Una legislatura diferente en la Asamblea de Madrid
Este martes se compone la Cámara autonómica con el reto de legislar tras casi dos años con solo dos leyes aprobadas.
El teatro de la política madrileña levanta el telón. La Asamblea de Madrid, la Cámara legislativa de la Comunidad, se compone un mes y cuatro días después de la aplastante victoria de la popular Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo.
La sesión de este martes es la primera de la nueva legislatura y tiene un único objetivo: elegir a la presidenta de la Asamblea, que será la exconsejera de Presidencia Eugenia Carballedo (PP), y al resto de miembros de la Mesa, el órgano de Gobierno de la Cámara. El show empieza con pacto entre PP y Vox. Los populares han cedido uno de sus asientos en la Mesa a la ultraderecha.
Por primera vez, Ayuso controlará la Mesa de la Asamblea, que en la anterior legislatura estaba en manos de Juan Trinidad, de Ciudadanos. Parece una cuestión menor, pero lo cierto es que quien controla la Mesa tiene mucho ganado, ya que es la encargada de marcar los tiempos de la actividad parlamentaria.
La elegida por Ayuso para ocupar la presidencia de la Mesa ha sido su mano derecha en el Gobierno regional. Toda una declaración de intenciones para evitar conflictos como el del decreto de disolución de la Asamblea, que enfrentó al Gobierno regional con la Cámara por la interpretación del reglamento. Y todo porque Ciudadanos no quería elecciones y Ayuso sí.
Aún están en el aire los nombres de quienes se harán con las tres vicepresidencias y las tres secretarías de la Mesa. En principio, al PP le corresponden cuatro puestos por su peso parlamentario (65 escaños), aunque Ayuso ha pactado dar un quinto a Vox (13 escaños) para facilitar la investidura y atar la legislatura.
A la extrema derecha no le corresponde ningún asiento y ahora que lo ha conseguido, la presidenta en funciones ha hecho un guiño a Rocío Monasterio. Tras este acuerdo, anunciado este martes, todo parece indicar que ambos partidos tejerán una buena relación en estos dos años. La presidenta en funciones ha propuesto de nuevo como portavoz a Alfonso Serrano, su director de campaña. Será él quien negocie con la portavoz de Vox, pero la extrema derecha no se lo pondrá fácil.
Es más, este lunes lanzó un órdago a Ayuso para cerrar el acuerdo sobre la composición de la Mesa: o reducción de diputados o nada. Los populares, sin embargo, respondieron que cambiar el Estatuto, el que fija el número de escaños del hemiciclo, requiere el concurso del resto de partidos.
Vox, que insiste en que junto al PP puede plantear la reforma, sigue presionando al Ejecutivo autonómico con la reducción de cargos políticos. Ya en la anterior legislatura, vinculó cualquier acuerdo sobre unos presupuestos a la disminución del número de consejerías en Sol, sede del Gobierno.
Los otros dos puestos de la mesa tendrán que repartirse entre PSOE, Más Madrid y Podemos, el partido con menos representación (10 escaños) y al que tampoco le corresponde silla alguna en la Mesa. Los morados, que este lunes vieron cómo su portavoz, Isa Serra, renunció al acta, se quedarán sin sitio en la Mesa salvo sorpresa de última hora, según fuentes de Más Madrid.
Los socialistas no están por la labor de ceder su silla en favor de los morados. Y los de Mónica García tampoco están dispuestos a no ocupar la vicepresidencia primera en la que quieren sentar a Esther Rodríguez. “Es que no podemos meter más de dos”, justifican estas fuentes.
Los 136 nuevos diputados encaran los próximos dos años con el reto de aprobar leyes tras casi otros dos de sequía parlamentaria. En este tiempo solo ha salido adelante una reforma de la ley del suelo, recurrida al Tribunal Constitucional, y una que da luz verde a la creación de una nueva universidad privada.
Elecciones en dos años
Lo cierto es que esta legislatura será diferente. Primero, porque no será de cuatro años. El Estatuto de la Comunidad de Madrid obliga a que se disuelva la Cámara para que los comicios regionales coincidan con el resto de elecciones autonómicas y con las municipales. La todavía presidenta en funciones tendrá que someterse de nuevo al examen de las urnas en menos de 24 meses.
