Tu cuerpo es el espejo de tu alma
Hay quien define el alma como la parte inmaterial del ser humano a la que se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.
Y yo quiero que pienses en si tu cuerpo dolorido, con cicatrices y molestias es el reflejo de pensamientos molestos, pensamientos cargados de dolor, y sentimientos mal cicatrizados.
Quizás a primera vista digas que no.
Que no hay una relación directa entre lo que tú puedas pensar y cómo es y está tu cuerpo.
Pero esos kilos que acumulas y de los que no consigues deshacerte, ¿pueden tener relación con ese resentimiento que acumulas? ¿Con ese rencor del que no te deshaces?
Gabor Maté, médico y escritor bestseller, fue jefe de la unidad de cuidados paliativos del hospital de Vancouver durante 7 años y afirma:
“Cuando reprimimos las emociones, es decir, cuando no identificamos ni expresamos nuestras emociones, o cuando somos esclavos de ellas, por ejemplo en momentos de rabia sin límites, estamos haciendo estragos en nuestra salud. Se resiente nuestro sistema nervioso, nuestro aparato hormonal, nuestro sistema inmune, intestinos, corazón y otros órganos”.
Las vidas de las personas con enfermedades crónicas se caracterizan por el bloqueo emocional: la parálisis de las emociones “negativas”. En concreto, el sentimiento y expresión de la rabia.
El dolor físico es proporcional al dolor emocional
El dolor físico sabes perfectamente lo que es porque salvo que seas de otra galaxia, en algún momento de tu vida te habrá dolido algo.
El dolor emocional son todos esos sentimientos y emociones negativos que no pones en palabras, que reprimes, que guardas y acumulas.
Podrían parecerte inofensivos, pero no lo son.
A menudo me encuentro con gente que duda de que la rabia, el miedo o la tristeza silenciadas puedan causar realmente problemas.
Pero yo les pregunto, ¿qué problema podrían causar la expresión de la culpa, la rabia, el miedo o la tristeza?
Y si respondiesen a esa pregunta diciendo que expresar sus emociones puede dañar a otros, les diría que analizasen si es más importante para ellos el bienestar de los demás que el suyo propio.
Maté afirma que el patrón de represión emocional “se mantiene en una amplia gama de enfermedades, desde el cáncer, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple, hasta el trastorno inflamatorio intestinal, el síndrome de fatiga crónica y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)”.
Las víctimas de asma, psoriasis, migrañas, fibromialgia, endometriosis y otra serie de afecciones también mostraron esta represión de emociones negativas.
Las personas parecían incapaces de considerar sus propias necesidades emocionales y eran arrastradas por un sentido compulsivo de responsabilidad hacia las necesidades de los demás.
Todos tenían dificultades para decir que “no”.
¿Hay algún beneficio en disimular y esconder los sentimientos?
Expresarlos de forma conveniente, por supuesto, ¿qué problemas te pueden causar?
En la medida en que sueltes toda esa carga emocional, soltarás el dolor físico que te supone.
Y no es que sea simple pero cuando entiendes la repercusión negativa en tu cuerpo de los sentimientos y emociones que callas, haces algo más por ti.
Vamos a un caso real.
Cuando decides profundizar en las causas emocionales de tu malestar físico tienes que buscar entre las experiencias de tu pasado.
Si aquello que te duele físicamente es de intensidad baja, tendrás que buscar una situación estresante que estás soportando en silencio de intensidad baja.
Si tu bienestar ha saltado por los aires por causa de un síntoma grave, el estrés emocional que vienes aguantando es de la misma intensidad.
Es decir, que si lo que tienes es una ligera descomposición, te sientes ligeramente perturbado emocionalmente.
Fue el caso de una amiga que canceló su cita conmigo hace unos días porque “de repente” el baño le secuestró.
Cuando le pregunté, no había comido nada en mal estado. Había estado comiendo con sus compañeros de trabajo como tantos otros días.
Le seguí preguntando por si había recibido alguna noticia que le hubiese alterado y me reconoció que sí. Mientras comía le llamaron para decirle que le invitaban a una boda donde también estaría su ex. No tenía ningunas ganas de verlo y menos en ese contexto. Como a ella le enseñaron que era mejor no mostrar las emociones, disimuló toda la rabia delante de sus compañeros, y por conversión biológica, esa rabia acumulada se manifestó en su intestino.
Hubiese sido más conveniente para su salud, haber comentado con sus compañeros la noticia, o incluso haber dicho que no iba a la boda.
En la medida en que se agrava el estrés se agrava el síntoma.
Si lo que aquejase a mi amiga fuese el síndrome de colon irritable, buscaríamos una situación estresante de mayor gravedad que llevase tiempo callando y gestionando de forma poco conveniente.
Y si sufriese la enfermedad de Crohn, buscaríamos entre sus vivencias, una más estresante todavía.
Conectar cuerpo y mente para una vida saludable
La aplicación eficiente de “Mens sana in corpore sano” pasa por reconocer qué hay en tu mente.
Tenemos más de 60.000 pensamientos al día y entre ellos, los que se cargan de negatividad repetitiva y constante, son los que provocan un cuerpo poco sano.
Esto es algo que puedes comprobar en cualquier momento.
Si conectas de verdad cuerpo y mente serás muy consciente de lo que te afecta y cómo te afecta.
Es fundamental ser consciente de que tu cuerpo se resiente en la medida en que acumulas estrés emocional.
Muchos de nosotros no hemos recibido una educación en la que se nos enseñase a tomar contacto con nuestra vida interior (con lo que hemos dicho que es el alma para algunos) No venimos de serie identificando y expresando emociones, pero de la misma forma que has aprendido a hacer cosas tan poco intuitivas como conducir un coche de tres pedales con dos pies, puedes aprender a escuchar a tu cuerpo y poner en palabras lo que sientes.