Un plan para las familias
Las tareas de cuidados y la conciliación no son tareas privadas, nos corresponden a todos y todas como sociedad.
La crisis de la COVID-19 ha replegado a nuestra sociedad en torno a sus miembros más vulnerables, dejando entrever las grietas de un sistema que ya era fallido en lo concerniente a las políticas de conciliación y de cuidados. La desigualdad ya existente en el reparto de las tareas tradicionalmente más invisibles se acrecienta hoy día aumentando la brecha de género. Hemos podido saber gracias a la investigación lanzada por Empar Aguado y Cristina Benlloch, profesoras del Departamento de Sociología de la Universidad de Valencia, que en el 13% de los hogares el reparto de tareas es aún más desigual que antes, en el 66% se ha mantenido igual, y sobre el futuro el 71% de las familias cree que la situación no mejorará. El mismo estudio también arroja a la luz que, cuando salir a la compra era casi un privilegio, la tarea fue más realizada por el hombre de la casa, así como decía nuestra compañera Alicia Gómez, salir a hacer la compra fue la nueva “paella de los domingos”.
El nuevo día a día no está siendo sencillo para ninguna de nosotras, pero está siendo mucho más complejo para las familias con niños y niñas en casa. Madres y padres que se ven obligados a hacer malabares para conciliar, para repartir el tiempo de trabajo con el tiempo de cuidado, el tiempo de tareas domésticas o el tiempo libre. Estar pendientes de trabajar y a la vez de generar un espacio donde los niños y las niñas tengan bienestar emocional nunca ha sido una tarea sencilla, y ahora teniendo que hacer todo a la vez, en la misma casa, todas las personas de la familia juntas, la conciliación se torna en una carrera de obstáculos para las familias.
Nos llegan a lo largo de estos días millones de historias de muchas familias, y en muchos casos de mujeres, que mientras teletrabajan escuchan a sus hijos e hijas decir “mamá ven”, “mira lo que he hecho”, “¿dónde está mi juguete?”, “mamá ¿sigue el coronavirus ahí fuera?”. Las familias con un ojo en el ordenador y otro en su pequeño o pequeña, conviven en una realidad de cariño y estrés, de culpa y ternura. La nueva normalidad, sobre todo para miles de mujeres de nuestro país que seguimos siendo las principales cuidadoras, consiste en la tarea imposible de compaginar el trabajo desde casa con el cuidado de los hijos o las hijas, dos esferas que requieren toda su atención, y que ahora se la reclaman a la vez, a la misma hora y en la misma habitación.
Crecemos con la idea instalada de que las mujeres somos una especie de súper heroínas capaces de hacernos cargo de todo a la vez, cuantas más tareas elaboremos juntas sin tiempo para nosotras mismas más heroínas somos, dobles y triples jornadas que, ahora con la nueva normalidad, además del tiempo comparten el espacio. Súper madres que pueden con todo. Pues bien, esta idea que venimos arrastrando desde hace décadas y que mantiene a flote el país, ya que las tareas de cuidados corresponden a un 14,9% del PIB en España, se sustenta en una especie de responsabilidad privada que tenemos que asumir las mujeres. Sin embargo, las tareas de cuidados y la conciliación no son tareas privadas, nos corresponden a todos y todas como sociedad. Tenemos que hacernos cargo de la dimensión pública de la conciliación, tenemos que hacernos cargo de que la conciliación es un derecho, también durante la COVID-19, también durante la desescalada, porque mientras no lo hagamos estamos robando el tiempo a miles de mujeres.
Ninguna madre debe verse forzada a elegir entre su carrera/empleo y su familia, ninguna madre debe sentirse culpable si no “llega” a completar el trabajo del día y mantener las tareas de la casa y de los niños y de las niñas. Toda madre tiene que tener derecho a cuidar con tiempo, a cuidar con placer. Un país se mide por cómo trata a las personas más vulnerables, a las que necesitan al Estado y a las instituciones para garantizar su bienestar. La política es algo inútil si se olvida de quienes soportan cargas invisibles. Por ello, desde Más Madrid hemos lanzado un plan de choque de conciliación, un plan familiar, que haga a las madres y los padres, a los niños y las niñas llevar la nueva normalidad de una manera más llevadera, sin malabares y poniendo el cuidado en el centro.
Para ello proponemos, una “renta de conciliación”. Que las madres y los padres puedan, durante el cierre de los colegios y hasta su nueva apertura, reducir su jornada laboral hasta un 50% cada progenitor en caso de ser una familia con dos progenitores y el 100% en el caso de las familias monomarentales o monoparentales. La renta deberá repartirse a partes iguales entre las dos personas para evitar que seamos, otra vez, las mujeres quienes reducimos nuestras jornadas para cuidar.
Además de garantizar una renta, necesitamos “Escuelas abiertas: espacios para cuidar, jugar y aprender”: parques, colegios, centros culturales y otros espacios que garanticen las medidas de seguridad y que garanticen a los niños y niñas su derecho a aprender, disfrutar y volver a ser niños y niñas. Los próximos meses en la Comunidad de Madrid deben garantizar espacios de proximidad, de cuidados, con profesionales que permitan los cuidados y la conciliación de forma segura.
Las circunstancias excepcionales hacen que las realidades que están viviendo las familias sean muchas. Por eso, además de la Renta de Conciliación y las Escuelas Abiertas proponemos promover mejoras para las ayudas por teletrabajo y la flexibilización de horarios o crear bolsas de conciliación para que madres y padres puedan tener horas de libre disposición a su alcance garantizando mejores condiciones para conciliar en esta nueva etapa. Asimismo, proponemos crear un “bono canguro” para aquellas familias que tengan hijos e hijas menores de 12 años a cargo y necesiten contratar a una persona que se pueda hacer cargo de ellos o ellas.
El Gobierno “progresista” avanzó a mediados de marzo, a través del ministro Escrivá, que estaba ultimando una prestación extraordinaria de la Seguridad Social para compensar a padres y madres que debieran perder horas de trabajo para cuidar a sus hijos e hijas. Sin embargo, esa prestación nunca vio la luz; y casi dos meses más tarde, el pasado 6 de mayo, durante la sesión de pleno del Congreso de los Diputados, el Gobierno votó NO a las propuesta de conciliación de Más País. Pero no vamos a quedarnos paradas, vamos a seguir empujando, desde el Estado, la Comunidad y el Ayuntamiento hasta que se apruebe este plan de familias que tanta falta nos hace en España.
Estamos ante un cruce de caminos y debemos elegir cuál tomar. Podemos mantener el asunto de la conciliación bajo tierra, fuera de la agenda política, reforzando la carga que recae sobre todo en las madres y enraizando todavía más la desigualdad de género; o podemos aprovechar lo que el confinamiento nos ha enseñado y apostar por políticas que nos hagan salir de esta crisis siendo una comunidad en la que palabras como cuidados y conciliación formen parte del día a día, tanto de las mujeres como de los hombres. Está en nuestra mano.