Una batalla con más muertos que vivos

Una batalla con más muertos que vivos

Las claves de la semana.

Uno de los nuestros es un clásico americano del crimen que hace de las más retorcidas ambiciones un drama poético, una historia de codicias y lealtades mal entendidas, un puñetazo en el estómago. ¿Recuerdan? Henri Hill, hijo de padre irlandés y madre siciliana, se siente fascinado por la vida de los gánsteres de su barrio y entra a formar parte de la organización mafiosa como chico de los recados hasta que se gana la confianza de sus jefes.

Seguro que cuando José Bono declaró esta semana al periodista Daniel Basteiro que Susana Díaz era "una de los nuestros" no pensaba en la película de Martin Scorsese ni en sumarse a cuantos han insultado en este cainita proceso de primarias del PSOE a los miembros de la gestora, a Susana Díaz, a Patxi López, a Pedro Sánchez o a cualquier involucrado en la partida.

El expresidente del Congreso es de modales más finos. Él nunca llamaría "traidores", "fascistas", "golpistas", "rata", "mafia", "enfermo" o "tarado" a ningún socialista, que es lo menos grueso que hemos escuchado, en público y en privado, desde que comenzó esta batalla de las primarias.

Una alianza defensiva contra Sánchez

Lo que sugería Bono es que, pase lo que pase mañana, la presidenta de Andalucía es 100 por 100 PSOE mientras que el ex secretario general es un outsider, un socialista sin cultura de partido, capaz de llevarse las siglas por delante con tal de convertirse en el "renacido". No es la primera vez que "notables" y no tan "notables" del PSOE verbalizan tan curiosa reflexión como si sólo Sánchez fuera responsable del abismo ante el que se encuentra el partido. Lo que sorprende es que lo haga quien más hizo, junto a Zapatero y la propia Susana Díaz, para que el ex líder de los socialistas ocupara el trono de Ferraz en 2014. Mejor dicho, para que no se sentara en él Eduardo Madina.

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Bono, Zapatero, Rubalcaba, Valenciano, Madina, Page, Vara, Blanco y un largo etcétera de "enemigos íntimos" se han conjurado en torno a una especie de coalición "antipedrista". No les une más que eso porque ninguno es un entusiasta de la de Triana ni confía en sus posibilidades electorales. "Sería una buena secretaria generala, pero una pésima candidata a la Presidencia del Gobierno", se ha escuchado incluso entre sus partidarios esta misma semana, tras el único debate electoral celebrado el lunes entre los tres candidatos.

Si mañana Díaz se impone a Sánchez no será porque los barones más influyentes del PSOE se hayan movilizado en favor de su candidatura, sino porque han hecho lo propio en contra de la de Sánchez. El objetivo no es tanto que gane la sevillana, sino que no vuelva a Ferraz el último secretario general. Lo reconocen todos. Incluso quienes aún empotrados en los intestinos de la candidatura de Díaz admiten la "desmoralización" del oficialismo por "el nulo interés y la nefasta percepción que de ella se tiene tanto en formas como en fondo".

La esperanza de que el hábito haga la monje

Lo que rodea a la presidenta de Andalucía en esta campaña no es más que una "alianza defensiva" sin proyecto ni ilusión alguna, si bien quienes han pedido el voto para ella por todas las federaciones confían en que el "hábito hará al monje" cuando sea secretaria general. De momento, no ha hecho nada por cambiar la imagen que se tiene de ella y ha cometido todos los errores que se pueden cometer en una campaña, incluida la milimétrica selección de los medios de comunicación para las escasas entrevistas concedidas. Si gana, la victoria será de los barones, no de ella. Igual que la de Sánchez en 2014 le correspondió a la federación andaluza y no a la capacidad movilizadora de un diputado entonces desconocido para el gran público.

La clave está en el diferencial de Andalucía

Visto desde fuera, incluso para quienes forman parte de otras candidaturas, el domingo debería ganar Sánchez. El ex secretario general ha mantenido vivo su relato, ha hecho una campaña movilizadora, ha seguido una estrategia y ha arañado más avales de los que nunca imaginaron sus adversarios. Hay quien lo resume en los siguientes términos: "Susana ha hecho todo para perder y Pedro, todo para ganar". Y pese a ello, quienes conocen la fontanería del PSOE, pronostican que al ex secretario general "no le darán los números" porque tendría que sumar cerca de 15.000 votos más de los avales conseguidos en Andalucía y rascar otros 2.000 en Extremadura y Castilla-La Mancha para hacerse con la victoria. Y es precisamente en estos tres territorios donde el ejército "susanil" se ha batido el cobre, puerta a puerta y militante a militante, en el sprint final de la campaña.

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En el equipo de Sánchez hacen otras cuentas. Están seguros de que Díaz tendrá menos votos que avales, que basta con que 3.000 personas de las que le avalaron en la primera vuelta decidan no votarla para que pierda, y que el ex secretario general se impondrá en todos los territorios menos en Euskadi y Andalucía.

Los barones se negaron a una nueva salida en tromba

Más allá de los cálculos de parte, lo cierto es que en la última semana la tensión ha ido en aumento, los insultos se han multiplicado hasta límites nunca vistos por las redes sociales. Por mucho menos a Pablo Castellano, recuerda un veterano, se le expulsó del PSOE en 1989. Desde la candidatura de Díaz intentaron sin éxito una salida en tromba de notables y secretarios generales en los medios de comunicación para redoblar la ofensiva contra Sánchez. Salvo Fernández Vara -que no acostumbra a esconderse y sí a decir lo que piensa en cada lugar y momento- el resto de secretarios generales optó por no entrar en la "fuerza bruta" y seguir la estrategia del puerta a puerta para convencer militante a militante de sus respectivas federaciones.

Este ha sido el final de una semana en la que los socialistas elegirán, tras siete meses con una dirección interina, a su próximo secretario general y todo indica que, también, la velocidad a la que se despeñan hacia el abismo. La diferencia entre bloques, gane quien gane, puede ser tan exigua que, por mucha llamada a la unidad y la lealtad, la reconciliación será una utopía porque si de algo no hay duda es de que los dirigentes son responsables de haber trasladado su animadversión como nunca a los militantes de todas las agrupaciones.

Los cañones de La Moncloa apuntan al Km 0

Agárrense, pues, porque vienen curvas y en el horizonte inmediato sólo se ve polvareda, ya que, cuando pase la batalla -pronostican desde uno de los ejércitos-, contaremos los muertos, no los vivos. Y es que el que más y el que menos saldrá con lesiones graves de esta contienda. Esto por no entrar antes de tiempo en que el que sobreviva tendrá la tentación de pasar a cuchillo. Y así no hay partido que sobreviva por mucha historia que tenga.

P.D. Ya mejor si eso, cuando los socialistas dejen de matarse, les contaremos cómo y quienes han decidido seguir la misma senda en el partido que nos gobierna. De momento, quédense con que los cañones en este bando salen de La Moncloa en dirección al Kilometro 0.