Un periodista reconstruye la historia tras la esquela viral del hombre que murió "sin haber aportado nada de interés"
Un redactor de 'Salvados' encontró su diario en un mercado de antigüedades.
El pasado 8 de febrero el periódico La Vanguardiapublicó una esquela que se hizo viral al poco de ser publicada.
El texto hacía referencia a un hombre de 77 años fallecido en Barcelona, en el que "sus primos y demás familia" decían: "Ha dejado este mundo sin haber aportado nada de interés".
Meses después de aquello, Oriol Querol, un periodista de Salvados (laSexta), ha encontrado unos documentos con los que ha reconstruido su historia y lo ha contado mediante un hilo en Twitter, que también se ha hecho viral a las pocas horas de ser publicado.
Esta es una parte del hilo, pero si quieres leer la historia completa puedes hacerlo en este enlace:
Un tiempo después, Querol encontró en los Encants, un mercado de antigüedades de Barcelona, un puesto que le llamó la atención.
Querol se llevó las páginas a casa, las ordenó y comprobó que el hombre había escrito el diario a lo largo de dos años, entre 1960 y 1962.
Emilio cuenta en su diario sus preocupaciones, sus reflexiones y sus inquietudes, hasta que llega al tema estrella de toda la historia: el amor que siente por su prima hermana Mari, que tiene 17 años y vive en Monzón, Huesca, y con la que tiene una relación epistolar.
Como falta mucho para que llegue el verano, Emilio cuenta los meses las semanas y los días que le faltan para verla. "Lo tiene todo previsto, incluso el itinerario de la visita a la ciudad", escribe Querol.
Hasta que por fin llegó el día de recibir a su querida prima. Emilio escribió en el diario antes de ir a recogerla a la estación de tren y, después, hay un silencio de dos semanas. Cuando retomó la escritura, narró cómo habían sido las maravillosas vacaciones que había pasado con su prima.
Mari se casó con otro hombre en 1967 y fueron de viaje de novios a Cataluña. Allí vio a su primero por última vez. "Desde que Mari se enteró este año de que Emilio había muerto, tenía una espina clavada: no conservar ningún recuerdo de su primo. Estaba en mis manos solucionarlo, así que fui a verla para regalarle el diario", escribió Querol.