Turquía: luchando por respirar bajo el peso de la represión
"He conocido a miles de personas esforzadas en mi trabajo, pero a ninguna tan notable y comprometida como Taner Kılıç", afirma Michel Gaudé, ex director de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Turquía. Sin embargo hoy Taner Kılıç está siendo juzgado por cargos falsos de terrorismo."
De ser declarado culpable, podría tener que pasar hasta 15 años en la cárcel.
Conocí a este esforzado abogado de derechos humanos, presidente de Amnistía Internacional Turquía, en 2014. Entonces era, como ahora, una persona seria y determinada, pero también alegre y con un gran sentido del humor. Me cayó muy bien, pero lo que más me impresionó de Taner fue el trabajo infatigable que realizaba para ayudar a personas refugiadas y solicitantes de asilo que apenas tenían a nadie a quien recurrir. Luchaba por las personas detenidas o que podían ser expulsadas. Negociaba con las autoridades locales y luchaba por ellas en los tribunales. Organizaba sesiones de formación en derechos humanos para los agentes de policía y los funcionarios públicos locales. Y movilizaba y motivaba a la población local para que ayudara a mejorar la vida de esas personas refugiadas. Con las personas refugiadas, no sólo era un eficaz abogado, sino también un apasionado activista, fantástica combinación en un defensor de los derechos humanos.
Con la represión emprendida tras el intento de golpe de Estado cada vez más arraigada, las personas como Taner son más necesarias que nunca. Pero la situación de Taner demuestra que, en Turquía, alzar la voz para defender la libertad ajena puede acabar costándote la tuya.
Taner fue detenido hace casi ocho meses y acusado de "pertenencia a una organización terrorista". La principal acusación contra él es que se descargó ByLock, la aplicación de mensajería que, según el Estado, utilizaba el movimiento Gülen, al que las autoridades turcas culpan del intento de golpe de Estado de 2016.
Al cabo de ocho meses, el Estado no ha podido presentar pruebas creíbles que sustenten esta acusación ni, de hecho, ninguna acusación legítima de conducta delictiva real. Al contrario, en dos informes periciales independientes se ha determinado que no hay rastro de que ByLock haya estado instalada alguna vez en su teléfono.
Las absurdas acusaciones formuladas contra Taner no son un caso aislado. En realidad, el hostigamiento contra los defensores y defensoras de los derechos humanos es constante. En octubre fue detenido el empresario, filántropo y líder de la sociedad civil Osman Kavala. No se ha presentado nada con que probar la absurda acusación, vertida en todos los periódicos del gobierno, de que participó en el intento de golpe de Estado.
Como consecuencia de su activismo en la sociedad civil, Raci Bilici, profesor y presidente de la sección de Diyarbakir de la Asociación de Derechos Humanos, está acusado de pertenencia al grupo armado Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), que el gobierno tiene clasificado como organización terrorista.
Está bien claro. Si eres eficaz, si eres un fastidio para quienes ven con desagrado el activismo en favor de los derechos humanos, pagarás un precio. Ir contra las figuras destacadas sirve para amedrentar y silenciar a las comunidades a las que representan.
El mes pasado ocurrió algo insólito: las autoridades turcas admitieron que estaban equivocadas y que miles de personas habían sido acusadas erróneamente de haberse descargado ByLock. Publicaron listas con los números de 11.480 usuarios de teléfonos móviles a los que se exculpaba de la presunta conducta delictiva, lo que a su vez dio lugar a excarcelaciones masivas. Lamentablemente, Taner no figura aún en las listas de personas que deben ser puestas en libertad. La injusticia de la detención de Taner es evidente y está documentada. Sin embargo, su juicio continúa.
De todos modos, el hecho de que las autoridades hayan reconocido que han encarcelado erróneamente a miles de personas debido a información incorrecta sobre la presencia de ByLock en sus teléfonos permite abrigar esperanzas a las personas que luchamos para que sea puesto en libertad. Y somos muchas.
De hecho, en los últimos ocho meses, más de un millón de personas de 194 de países y territorios han firmado acciones de Amnistía Internacional para pedir que Taner sea puesto en libertad y que se retiren los cargos contra los otros 10 defensores y defensoras de los derechos humanos que están siendo juzgados junto con él. Incluidos en esta lista de firmantes hay decenas de figuras políticas y artistas de fama. Saben que, para que la antaño vibrante sociedad civil de Turquía pueda respirar de nuevo, las personas como Taner tienen que ser puestas en libertad.
"Siento como si estuviera viviendo una pesadilla y estuviera esperando a despertar", me dijo Gulnihal Kılıç, hija de Taner, en la última vista judicial.Va a ser duro para ella ver hoy por vídeo a su padre en la celda de la prisión. Pero está también tremendamente orgullosa de él, y yo también. Estoy orgulloso del trabajo que ha hecho para transformar la vida de tantas personas. Estoy orgulloso de su determinación de defender lo que es justo. Pero por encima de todo, estoy orgulloso de llamarlo amigo.
Puedes firmar aquí para pedir la liberación de Taner Kılıç