Vivir en España no significa necesariamente seguir la dieta mediterránea. Sí es verdad que los productos que la componen están al alcance de cualquiera, pero también otros que se salen de este patrón alimentario y que cada vez son más habituales en la cesta de la compra de los españoles.
Cocinar con aceite de oliva está muy bien y también comer fruta y verdura a diario. Sin embargo, no basta sólo con eso para poder afirmar que se sigue la dieta mediterránea. Es importante adoptar ciertos hábitos y desterrar algunos alimentos.
Esta encuesta del estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea), recogida en el libro ¿Qué comes? del doctor Martínez-González, permite comprobar la adherencia a esta dieta. Son 14 preguntas muy sencillas sobre la rutina alimentaria de cada uno. La primera respuesta da siempre un punto y la segunda, cero. El seguimiento es bueno si se obtienen más de ocho puntos y habría que mejorarlo si no se alcanzan.
Acercarse a los 14 puntos tiene una razón de ser. Según las conclusiones de Predimed, las personas que consiguen este resultado presentan menores niveles a largo plazo de sus factores de riesgo, menores índices de obesidad (circunferencia de la cintura, índice de masa corporal e índice cintura/altura) y un riesgo más bajo de desarrollar diabetes.
Para acercarse a esta meta, de no lograrla inicialmente, Martínez-González aconseja “ir conquistando metas a corto plazo y empezar a hacerlo con las metas asequibles”. Y añade: “Uno se tiene que preguntar ‘¿qué es lo más fácil de conseguir para mí? ¿Cambiar la forma de cocinar? ¿Eliminar los refrescos? ¿O añadir más frutas y verduras?’. Y a partir de ahí plantearse el objetivo de un punto o dos cada mes”. Así alcanzar el objetivo es mucho más fácil.
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