'The Guardian' se fija en un peculiar lugar de España y en su creador, "un genio imperfecto"
"¿Una locura o una obra maestra?".
Toda España le conoció por un anuncio de refrescos y muchos se enamoraron de su historia: la de un humilde labrador que dedicó décadas de su vida a construir una catedral en Mejorada del Campo (Madrid) con sus propias manos. Su nombre era Justo Gallego —falleció en noviembre de 2021 a los 96 años—y este martes The Guardian le dedica un extensísimo reportaje.
“Durante casi 60 años, un exmonje trabajó casi sin ayuda en un edificio extraordinario en las afueras de Madrid. ¿Una locura o una obra maestra?”, se pregunta el diario británico en la entradilla.
El periodista, Matthew Bremner, comienza el texto recordando que en 2018 Justo le enseñó cuál sería su tumba. “Quiero que me entierren aquí”, le dijo, señalando su obra. “La cripta de la catedral sería su lugar de enterramiento. Y lo enterrarían allí porque era su catedral. Lo había diseñado completamente en su cabeza, sin una sola medida o cálculo en papel, sin registro de ninguno de los materiales que había utilizado. Y lo había hecho en gran parte solo”, escribe.
La cripta fue precisamente donde comenzó a cavar en 1961 para canalizar su fervor religioso. Su mastodóntico proyecto, que el autor describe como un “monstruo arquitectónico de Frankenstein apoyado sobre ladrillos, llantas, ruedas, latas de comida, plástico y cantidades excesivas de cemento”, comenzó allí a tomar forma.
Según Bremner, “cuando el monje inició su proyecto, los lugareños lo llamaron loco. Desde entonces, se ha peleado, con miembros de su familia, hecho enemigos y ganado un público internacional que lo adoraba” y señala que era un hombre lleno de incongruencias: “Podía ser de mente abierta e intolerante, indulgente y terco, amable y brusco, sabio y simple. Era un genio imperfecto, que nunca buscó ser nombrado como tal, un hombre que no quería ser descubierto, pero que había hecho todo lo posible para que lo descubrieran”.
“Pero Justo no estaba loco. Simplemente no estaba dispuesto a someterse a lo que la mayoría de la gente consideraba normal”, apunta.
De sus conversaciones con Justo, señala que el constructor amateur estaba especialmente orgulloso de la cúpula y que no le gustaba nada que lo compararan con Gaudí, que le parecía “exagerado”: “Hay demasiadas agujas, demasiado de todo”.
Sobre aquel anuncio que protagonizó, cuenta que Justo accedió a participar para conseguir dinero para seguir construyendo y no fue consciente de que iba a salir por televisión y de la atención que iba a atraer: “Pensaba que solo iban a imprimir algo en el costado de la lata”.