Una científica se corona en Twitter con su réplica al negacionista que abrió un test de antígenos
Indignada es poco.
La científica Lidia Franco-Luzón está teniendo gran relevancia en Twitter por la indignada respuesta que ha dado después de que un usuario negacionista abriese un test de antígenos y catalogara lo que vio como “súper tecnología de plástico para indígentes (sic) mentales”.
El mensaje de ese usuario ha provocado una ola de cachondeo y burlas en la red social, pero Franco-Luzón ha ido un poco más allá y se ha mostrado indignada al considerar “increíble que cualquiera con acceso a un móvil y conexión a internet (matemáticas, física y, en resumen, ciencia básica aplicada) se atreva a cuestionar los principios bioquímicos básicos de la cromatografía en capa fina”.
“Es agotador y desmoralizador estar justificando nuestra formación y nuestros conocimientos día tras día. Entiendo que es más cómodo y fácil creer en conspiraciones que abrir un libro que ciencias y poner a trabajar el cerebro, pero esto ya es pasarse...”, se ha lamentado la científica.
Franco-Luzón, cuyo hilo de tuits acumula más de 3.200 retuits y 7.400 ‘me gusta’ en un día, pide a sus seguidores que hagan el ejercicio de imaginar que cada vez que entran en un edificio (ya sea la vivienda, la escuela, el centro de trabajo o unos grandes almacenes), decidieran no hacerlo porque no se fían “del arquitecto que lo diseñó ni de los obreros que lo construyeron”.
“O que, cada vez que tenéis que conducir un coche, prefiráis no hacerlo porque ‘seguro que estos mecánicos e ingenieros no tienen ni idea de cómo fabricar un coche fiable’. ¿A que suena ridículo?”, pregunta.
La científica ahonda un poco más en esa línea y cuestiona que suena todavía más ridículo si la gente, creyendo que los arquitectos o ingenieros no hacen bien su trabajo, leyese un par de manuales, hiciera una búsqueda en internet y se lanzase a construir su propio edificio o su propio coche.
“Entonces, ¿por qué muchas personas se creen con la potestad de pensar que los científicos no sabemos hacer nuestro trabajo, y que lo que hacemos no funciona bien o no es seguro? ¿Por qué no se cuestiona el modo de trabajar de otros profesionales, pero sí el del científico?”, se pregunta.
Y añade: “Si nadie dejaría de entrar en un edificio, o de conducir un coche por pensar que los arquitectos, ingenieros, mecánicos u obreros no hacen bien su trabajo, ¿por qué se desconfía del conocimiento de un científico, o de un sanitario?”.
Franco-Luzón subraya que entiende que es “más cómodo creer en conspiraciones que en la ciencia”, pero lamenta que “esto ya es absurdo”: “El ser humano ha llegado a donde está gracias a que la ciencia ha ido desmintiendo supersticiones y suposiciones que se daban por ciertas. No entiendo que en el s. XXI cueste tanto mantener ese principio. Es agotador desmentir estupideces que, científicamente, no se sostienen”.