Valladolid, contra las buenas prácticas
Una política supuestamente de izquierdas llama censor al arte contemporáneo...
Necesitamos políticos mejores. Estamos asistiendo al descrédito absoluto de la política con dos consecuencias de una gravedad nunca vista: la pérdida de confianza de la sociedad en el sistema democrático y la posibilidad muy real de que España acabe siendo un estado fallido. En estos términos se vienen expresando los principales periódicos internacionales, desde The New York Times al Frankfurkter Algemeine Zeitung, cuando hablan de nuestro país, y yo, como otros muchos, asisto al espectáculo con amargura porque no veo la forma de cambiar el destino. Sería necesario estudiar quién llega a la política y por qué, pero hay una conclusión clara antes de empezar a hablar, y es que no están llegando los mejores. De hecho, en demasiados casos están llegando los peores.
Todos estamos asistiendo al hundimiento de Madrid, todos vemos cómo la presidenta Isabel Díaz Ayuso sume la capital en una guerra incomprensible mientras se despacha con declaraciones que no se atrevería a lanzar Donald Trump, pero ella está bajo el foco mediático. Hay otros miles de políticos igual de ineficaces, incluso dañinos, que no reciben la atención de nadie porque trabajan en puestos menos visibles, en ciudades menos grandes o, simplemente, porque trabajan en Cultura. Es el caso de Ana Redondo, concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Valladolid por el PSOE.
Para quien sea ajeno a este caso resumiré brevemente. Este año es el 75 aniversario de las Naciones Unidas y el 75 cumpleaños de Cristóbal Gabarrón, productor de obras pictóricas y escultóricas de la marca Cristóbal Gabarrón, dirigida por el hijo del mismo, Cris (diminutivo de Cristóbal) Gabarrón. Esta empresa ha desarrollado bajo los gobiernos del PP una poderosa influencia bajo la protección del anterior alcalde de Valladolid, el popular León de la Riva. Su situación le ha reportado decenas de obras públicas de escaso valor artístico pero que han reportado enormes beneficios económicos. La historia del arte no ha mostrado el menor interés por el trabajo de Gabarrón, pero los políticos sí, es un tema muy interesante.
Con motivo de estos dos cumpleaños, el Ayuntamiento de Valladolid ha programado (contra la voluntad del director del museo) una exposición de las obras que produce la empresa Gabarrón en el Patio Herreriano de Valladolid después de haber recibido el no rotundo del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Tras conocerse este hecho, el mundo del arte español ha reaccionado contundentemente en contra. Desde los directores de los museos más importantes a los críticos, pasando por la casi totalidad de artistas españoles, han firmado o escrito en contra de este absurdo. Solo el director de un diario vallisoletano se expresó a favor, explicando poco más o menos que la empresa Gabarrón es uno de los grandes artistas vivos. Es el único que tiene noticia de ese hecho, lo afirma el doctor en Historia del Arte que firma estas líneas. La estrategia del periodista en aquel editorial fue machacar a Javier Hontoria, director por concurso del Patio Herreriano, acusándolo de marxista. Todos los que se han expresado en contra de la exposición de la empresa Gabarrón son unos soviéticos peligrosos, ergo el arte en España es revolucionario, desde los críticos de ABC hasta el director del Reina Sofía, pasando por los premios nacionales vivos. Este es el nivel.
El de este artículo que está usted leyendo es un titular muy aparatoso, es cierto, pero este texto se escribe para contestar otro con un titular aún más espectacular. Hace dos días la concejala de cultura de Valladolid publicó otro artículo bajo el título Censura para arremeter contra todos los que se han expresado libremente contra esta exposición que se comporta con las buenas prácticas como haría un matón de barrio. La concejal del PSOE acusa a todos, repito, a todos, de censura. En un país que ha sufrido una dictadura que practicó la más miserable de las censuras, una política supuestamente de izquierdas llama censor al arte contemporáneo porque se manifiesta en contra de la imposición de una exposición que solo tiene interés en el terreno político, no en el artístico. Ella impone y nosotros, cuando lo denunciamos, estamos censurando. Esos son nuestros políticos, esa es la razón del triste estado de nuestra querida España.
Hay en todo esto dos ganadores. El primero es el productor de obras escultóricas y pictóricas de la empresa Gabarrón, Cristóbal Gabarrón. Pese a no haber conseguido despertar el interés del mundo del arte por sus producciones, ha logrado un apoyo político que le ha reportado cifras astronómicas y un currículum que no ha podido hacer en museos y galerías. Bueno, Consuelo Císcar le hizo una exposición en el IVAM, pero esto viene a darme la razón. Por otra, ha ganado el sistema del arte español. Somos un colectivo que no siempre rema en la misma dirección, tenemos intereses distintos y a veces contrapuestos, pero la arbitraria injusticia y la imposición dictatorial en el asunto de la exposición de la empresa Gabarrón en el Patio Herreriano se ha dado una unidad emocionante, una comunión de intereses que demuestra que es posible que un día lleguemos a tener un poder de decisión frente a las instituciones que reivindique el valor de la cultura frente a los que, como la concejal Ana Redondo, quieren convertirla en un instrumento de la baja política.
Gracias por posibilitar esta unidad, Ana Redondo. Y gracias también a la empresa Cristóbal Gabarrón.