Una semana después del huracán María, a Puerto Rico se le agota la esperanza
"Nos han abandonado".
Viviendo en las profundidades del mayor proyecto de vivienda pública del Caribe, el activista Antonio Látimer, conocido como "Puruco", ya no sabe qué más puede hacer.
"Se nos está acabando el agua potable, la comida, tenemos un montón de gente con diarrea, estamos sufriendo brotes de conjuntivitis por todas partes y no tenemos medicamentos. Ni siquiera ha venido alguien del gobierno a ver cómo estamos. Nos han abandonado", declaró el jueves 28 Puruco, exitoso exjugador de baloncesto convertido ahora en uno de los líderes del complejo de viviendas públicas Luis Llorens Torres, en San Juan (Puerto Rico).
Pese esta lamentable situación, el antiguo y querido ala-pívot de la selección de Puerto Rico puede considerarse afortunado, en cierto modo: tanto él como su familia viven en la capital del país y hasta tiene la suficiente cobertura telefónica para recibir y mandar mensajes. Fuera de la zona metropolitana, la situación es mucho más complicada.
Ha pasado poco más de una semana desde que el huracán María arremetió contra Puerto Rico con vientos que superaron los 250 kilómetros por hora y dejaron inundaciones de más de medio metro de profundidad. El huracán María azotó el país apenas días después del paso del huracán Irma, que acabó con la vida de al menos 16 personas en el Caribe y dejó a miles de familias sin hogar. Casi la mitad de la población del país carece de agua para consumo, muchos de ellos tampoco tienen alimentos y las filas para repostar combustible se alargan kilómetros y kilómetros.
Apenas pueden usar los teléfonos. La desesperación es tal que los coches se paran en mitad de la autopista si detectan la más mínima señal de cobertura. Las redes sociales están abarrotadas de mensajes de familiares buscando a sus seres queridos. Internet está lleno de mensajes de ánimo, pero muchos estómagos siguen vacíos. La esperanza parece desvanecerse fugazmente.
El centro de la isla ha sufrido las consecuencias más graves.
"Hemos hecho limpiezas importantes en las carreteras, pero aún no hemos podido llegar a algunos barrios", relata Jaime Barlucea, alcalde de Adjuntas, una de las ciudades del centro de la isla".
"Hemos asumido toda la carga por nuestra cuenta desde el primer día porque es muy complicado comunicarse con el gobierno central. Hemos sufrido corrimientos de tierras y aún estamos tratando de rescatar gente", declaró con la voz visiblemente cansada y afectada.
Estas palabras de Barlucea reflejan el sentir de la mayoría de los alcaldes que lograron llegar al Centro de Convenciones de Puerto Rico, donde el gobierno ha establecido su sede y donde se encuentra el gabinete del gobernador Ricardo Antonio Rosselló.
La alcaldesa María "Mayita" Meléndez, del municipio de Ponce, ha estimado los daños materiales sufridos en su ciudad en 50 millones de dólares. William "Willito" Miranda, alcalde de Caguas, todavía tiene que calcular las pérdidas materiales, pero considera que, solo en infraestructuras, estarán en torno a los 20 millones. Vega Baja, una ciudad famosa por sus playas ideales para el surf, "estuvo un par de días prácticamente sumergida", según palabras de su alcalde, Marcos Cruz Molina. No dejan de salir a la luz más y más desgracias.
"Es una locura. No tenemos ni gasolina ni electricidad. Conforme pasan los días, la gente se desespera más", explica Luis Manuel Arraiza, un publicista de 33 años residente en la barriada de Sandín, una zona al pie del mar que solía ser tranquila y que ahora está ensordecida por el incesante ruido de los generadores.
Luis Manuel Arraiza también consideró la posibilidad de comprar un generador para que la situación fuera más llevadera para su familia, pero los generadores funcionan con diésel, "y no queda ya diésel ni gasolina".
Al igual que les sucede a muchos puertorriqueños, a Luis Manuel Arraiza le cuesta encontrarle sentido a lo sucedido. Con los precedentes, las infraestructuras de Puerto Rico deberían haber estado preparadas antes de que llegaran los dos huracanes gemelos.
"La situación ya era insostenible. Era un enorme caos. A veces, incluso una pequeña tormenta de viento podía provocar cortes de electricidad durante días", denunció Judith Enck, exadministradora de la región 2 de la EPA, que abarca Puerto Rico y las Islas Vírgenes estadounidenses.
Después de que el huracán Irma devastara la isla hace varias semanas, las mediocres infraestructuras de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE) quedaron dañadas, pero los funcionarios públicos lograron poner de nuevo el sistema en funcionamiento. En esta ocasión, parece ser que Puerto Rico va a permanecer más de un mes en la oscuridad.
Los problemas son tristemente frecuentes en este paraíso perdido.
Muchos piensan que gran parte de la culpa la tiene la inoperancia del gobierno (local y federal) o su simple indiferencia. Así se expresaba René Plasencia, legislador estatal republicano de la Cámara de Representantes de Florida: "Me cuesta mucho entender qué es lo que está pasando. Hay algún problema político. No sé cuál exactamente, pero lo hay".
René Plasencia aterrizó en Puerto Rico a principios de esta semana con más de 180.000 kilos de alimentos, agua y otros productos de primera necesidad recolectados por la "diáspora boricua", otras comunidades y el sector privado.
El legislador estatal es puertorriqueño por parte de madre y el abuelo de su mujer también nació en la isla. Si había un momento perfecto para homenajear a su linaje, era este.
René Plasencia también se mostró afligido por lo difícil que había resultado reunir esa ayuda para Puerto Rico, que ha sufrido su peor crisis de los últimos cien años: "Puerto Rico es parte de Estados Unidos. Todos y cada uno de sus ciudadanos son estadounidenses, y cuando un estadounidense necesita ayuda, los demás estadounidenses deberíamos dársela".
El flash de las cámaras no ha parado de iluminar las ruinas que han dejado los huracanes y, ciertamente, Puerto Rico ha recibido la visita de dignatarios extranjeros, como es el caso de Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, y Marco Rubio, senador por el Estado de Florida. Sin embargo, René Plasencia ha puntualizado que hay una gran diferencia entre venir de visita para mostrar al mundo que has estado ahí y ponerte manos a la obra para ayudar de verdad. Ha hablado con su compañero republicano Marco Rubio para debatir diversas ideas y se ha puesto en contacto con la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), pero aún sigue esperando que le den respuestas concretas. Sin embargo, hay que hacer algo ya.
René Plasencia admite que las ingentes deudas de Puerto Rico, su pasado colonial y las restricciones impuestas por la Ley Jones han contribuido a la catástrofe. El jueves 28, tras 97 años con una ley que solo permite el intercambio marítimo de bienes entre Estados Unidos y Puerto Rico si el barco tiene la bandera estadounidense, el gobierno central de Estados Unidos acordó suspenderla temporalmente.
El presidente Donald Trump viajará el próximo martes 3 a Puerto Rico, pero se desconoce todavía en qué estado encontrará la isla.
Este artículo fue publicado originalmente por el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.