Greenpeace revela el sacrificio de 130.000 aves en una macrogranja por un brote de gripe aviar
Estas instalaciones "son una bomba de relojería", denuncia la organización ecologista, que ha documentado la extracción de los cuerpos de animales en Íscar.
Greenpeace ha denunciado este viernes a través de un comunicado que ha sido testigo de cómo se extraen los cadáveres de las gallinas afectadas por un nuevo brote de gripe aviar, esta vez en una macrogranja avícola en Íscar (Valladolid), “que ha puesto en alerta a las autoridades y al sector avícola”. Miles de cadáveres se están retirando para su transporte al centro de eliminación, dice la organización ecologista, que denuncia que “la ganadería industrial es una auténtica bomba de relojería” y que “es urgente poner fin a este destructivo modelo, que pone en jaque la salud del planeta y de las personas”.
La explotación, que según diversos medios, albergaba cerca de 134.000 gallinas, está en una de las zonas de mayor producción avícola de todo el país, por lo que la preocupación es mucho mayor. “Esta es una razón más que de sobra para que los controles sean exhaustivos e intentar evitar que se extienda a otras instalaciones, que se propague a las personas y que genere una presión añadida a la, ya amenazada, biodiversidad”, señala la nota.
Esta explotación se encuentra a escasos 1.000 metros del centro de Íscar y a unos 300 de las viviendas más cercanas, “lo que aumenta el riesgo de contagio para las personas”. De extenderse el foco, al haber tantas explotaciones en los alrededores, “podría convertirse en un auténtico problema regional o incluso estatal”, ahonda. “La expansión desmesurada y descontrolada de la ganadería industrial tiene muchos efectos negativos y éste es uno más”.
Para Greenpeace, “las explotaciones industriales son el entorno perfecto para la proliferación de este tipo de virus, ya que numerosos individuos genéticamente muy similares se ven obligados a vivir hacinados”, y pese a ello, este es el modelo predominante en España “y cada vez más en el mundo”. Si a esto se suma que” los animales se suelen trasladar a largas distancias, se da una segunda condición que facilita la propagación del virus. Y esto no es porque falten las medidas de bioseguridad en estas explotaciones, si no simplemente porque estos ambientes crean el hábitat ideal para los patógenos”, explica.
Otro factor de riesgo, añade, son “las ingentes cantidades de excrementos” que se generan en estas instalaciones, ya que como señala el propio Ministerio de Sanidad “los virus aviares pueden vivir hasta 100 días a 4° centígrados. En el agua sobreviven hasta cuatro días a 22º centígrados y más de 30 días a 0º centígrados”. Greenpeace cita también el último informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) señala, entre las medidas recomendadas para combatir los virus aviares, la reducción de la densidad de las explotaciones comerciales, especialmente en las zonas donde más se concentran estas actividades, como es este caso.
“No podemos seguir jugando con fuego en España como si nada pasara. En Europa este devastador virus ha llevado a que se exterminen millones de animales y esperamos que España no tenga que seguir ese camino. Aunque algunos políticos han llegado a dudar de la existencia de las macrogranjas, es evidente que existen y que incluso son caldo de cultivo perfecto para virus como el de la gripe aviar y otros”, ha afirmado Luís Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura de Greenpeace. “El sistema agroalimentario necesita una transformación profunda y en España hay que empezar por frenar en seco la propagación de la ganadería industrial”, concluye.
Greenpeace recuerda que quien salga elegido este próximo domingo en las elecciones autonómicas de Castilla y León debe afrontar este problema con valentía y demanda que Castilla y León decrete una moratoria regional a la ganadería industrial, siguiendo el ejemplo de otras regiones como Castilla La Mancha. Y añade que, pese a oponerse a la ganadería industrial, expresa su “máxima solidaridad con los ganaderos y ganaderas afectados, muchas veces empujados hacia este sistema industrial por las grandes empresas que buscan la máxima rentabilidad al más bajo coste, y hacia un modelo alimentario donde crece cada vez más el insano consumo de alimentos de origen animal”.
“Por último, y no menos importante, desde Greenpeace pedimos a las autoridades competentes que informen adecuadamente a las personas trabajadoras del protocolo a seguir en estos casos y que controlen su riguroso cumplimiento. Hemos visto a personas que no llevaban el traje de protección bien puesto, o tenían trajes rotos, sin gafas de protección, sin guantes o con guantes inadecuados y sin las mascarillas de protección recomendadas para esta situación”, concluye Ferreirim.