Una Garantía Juvenil reforzada para salvar a la juventud durante esta crisis
La potestad de combatir el creciente para juvenil reside en los estados miembros. Es hora de usarla.
La pandemia del COVID-19 ha causado un daño sin precedentes. Nuestro recuerdo está con quienes han perdido a sus seres queridos. Por otro lado, las restricciones impuestas para salvar vidas han dejado profundas cicatrices sociales y económicas.
Los últimos datos de desempleo de Eurostat subrayan que no todos somos iguales ante la pandemia: algunos conservan sus empleos estables y trabajan desde casa, mientras los trabajadores esenciales están sometidos a una gran presión y otros han perdido sus precarios trabajos y con ellos su fuente de ingresos.
Los jóvenes son particularmente vulnerables: un tercio de los menores de 29 son contratados temporales. Muchos se concentran en sector comercial, en la restauración y en el turismo, los más afectados por esta situación.
En agosto Eurostat registró 481 000 desempleados más entre los menores de 25 años y lo peor puede estar aún por llegar. Corremos el riesgo de presenciar el surgimiento de otra generación perdida.
Nosotros los socialdemócratas tenemos muy presente el daño causado por la crisis de 2008. En su apogeo, el paro juvenil llegó a alcanzar un 25%. En los países más afectados, la proporción rozó el 50%. No debemos repetir aquello.
Como respuesta a la crisis, nuestra familia creó la Garantía Juvenil Europea. Hoy nos toca actuar de nuevo, para renovar este programa y ayudar a los jóvenes a acceder al mercado de trabajo, con medidas de acompañamiento como el SURE, el instrumento europeo de apoyo a los desempleados en tiempo de crisis.
La Garantía Juvenil Europeo es el derecho de cada joven a recibir una oferta de una plaza para prolongar su educación, una formación, unas prácticas o un empleo en los cuatro meses siguientes a terminar los estudios o quedar en paro. Aplicado mediante programas nacionales financiados con fondos europeos, en su primera fase llegó a 24 millones de europeos jóvenes y les ayudó a cimentar una carrera.
La Garantía Juvenil Europea reforzada propuesta a principios de 2020 por el comisario socialista Nicolas Schmit se fundamenta en ese éxito previo. Aumenta la edad máxima de 25 a 29 años y se abre a grupos marginalizados como los desempleados de larga duración, minusválidos, residentes en zonas rurales e inmigrantes de segunda y tercera generación. Promueve la igualdad de género y es sensible a las diferencias en las tareas de cuidado entre hombres y mujeres.
A nivel de la UE la reforma de este programa se ha realizado en tiempo récord, como corresponde ante un reto de este calibre. Es hora de ponerlo en marcha.
La Garantía es un compromiso europeo, pero dependemos de los estados miembros y las autoridades regionales para aplicarlo. Por ejemplo, los gobiernos progresistas de Italia, Francia, Croacia y las regiones de Bélgica emplearon este programa para reorganizar sus agencias públicas de empleo para llegar mejor a los jóvenes y registraron mejoras en las expectativas de los participantes. Otros países reforzaron sus sistemas ya existentes con la Garantía Juvenil. Pero muchos quedaron fuera del radar del programa anterior.
Europa ha ofrecido dedicarle más financiación a esta mejora de la Garantía Juvenil para asegurar su éxito, pero, para que rinda al máximo, los estados miembros deben contribuir también. La Comisión Europea estima que se deberían aportar otros 22 000 millones de euros en los próximos siete años. Es una cifra alta, pero el precio de no hacer nada es aún mayor.
Los socialdemócratas estamos con los jóvenes. Les apoyamos en las buenas y en las malas. Instamos a todos los estados miembros a que lo hagan también. Apliquemos urgentemente la Garantía Juvenil Europea mejorada, con dotación suficiente para apoyar el empleo, la formación y la educación y para que la protección social alcance a tantos jóvenes como sea posible. Europa no puede permitirse una generación perdida.