Una ciudad unida, un Madrid para todos sus vecinos y vecinas
La emergencia alimentaria ya es una realidad y puede hacerse crónica en nuestros distritos.
En algún lugar de una gran ciudad se olvidó que había gente vulnerable. Se olvidó que había personas que no acceden a los servicios sociales, no porque no los necesiten, sino porque un sistema de burocracia caótica los aleja de ellos.
En algún lugar de esa misma gran urbe existe gente a la que no se le da alimentos aunque le hagan falta, porque esa misma burocracia incapaz de ponerle cara al sufrimiento no les considera merecedores de ayuda y no les incluye dentro del sistema.
En algún lugar de esa enorme metrópoli viven mujeres víctimas de violencia de género que han encontrado un refugio en una entidad asociativa.
En algún lugar de ese inmenso municipio hay más de 15.000 familias que necesitan comer cada día. Y son las asociaciones, las ONGs, los voluntarios y las voluntarias, las que les están ofreciendo una ayuda que su Ayuntamiento, la administración más cercana, no está siendo capaz de darles. Son estas entidades las que están llegando a esas personas invisibles, olvidadas, excluidas. Personas que están ofreciendo su tiempo, mucho tiempo, para dejar en la puerta de las casas de quienes lo requieren una bolsa de alimentos, una entrega con medicación o un gesto de cariño.
Esa gran ciudad se llama Madrid.
Nos gustaría pensar que estamos a salvo del hambre que es cosa de países lejanos, pero está mucho más cerca de lo que queremos pensar. Es más, la emergencia alimentaria ya es una realidad y puede hacerse crónica en nuestros distritos.
El dinero destinado por las entidades asociativas, de su propio presupuesto o del bolsillo de sus asociados, las donaciones, los bancos de alimentos… todo se acaba, todo es finito.
La crisis que ha provocado la pandemia del coronavirus es intensa y está durando mucho, sobre todo para quienes son más frágiles, para los que viven realidades más vulnerables, para los que tienen dificultades para hacer algo tan básico como comer y alimentar a sus familias cada día. A estas personas no les hacen falta gobernantes que hacen política con fotos de inauguración o clausuras. Lo primero es la vida.
Las asociaciones vecinales, los colectivos de ciudadanos y ciudadanas, tienen un presupuesto modesto que en esta situación de emergencia no pueden estirar más. Los ahorros son limitados, se acaban, la situación para ellos es ya insostenible. Porque la realidad es que son los grandes olvidados del Ayuntamiento de esta gran ciudad que es Madrid.
Estas entidades necesitan apoyo, necesitan recursos, necesitan ayuda económica municipal para poder seguir prestando servicio a las familias, a los ancianos y ancianas, a los bebés o a las víctimas de violencia de género. La coordinación con los colectivos sociales y vecinales es fundamental también, teniendo en cuenta que están asistiendo a personas solas y sin recursos.
Me estoy refiriendo a las asociaciones madrileñas a las que el Consistorio ha recortado subvenciones porque eran “chiringuitos”, como los califica el Grupo de Vox, los socios del actual Gobierno Municipal. Son estos mismos “chiringuitos” los que, en el actual estado de necesidad de nuestros barrios, están dando de comer a miles de familias a las que los servicios sociales del mayor ayuntamiento de nuestro país no llegan.
El tejido asociativo de esta ciudad precisa un plan de rescate municipal, ya sea vía subvención directa o extraordinaria para seguir cubriendo lo que el Ayuntamiento no puede satisfacer. Si no es así, nos les quedará más remedio que cerrar por falta de recursos.
Es preciso un refuerzo de los servicios sociales, la reducción de la burocracia para solicitar ayudas y que los gobiernos municipal y regional atiendan de manera prioritaria las necesidades alimenticias, de salud y habitacionales de la población.
No es cuestión de colores, ni de ideologías, es cuestión de realidades. Hoy todos somos más necesarios que nunca. Es momento de política en mayúsculas, de actuar todos los partidos unidos, de responsabilidades institucionales a la altura de esta crisis sanitaria y social.