Una líder en busca de partido
Pasando a Yolanda Díaz al otro lado de la igualdad nos encontramos con que Sumar = Yolanda Díaz.
Si mañana —un suponer— un objeto volante no identificado de procedencia extraterrestre abduce a Yolanda Díaz y se la lleva a la galaxia espiral M31 —cosas más raras hemos visto en política— Sumar desaparecería. Entiéndase: no estamos diciendo que Sumar sufriría un duro golpe ni que tendría dificultades para encontrar una nueva líder a su altura. No. Si al ente político —no es un partido, ni una agrupación de electores, ni un think tank, ni una coalición, ni un club de fumadores— que es Sumar le restamos a Yolanda Díaz, el resultado nos da cero. No hay que ser un genio de las matemáticas para despejar la incógnita en la ecuación: pasando a Yolanda Díaz al otro lado de la igualdad nos encontramos con que Sumar = Yolanda Díaz.
A día de hoy, Sumar es simplemente el nombre artístico de Yolanda Díaz. Ahora hay que encontrar las canciones para grabar el elepé. Los que seguimos boquiabiertos tras ver el documental sobre Locomía en Movistar+ encontramos parecidos razonables entre ambas situaciones. Un principio básico de la publicidad señala que el márketing de un producto ha de centrarse en negar su principal limitación. Y, en efecto, el proyecto más personalista de la democracia española —hasta Podemos contaba con coreografía— basa su estrategia en repetir que es Yolanda la que viene humildemente a sumarse. ¿Pero a sumarse a qué, si Díaz es la que pone en marcha el proyecto? Volvamos a las matemáticas elementales y recordemos que el cero es el elemento neutro de la suma. Si te sumas a cero, te quedas como estabas.
La política gallega lo repite sin cesar: Sumar no trata sobre partidos, ni sobre siglas, ni sobre sillones. No trata sobre ideologías ni sobre listas. No trata sobre la vieja política de derechas o de izquierdas. Sumar no trata sobre nombres propios. Todo el público contiene la respiración, porque a la vez quiere y no quiere oír la única afirmación que tendría sentido decir después de tantas negaciones: “Por ahora Sumar sólo trata sobre mí”. Y el único activo del proyecto en este momento son las muy considerables connotaciones positivas que el icono de Yolanda Díaz posee —crecientes de forma pareja a su proceso de anneigartiburización— ante un electorado adherido con fidelidad digna de mejor causa a esa permanente decepción que llamamos “izquierda Mr. Wonderful”.
Yolanda Díaz sabe ilusionar con su prosodia de profesora de infantil y un discurso que podría cruzar una ardilla saltando de cliché en cliché. Líder mercenaria, soldada del amor —en términos de Marta Sánchez—, su proyecto aún no tiene contenido, a la espera de que realice su proceso de escucha. ¿De verdad no lleva ningún a priori más que la ternura, la esperanza y la positividad? Si escucha una y otra vez que la unidad de España es una valiosísima riqueza de la clase obrera nacional o que la libre elección del sexo tiene tanta lógica como la libre elección de la edad, ¿lo sumará al ideario de Sumar sin dejar de estar desbordada de alegría? Es habitual que los votantes busquen partido. No lo es tanto que lo busquen los líderes. Tendremos que esperar al año que viene para saber si unos y otros están buscando lo mismo.