
Para grabar este disco habéis salido de Madrid, os habéis movido desde Hansa Studios de Berlín hasta Nueva York. ¿Qué ha cambiado en el proceso de grabación desde Un día en el mundo (2008)?
JL: El proceso de grabación ha cambiado radicalmente. Cuando grabamos Un día en el mundo, lo hacíamos en los huecos que teníamos de nuestro trabajo alimenticio, con el que nos ganábamos la vida. Cuando salíamos de trabajar grabábamos por separado, cada uno cuatro horas. Sin embargo, aquí hemos sufrido un proceso de inmersión total en el proceso. Hemos estado en una ciudad que no es la nuestra, que nos permite ignorar las llamadas y los mensajes. No haces otra cosa que sea tocar, grabar y estar metido en el proceso. Y además, en vez de grabar uno a uno, hemos grabado todos juntos canción por canción.
Todos hemos participado de la grabación de cada tema. Hasta que una canción no estaba terminada, no pasábamos a la siguiente. Eso ha hecho que cada uno tenga una perspectiva muy completa del proceso. Algunas cosas ya las habíamos probado, en Mapas ya habíamos grabado todos a la vez, pero no es lo mismo. Aquello era tomar una foto de cómo tocábamos nosotros. Aquí la foto se estaba revelando en el propio estudio, se estaba terminando de componer ahí.
Y, de cara a la gira, ¿cómo pensáis que va a recibir el público el cambio en vuestro sonido?
AB: Más que de cara a la gira, tenemos percepciones de nosotros mismos, no con el público. Las sensaciones son muy buenas, creo que hemos hecho un discazo y espero que al público le guste. Supongo que sí, tampoco lo hemos pensado mucho.
Pensando en vuestra próxima evolución, ¿Vetusta estará en el Mismo sitio, distinto lugar o en el mismo lugar y en distinto sitio?
JL: Creo que nosotros seguiremos evolucionando, porque sentimos que es el modo que tenemos de mantener la ilusión. Hay dos palabras fetiche entre nosotros: una ha sido honestidad y la otra ilusión. Esta última la ha instaurado Álvaro y, desde que lo hizo, la ilusión es una brújula que nos tiene que guiar desde que nos levantamos por la mañana. La forma de hacer que algo que has hecho 2000 veces te siga haciendo ilusión es cambiar los mecanismos para que sea una cosa distinta sin dejar de ser la misma. Seguiremos tocando y componiendo, pero lo haremos de otra manera para que nos siga haciendo ilusión.