TOC en tiempo de coronavirus
¿Qué puede hacer en estos tiempos alguien que padezca trastorno obsesivo compulsivo?
El Covid-19 está impactando con fuerza en nuestras vidas. Cambian nuestras rutinas y nuestras herramientas de regulación emocional, aparecen nuevos problemas o se deterioran aquellos que ya existían. Los problemas psicológicos no entienden de estamentos o grupos sociales, y la misma situación será experimentada de manera diferente por cada persona, de acuerdo a sus circunstancias, recursos y competencias.
Para una persona con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), o incluso simplemente con un rasgo obsesivo exacerbado, la situación actual constituye un desafío mayor.
El TOC se caracteriza por la presencia de pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen ansiedad, que es contrarrestada con conductas repetitivas denominadas compulsiones o rituales. Se estima que el TOC afecta a más del 2% de la población y de acuerdo a la OMS es uno de los cinco trastornos psiquiátricos más frecuentes.
El pensamiento obsesivo presenta diferentes contenidos y las compulsiones también varían. Los tipos de TOC más conocidos son los referentes a la limpieza o el orden, aunque son más comunes los asentados sobre rituales de comprobación y de repetición. Menos conocidos son el TOC con ritualización cognitiva, cuando se evocan pensamientos o secuencias numerales de manera reiterada, o el de acumulación. cuando se coleccionan objetos de manera incontrolada.
Con certeza, las personas con TOC más afectadas son aquellas cuyo núcleo obsesivo se relaciona con el contagio, los gérmenes y la higiene. El acceso continuo a información potencia el pensamiento intrusivo, la sensación de suciedad y percepción de peligro de contagio. Las situaciones que normalmente detonan el ritual de lavado de manos e higiene se multiplican, con el consiguiente deterioro de la calidad de vida de la persona que lo padece.
El confinamiento puede ser un balón de oxígeno. No obstante el contacto con el exterior constituye un desafío mayúsculo. Los focos de contaminación, reales o imaginados, como barandillas, pomos, baños, etc. se multiplican y provocan pavor. Si el contacto o proximidad física con otros antes producía pudor, en el contexto de la pandemia genera angustia. Resulta paradójico que aquellos que han pasado media vida intentando ignorar sus impulsos de limpieza ahora son jaleados por miles de mensajes que le urgen al lavado y desinfección de manos y objetos.
La persona con TOC acostumbra a sobrellevar el cambio y la incertidumbre con dificultades añadidas. Especialmente en el tipo repetitivo y el de orden y simetría. En estos casos, control y rigidez cognitiva componen rasgos nucleares y el bienestar del paciente se sustenta en su estabilidad y el cumplimiento de una serie de reglas y rutinas autoimpuestas. La pandemia está hurtando nuestra estructura cotidiana. La experiencia del confinamiento implica un gran cambio que nos hace confrontar una convivencia continuada o nuestra propia soledad. Para las personas con TOC, la adaptación a la nueva cotidianidad requiere un esfuerzo adicional. Si además añadimos la incertidumbre que genera la pandemia y su impacto social y económico, estamos hablando de un verdadero martirio.
En el TOC de repetición la ansiedad será compensada con la ejecución de secuencias generadas por el propio paciente, como encender y apagar un interruptor, o golpear una parte del cuerpo o un objeto un determinado número de veces. En el caso del TOC de comprobación los rituales refieren verificar puertas, ventanas, teléfono, etc. Sin embargo, pueden ser más enrevesados, como necesitar comprobar las propias constantes vitales o que una persona querida se encuentra bien. Estos días la persona con este subtipo tiende a observar la calle reiteradamente, esperando que no haya cambios, precisan contacto constante con sus allegados o siguen cada boletín informativo temiendo aumento en el número de muertos o contagiados. El acceso a información tiende a ser continuo con el objetivo de reducir la ansiedad que genera la incertidumbre del nuevo contexto.
También es posible que el estado de alerta continuado recaiga sobre la propia salud con diferentes manifestaciones ansiosas. Ya sea dolor de cabeza, dificultades para respirar, tensión muscular o sequedad en boca. Estos síntomas ansiosos pueden ser confundidos con los propios del coronavirus y retroalimentar el miedo que subyace al propio estrés. Una pescadilla que se muerde la cola que puede llevar a la persona con TOC la comprobación compulsiva de temperatura o respiración.
¿Qué puedo hacer si padezco TOC?
- Accede a la información con moderación y solo a través de fuentes fidedignas. Estos días debemos evitar observar compulsivamente la calle desierta o cebarse de información, ya sea en radio, televisión y prensa, o a través del goteo constante de Whatsapp, Twitter o Facebook. Establece momentos del día para leer, escuchar o ver boletines y limita dispositivos electrónicos para acceder a información; es un buen momento para que el teléfono sólo sirva para comunicarnos con amigos y familiares.
- Expresa tu preocupación, pero sin pasarte. Algo común a los diferentes tipos de TOC estos días es la tendencia a la anticipación continuada de escenarios negativos. Se rumia un futuro catastrófico de pérdida y destrucción que genera angustia y desesperanza. Reflexionar y expresar es importante, pero no olvidemos que no estamos encargados de la investigación de la vacuna ni de la implementación de políticas públicas de ayuda. Debemos intentar que la pandemia no monopolice nuestros pensamientos y dejar espacio para aquello que vertebraba nuestras vidas hasta su inicio.
- Intenta no ceder ante preocupaciones irracionales. Estamos en el caldo de cultivo perfecto para que emerjan todo tipo de creencias absurdas sobre la pandemia y su impacto. Intenta observar, aceptar y distanciarte de pensamientos intrusivos e impulsos irracionales. Por ejemplo, es un momento para seguir las recomendaciones de fuentes oficiales y no sucumbir al impulso de introducir nuevas normas de higiene o reclusión.
- Consiéntete más de lo habitual. Es posible que vuelvan viejos rituales o que aparezcan nuevos. No es el momento de la autoexigencia exacerbada. Establece momentos, por ejemplo uno por la mañana y otro por la tarde, para la comprobación, el orden o la limpieza. Debemos procurar una contención moderada y no castigarnos si caemos en manías ya superadas.
- Acepta la incertidumbre. Debemos ser conscientes de que la incertidumbre lo está inundando todo y los aspectos ajenos a nuestro control se multiplican. Es importante permanecer en el momento presente y adaptarnos a la nueva cotidianidad. Todo esto pasará, y la espera será más llevadera si no nos ponemos fecha.