Una guerra fría y muy independentista empieza tras las elecciones
El objetivo de ERC será disuadir a Junts per Catalunya de una repetición electoral.
Ya sabemos quién perdió, la gran incógnita es quién ganará. La situación deja pocas opciones: Gobierno independentista o repetición electoral. Todo dependerá de cómo ERC y Junts per Catalunya resuelvan la guerra fría a la que se ven abocados.
El triunfador de la noche, sin duda, fue el PSC que estuvo a la altura de sus propias expectativas, quedando en primera posición en número de votos y empatado en escaños. Su única posibilidad de formar gobierno implica un pacto con ERC, un escenario, a tenor de las palabras de Pere Aragonès, más imposible que improbable.
El mismo Miquel Iceta, muy largo en estas cuestiones, a la pregunta de si será Illa president respondió: “La pregunta no es esa, sino ¿cuándo Illa será president?”. El ministro daba a entender que el PSC tiene un candidato de largo recorrido y que tanto la posición del PSC en Cataluña como la del PSOE en el resto de España ha quedado muy reforzada.
Esta primera mano se juega entre ERC y Junts, que cuentan en su haber con que el 50,78% del voto es independentista. Ambos partidos se entienden legitimados para continuar el camino hacia la independencia.
Tanto unos como otros lanzaron su mensaje en esta dirección incluyendo al Estado español y a las instituciones europeas. Si bien hubo grandes diferencias en cuanto a la puesta en escena: mientras Laura Borrás se limitaba a la lectura de los datos, Aragonès adoptó un tono presidenciable adelantando la nueva hoja de ruta dominante en el secesionismo.
JxCat pierde tanto el liderazgo estratégico en el camino hacia la independencia y como el liderazgo de gobierno que ostentaba hasta ahora. Intuyo que la idea de una repetición electoral para un nuevo intento de movilización, con el objetivo de recuperar el mando indepe, estará sobre la mesa durante el proceso de negociación. Por tanto, el objetivo de ERC será disuadir a los de Puigdemont de dicha idea y cerrar un nuevo Govern juntos. Algo que se daría por hecho solo con la abstención de la CUP.
Las posibilidades de formar gobierno entre ambos se resumen en dos: volver a una hoja de ruta dura o plantear el juego de la gobernabilidad. La primera de ellas no parece la más plausible en medio de una pandemia y más cuando Aragonès habló claro de autodeterminación y amnistía, pero necesitan evitar el 155. Sospecho que la alternativa de Esquerra se acerca más a un escenario de gobernabilidad entre ambos partidos, que a su vez es la opción que más desconfianza provoca en Junts.
La cautela de los de Borrás es obvia: estarían formando un gobierno con un partido que podría contar con el PSC para aprobar leyes desde una perspectiva ideológica. Esto relega a Junts a la posición de socios florero y ellos, hasta ahora cabeza del independentismo, no se puede permitir tal riesgo.
Así se abriría un diálogo que se presume como una especie de guerra fría con la amenaza de repetición electoral en la que cada parte pondrá sobre la mesa su artillería pesada para conquistar los 643.464 votos independentistas que se han quedado en el camino. El objetivo de ERC será disuadir a JxCat de dicha repetición.
Junts podría recurrir a la suma del voto del PDeCAT, la candidatura de Àngels Chacón que no logró entrar al Parlament. En esta ocasión solo ha servido para justificar la mayoría independentista, pero que ha impedido que los afines a Puigdemont mantengan su posición de liderazgo en el independentismo.
Por su parte, ERC podría poner en valor su capacidad para atraer tanto al voto independentista, que se ha ido a la abstención, como al votante de izquierdas, mayoritario en el resultado de ayer. Estos electores pueden comulgar con un referéndum de autodeterminación.
Si esta situación de guerra fría funciona, veríamos un gobierno independentista con un PSC en la oposición, ocupando cómodamente la acción política de la recuperación de la crisis del coronavirus. Esta sería, sin duda, la mejor noticia para Pedro Sánchez, desembarazándose de unos socios incómodos, que ya le han dado la legislatura y unos presupuestos propios prorrogables, y erigiéndose en Cataluña y en toda España como el baluarte de la unidad nacional.
Con Ciudadanos abocado a la desaparición y un PP descolocado tras su estrategia más errática, la posición del PSOE en España y del PSC en Cataluña se alinean por primera vez en mucho tiempo dibujando un horizonte electoral al alza.
El otro escenario posible es que las relaciones entre ERC y Junts deriven en una guerra civil independentista que, garantizando una vuelta a las urnas, conduciría directamente a una situación de bloqueo. En esta ocasión, no habrá un PSC que se abstenga en pro de la gobernabilidad.