Europa no es inmune a los ataques a la libertad de prensa
Casi una de cada dos personas en el mundo no tiene acceso a noticias e información de la prensa libre. Como europeos, podemos considerarnos afortunados por disfrutar de “esta libertad que nos permite comprobar si se respetan las demás libertades”. En la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa de 2018 elaborada por la ONG internacional Reporteros sin Fronteras, nuestro continente es, de lejos, donde más se cumple la libertad de prensa. Pero no hay que pasar por alto que en los últimos años ha aparecido un escollo que ha dañado seriamente este pilar de nuestra democracia.
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul hizo que nos diéramos cuenta de la terrible violencia que sufren en ocasiones los periodistas en determinados países.
Sin embargo, Europa no es inmune. En Malta, la periodista Daphne Caruana Galizia fue asesinada por investigar un fraude de blanqueo de capitales. En Eslovaquia, Ján Kuciak fue asesinado porque estaba investigando una trama de evasión de impuestos a gran escala. Estos asesinatos se encuentran entre los ataques más graves que ha sufrido la libertad de prensa. También son el síntoma de un problema profundamente arraigado.
El periodismo en Europa se ha debilitado a causa de los incesantes y a menudo encolerizados discursos contra los medios de comunicación por parte de ciertos líderes políticos, algunos en el poder y otros con aspiraciones de alcanzarlo. La crisis de los chalecos amarillos en Francia ha provocado una enorme aversión hacia los periodistas, que han llegado a recibir amenazas de violación.
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, ha utilizado una desconfianza similar a su favor al recurrir al argumento de las fake news para justificar su negativa a realizar declaraciones a los medios de comunicación que no apoyan a su partido.
No podemos resignarnos con esta situación. Ya se han identificado problemas muy concretos sobre los que Europa podría actuar. El acoso judicial, por ejemplo. Algunas personas abusan de la ley para iniciar procedimientos civiles o penales contra los periodistas hasta silenciarlos. Este problema se puede solucionar en 2019 si las elecciones europeas impulsan la voluntad política de reforzar la libertad de prensa por todo el continente.
Como todas las políticas públicas, la protección de la libertad, independencia y diversidad de prensa debe quedar plasmada. Estamos luchando para que la próxima Comisión Europea escoja un comisario con un mandato claro para abordar este desafío. De Bucarest a Madrid, de Nicosia a Estocolmo, de Dublín a Viena, la sociedad necesita un alto representante al que acudir en el momento en el que se viole ese derecho fundamental. Este representante deberá mantener un diálogo sólido y continuo con los países miembros para expresar su preocupación por el derecho a unas noticias fidedignas y una información más allá de nuestras fronteras con el objetivo de iniciar una reforma legal necesaria en la Unión Europea.
Seremos capaces de juzgar hasta dónde llega la ambición del comisario según cómo utilice (o no utilice) las armas políticas de las que dispondrá para la batalla. Hay muchas formas de romper con los caminos demasiado trillados. Por ejemplo, Reporteros sin Fronteras ha propuesto utilizar la política de competencia, una herramienta importante de la Comisión. Es hora de superar los conflictos de intereses provocados por las fusiones de empresas, que da a los grandes empresarios la oportunidad de desviar a los medios de comunicación de su verdadera función para servir a sus intereses privados o a los de los amigos que tengan en el Gobierno.
Instamos a todos los candidatos que aspiren a entrar en el Parlamento Europeo de Estrasburgo a garantizar que el liderazgo de la Comisión asuma esa voluntad política. Necesitamos que los europarlamentarios actualicen el marco legal. Otro ejemplo: el régimen de responsabilidad de plataformas digitales aún se basa en una directiva de hace 20 años. Ya es hora de actualizar y defender este marco que dispuso la directiva sobre comercio electrónico para mantenerse al día con los nuevos desafíos tecnológicos, así como para extender una regulación por toda Europa y promulgar normas que favorecerían la libertad y la fiabilidad de las noticias y la información.
La libertad de prensa es una parte esencial de las aspiraciones democráticas que unieron a los miembros de la Unión Europea. Al defenderla, Europa protege su modelo político, tanto de las amenazas internas como de las externas. Y debe equiparse de verdad para defender sus valores.
Para ello, Europa también puede ofrecer nuevas garantías democráticas en áreas de la comunicación y la información que ahora dependen demasiado de las políticas de las plataformas digitales. Es la esperanza de los jefes de Estado y de Gobierno Europeos que apoyaron en noviembre de 2018, junto con otros líderes internacionales, el Pacto Internacional para la Información y la Democracia, basado en la Comisión para la Información y la Democracia, de Reporteros sin Fronteras.
Con el mismo objetivo, Europa también puede aprobar verdaderos poderes sancionadores de tipo financiero y administrativo para castigar a los depredadores de la libertad de prensa, tal y como se solicitó en la última sesión del Parlamento Europeo.
Durante esta campaña, algunos han reclamado una Europa potente y otros, una Europa protectora. Ha llegado la hora de reclamar de verdad una sólida unión política y convertir la libertad de prensa en un valor central de la Unión Europea, situándola en el centro de todos sus tratados e instituciones y al frente de las campañas de la actualidad.
Christophe Deloire, secretario general de Reporteros sin Fronteras.
Traducción de Daniel Templeman Sauco