Test rápidos: ¿planificamos o improvisamos?
Pese a no ser la 100% fiables, este tipo de pruebas rápidas es fundamental para realizar un 'screening' o cribado de la población.
Llevamos semanas hablando de los famosos test rápidos sin que tengamos evidencias reales de una aplicación masiva de dichas pruebas a nuestros sanitarios, en primer lugar, y al resto de la población después.
Como político, me he puesto en comunicación con expertos en el sector con el objetivo de entender la situación y conocer con mayor profundidad los elementos de diagnósticos que manejamos para luchar contra este maldito virus. Es cierto que pese a consultar a los profesionales, siguen existiendo dudas solo el Gobierno podrá clarificar.
Lo que sin embargo está meridianamente claro, es que para poder abandonar el confinamiento convendría realizar pruebas rápidas a gran parte de la sociedad y definir claramente las medidas que tendrán que formar parte de eso que se ha llamado “la nueva normalidad”.
Para empezar, debemos hablar con propiedad del tipo de test rápidos al que aspiramos, pues existen diferentes modelos. Los test rápidos de detección de antígenos, ya descartados por diversas fuentes por su baja fiabilidad. Y los test rápidos de detección de anticuerpos, que detectan la presencia de los mismos. Todos los test rápidos tienen un indicador de control, normalmente marcado con una “C”, que nos permitirá verificar si la cantidad de sangre es la adecuada, o si la técnica se ha realizado correctamente o incluso si su funcionamiento es el esperado. Dando los test de antígenos por descartados, debemos concentrar nuestro esfuerzo en los test rápidos capaces de detectar solo anticuerpos, también llamados inmunoglobulinas. El cuerpo fabrica diferentes tipos de anticuerpos/inmunoglobulinas para luchar contra el Covid-19. Las inmunoglobulinas G (IgG) se encuentran en la sangre y en otros fluidos, siendo el tipo de anticuerpo que más abunda en los seres humanos. Las IgG puede tardar un tiempo en formarse después de una infección o vacunación. Y las inmunoglobulinas M (IgM), presentes tanto en líquido linfático como también en la sangre, son el primer anticuerpo que genera el cuerpo al sufrir una nueva infección.
Es decir, un test rápido que sólo nos da positivo a IgM nos indica que el paciente está en una fase temprana de la enfermedad y es posible que contagie a otras personas, pues con toda seguridad el virus está presente en su cuerpo. Si un test rápido nos da sólo positivo a IgG podemos decir que el paciente ha estado en contacto con el virus hace cierto tiempo, ya no está en las fases iniciales de la infección, y está generando anticuerpos protectores. Por supuesto si no se detecta ni IgG, ni IgM, se considera que la persona da negativo a la prueba y presumiblemente no ha tenido contacto con el virus. Según los expertos consultados, en todos los casos positivos, tanto de IgG como de IgM, siempre habrá que confirmar la presencia o no del virus mediante otra técnica diagnóstica complementaria. Esto es clave para saber si la persona aún puede contagiar o no a otros.
También es importante remarcar que dichos test de anticuerpos de rápido resultado no son la panacea. Son muy útiles para darnos una visión general de la situación, algo que se sigue echando de menos en España, pero también es verdad que se cuestiona su efectividad como prueba diagnóstica concluyente. Es decir, incluso los aceptados para su distribución tienen una sensibilidad (% de positivos correctos) y una especificidad (% de negativos correctos) por debajo de otras técnicas más precisas como la PCR o las técnicas diagnósticas de biología molecular, que invitan a ser cautos incluso si alguien da negativo. Pues en ambos casos siendo más o menos optimista, se hablan de márgenes de error que pueden incluso superar el 10% en esta clase de test. Por lo que si alguien da negativo a este tipo de prueba rápida y presenta síntomas, se recomienda realizar pruebas más fiables como por ejemplo las ya famosas PCR.
Pese a no ser la 100% fiables, este tipo de pruebas rápidas es fundamental para realizar un screening o cribado de la población. Esto ahorra mucho tiempo a los sanitarios y en distintas enfermedades el disponer de mecanismos rápidos de diagnóstico supone directamente salvar vidas. Por ejemplo, para nosotros ahora sería clave el poder evidenciar la presencia de anticuerpos en población que quizá no tenga ningún síntoma y que aún pueden contagiar si están en la fase inicial de la infección por la presencia física del virus, son normalmente los IgM positivos sin síntomas.
La “Nueva Normalidad”, incluso aunque se descubra una vacuna, es que debemos prepararnos para estar familiarizado con los elementos de diagnóstico. Posiblemente sea un requisito para las grandes empresas en el futuro para garantizar la salud de sus trabajadores. Esto abre también debates éticos muy interesantes a la hora de determinar si podemos obligar o forzar a la sociedad a la realización constante de pruebas diagnósticas de forma masiva o a la propia vacunación. Lo cual sin duda debería ser fruto de futuras reflexiones. Volviendo a los elementos de diagnóstico, el mismo Donald Trump presentaba recientemente una nueva herramienta diagnóstica de Covid-19 que sin ser PCR, la cual tarda varias horas en darnos los resultados, puede ser una alternativa a los test rápidos por fiabilidad y rapidez (10-15 minutos), es el IDNOW, que aunque sólo está presente en Estados Unidos, todo apunta a que debería formar parte de nuestro arsenal de diagnóstico en un futuro no tan lejano. Siempre este tipo de pruebas, incluso los test rápidos, deben ir asesorados y realizados por personal técnico capacitado para guiarnos en cómo se realiza dicha prueba.
El Gobierno debe cuanto antes definir las medidas que serán requeridas para esa llamada “Nueva Normalidad” y también explicarnos el motivo de las demoras a la hora de abastecer a la sociedad de los test rápidos. Según diferentes fuentes del sector de diagnóstico, apuntan que tras el escándalo de los test no fiables, China ha cerrado el grifo hasta poder garantizar niveles aceptables de fiabilidad. Esto implica que dichas pruebas no llegarían de forma masiva hasta el mes de mayo con su consecuente impacto en eso que han llamado la desescalada. Todo esto sin saber aún el nombre de la empresa española que actúo de intermediara para la compra de esos test fallidos a la empresa china. Algo difícil de entender en el siglo de la información, las tecnologías y de la transparencia pública de los datos.
En fin, esperemos que controlando mejor el diagnóstico, disponiendo de los medios necesarios para que los servicios públicos puedan trabajar en condiciones dignas y seguras, invirtiendo en investigación y vacunas y mejorando los tratamientos contra el virus Covid-19 sepamos trazar un plan fundamentado, con una correcta estimación de tiempos, que nos aleje de la improvisación y transmita confianza y seguridad a la población.