Todas las absurdeces que cuentan los villancicos en las que no habías reparado
La Navidad sin ellos está incompleta: pero mira cómo beben los peces en el río... Fun, fun, fun.
La Navidad está llena de buenos propósitos y a veces de grandes despropósitos. Unos con una tradición menos ancestral —como regalos del amigo invisible que uno nunca querría recibir, árboles de navidad que producen dolor con solo mirarlos o belenes que incluyen figuras sin ninguna coherencia— y los otros son ya cultura popular, como las letras de los villancicos. Las tenemos tan asimiladas que no nos permiten ser conscientes de las absurdeces que estamos cantando (aunque lo cierto es que sin ellos la Navidad está incompleta).
Todo es una sucesión de palabras y onomatopeyas extrañas intercaladas con frases complicadas de analizar. Aunque la gran ventaja es que, si no sabemos cómo sigue la letra, basta con repetir ciertas muletillas fáciles de recordar: fum, fum, fum; chiquirriquitín; ande, ande, ande; rom pom pom pom, rom pom pom pom; o pero mira cómo beben los peces en el río. Nada que el sonido de una zambomba no pueda disimular.
Si lo pensamos detenidamente, todo esto hace un poco menos surrealista que Leticia Sabater se una a la fiebre navideña con su propio temazo, para competir con el clásico de Mariah Carey.
Ahora olvida El Polvorrón y el All I want for Christmas is you, y volvamos a lo clásico. ¿Alguna vez has reflexionado sobre el mensaje de los villancicos que cantamos? Narran las grandes fiestas que se montaron en el portal de Belén para celebrar el nacimiento de Jesús. Las de Ava Gardner en Madrid se quedaban muy cortas, según lo que cuentan. Pero lo hacen de una manera muy peculiar. Las letras (oficiales) de los villancicos son a la canción popular lo que las de Mecano a la música pop. Tan extrañas como pegadizas:
Campana sobre campana
¿Cuál es el menú más apropiado para una mujer que acaba de dar a luz? Incomprensiblemente, el pastorcillo que acababa de recoger a su rebaño pensó, con la mejor de sus intenciones, que un buen requesón, manteca y vino... Nada como el alcohol de una buena fiesta para una madre que da el pecho. Y al final se montaron un banquete en el portal de Belén en el que los únicos que disfrutaron fueron los invitados: la letra acaba contando que "el Niño va a padecer" en "una Cruz a esta hora". Ellos sí que saben dar la bienvenida a alguien a la familia... El que se asomó a la ventana debió flipar con las vistas del jolgorio.
Los peces en el río
Se supone que su vida era completamente austera, pero la virgen se peinaba entre cortina y cortina sus cabellos de oro con un peine de plata fina. La primera y última judía rubia de la historia llegó tarde a su propia fiesta, porque mientras ella se peinaba en el portal de Belén se agotaba hasta agua de los floreros: los peces bebían y bebían en el río para celebrar el nacimiento de su hijo. Tenían que estar ya 'aguarachados'. Cualquier excusa era buena para que ellos se montaran un sarao, independientemente de si la anfitriona estaba o no presente. María tendió en el romero con un poquito de jabón el no se sabe qué, y ellos volvieron a beber. Como en cualquier casa española en Nochebuena. Además, este villancico tiene algún mensaje subliminal que no acabamos de entender: ¿Qué quiere decir que a la Virgen se le picaron las manos? Desde luego, nada bueno.
Arre borriquito
Cuentan las malas lenguas que en portal de Belén no todo era hospitalidad y mucho menos generosidad. "En la puerta de mi casa voy a poner un petardo, pa' reírme del que venga, a pedir el aguinaldo", dice la canción. Y a pesar de ello, el protagonista le echa morro y se autoinvita a la fiesta de María y José esperando que ella, convaleciente, le sirva a la mesa: "Arre borriquito que llegamos tarde [...] Que el que quiera comer pan que no venga a mi cena, en el portal de Belén, la Virgen es panadera". ¿En qué momento de la vida la Virgen decidió ser panadera sin que nadie se enterara? Teníamos asimilado que San José era carpintero, pero el oficio de María lo desconocíamos. Sea como fuere, la fiesta acabó alargándose más que una boda gitana: "Vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también".
25 de diciembre
No hay mucho que decir sobre 25 de diciembre, más allá de que puede que el autor sea el mismo que el del La, la, la de Massiel. Con memorizar un fum, fum, fum basta para llevarse un buen pellizco del aguinaldo. Todo esfuerzo. Además, los pastorcillos hicieron gala de su gran habilidad para cuidar y calmar a cualquier recién nacido, y en lugar de caer en la rutina cambiaron las nanas por el sonido de las panderetas y las castañuelas. Después de eso, lo de que el niño apareciera en el suelo no pudo ser casualidad.
La Marimorena
A estas alturas de la vida todavía no tenemos claro al 100% si la Marimorena es María Morena o la Virgen Morena, pero sabemos que esta mujer las armaba más gordas que Paquirrín en sus mejores tiempos. Y se apuntaba a un bombardeo. De hecho, en las fiestas en el portal de Belén empalmaba las estrellas con el sol, y éste con la luna. Se veía venir: "Dame la bota, María, que me voy a emborrachar".
Los Reyes Magos tampoco debían estar muy lúcidos. Les costó seguir a la estrella. Salieron de Oriente para adorar al Dios Niño —que nació el 25 de diciembre— y llegaron el 6 de enero. Cuando ya estaba todo el pescado vendido y las existencias del banquete agotadas.
Con la Marimorena hasta el "bueno de San José" se desmadraba en Nochebuena y acabó sin calzones... aunque por culpa de los ratones (dice). Y la noche acabó como toda fiesta que se precie, aunque en lugar de churros se hicieron unas gachas para las muchachas que había entre los cuatrocientos de la cuadrilla.
El Tamborilero
Este villancico merece mención sólo por asegurar que un "ronco acento" es "un canto de amor" —algo que no se decía desde que Tina Turner petó en las listas de ventas—, rom pom pom pom, rom pom pom pom.
Dime niño
Casi 2019 años bombardeándonos con la información de que el Niño es hijo de María y del Espíritu Santo, y todavía sigue el villancico popular preguntando "dime Niño de quién eres". Y lo más grave, sin aprenderse el nombre ("y si te llamas Jesús"). Esta es la primera pista de que quien visita al niño lo hace únicamente por cumplir, y luego no tiene problema en reconocerlo abiertamente: "Y nosotros nos iremos, tururú, y no volveremos más". Venga, ahí te quedas. Tururú.
Hacia Belén va una burra
Está más que demostrado que María tenía que estar en todo: que si se agotaba el chocolate, que si le robaban los pañales, que si a San José le roían los calzones... "María, María, ven acá corriendo" es una constante en este villancico en el que todavía no sabemos quién se remendaba, a qué se refería con eso y por qué lo hacía, pero le cogió afición. El 'RIN RIN' era solo para despistar.
Y ojo con cantar que "los gitanillos han entrado [en el portal] y al niño que está en la cuna los pañales le han robado", porque Rober Bodegas tuvo que pedir perdón por mucho menos.