Y, segundo, porque la Asamblea ha cambiado mucho tras el 4-M: Ciudadanos ya no existe, el PSOE no es el principal partido de la oposición y el PP y Vox forman una mayoría absoluta en la que la ultraderecha tendrá mucho que decir si Ayuso quiere sacar adelante cualquier proyecto de ley.
Fuentes oficiales del Gobierno autonómico remiten al discurso de investidura que pronuncie la presidenta antes de avanzar cualquier prioridad legislativa. Según esas mismas fuentes, el pleno en el que Ayuso buscará el apoyo de la Camara se celebrará la próxima semana: “Se barajan las fechas de 17 y 18 de junio”, apuntan. No obstante, es previsible que el PP coja la bandera de la reactivación económica para presentar su plan de Gobierno a los madrileños.
Según fuentes populares citadas por ABC, en el cajón de las cosas por hacer hay un plan para ejecutar una bajada de impuestos de medio punto en cada uno de los tramos autonómicos del IRPF, así como deducciones fiscales a los jóvenes para la compra de vivienda.
Los populares, que sientan más diputados que la suma de todos los partidos de izquierda (58), esperan alumbrar por fin una nueva fiscalidad regional, que estuvo a punto de ver la luz hace poco más de un año, pero que se fue al traste por un rifirrafe entre Ciudadanos y Vox. La extrema derecha defendía, además, una reducción de las subvenciones de la Comunidad que los naranjas no vieron con buenos ojos.
Hasta ahora, el Ejecutivo regional ha legislado a golpe de órdenes y decretos. No ha contado con la Asamblea para casi nada. Solo en los tres primeros meses tras el estallido de la pandemia, Ayuso aprobó 25 órdenes, 11 decretos y 24 resoluciones. Ninguna consensuada con ningún grupo de la Cámara, algo que PP y Cs justificaron por la premura que exigía la crisis de la covid y por el experimento que suponía la primera experiencia de coalición en la región.
Ahora, sin Ciudadanos ni en el Gobierno ni en la Asamblea, Ayuso podrá enviar proyectos de ley desde el Consejo de Gobierno a la Cámara sin tener que consensuarlos con sus exsocios, aunque tendrá que negociar con Vox en la Asamblea. Pero Ayuso tiene un arma para frenar las pretensiones de Monasterio.
Pese a que la presidenta en funciones necesitará el respaldo de los ultras, es poco probable que Vox tumbe el hacer legislativo del PP porque lo contrario supondría que la extrema derecha se alineara con la oposición de izquierdas.
Cambio de papeles en la izquierda
Por primera vez, el PSOE no será el principal grupo de la oposición en la Asamblea. El 4-M, Más Madrid, cuya nueva portavoz adjunta será María Pastor, superó en votos e igualó en escaños (24) a los socialistas. Mónica García será el gran rostro de la oposición a Ayuso, algo que asume con “responsabilidad”.
El nuevo sitio de García será toda una ventana de oportunidad para el partido, pues durante la pasada legislatura ocupó un escaño peor situado, prácticamente enfrente del presidente de la Cámara. Aunque eso no evitó que la líder de Más Madrid se diferenciara como la portavoz que más incomodaba a Ayuso
Más Madrid llega a la Asamblea con las pilas puestas. “Vamos a ser un martillo pilón”, advirtió García este lunes. La obsesión del partido es mostrarse útil y liderar una oposición constructiva. Por eso, ya ha anunciado que registrará tres Proposiciones No de Ley que contienen las principales propuestas que enarbolaron en campaña electoral y que constituirán “los tres ejes de trabajo prioritarios en la acción parlamentaria de la legislatura”.
García los sintetiza en tres planes: reanima Madrid (ayudas a pymes y autónomos), concilia Madrid (reducir desigualdad entre hombres y mujeres) y sostiene Madrid (rehabilitación de viviendas y empleo verde).
El PSOE, que será relegado al ‘gallinero’, ha apostado por Hana Jalloul, la ex secretaria de Estado de Migraciones, para confrontar con la presidenta como portavoz y con una idea fija para reconstruirse durante estos dos años que traslada un diputado socialista: “Trabajo, trabajo, trabajo. Mucha calle y no perder el pulso de los madrileños”.