Teseo en el PSOE

En su vuelta desde Creta, Teseo, futuro rey de Atenas, sufrió todo tipo de calamidades. Su barco, viejo y destartalado, se deterioraba tras cada jornada, y se hacía necesario parar en los puertos más cercanos para reemplazar las maderas rotas y podridas. Tanto fue así que el barco con el que Teseo llegó finalmente a Atenas ya no conservaba ni una sola de las piezas con las que salió de Creta. Esto llevó a Platón a preguntarse si ese barco, a su llegada a la patria, seguía siendo el mismo barco que salió de la isla de partida, y, de no ser así, en qué momento se produjo el cambio, qué tablón de los mil que se reemplazaron tuvo el honor de ser el último del viejo barco o el primero del nuevo. ¿Puede mantener su identidad un sistema que cambia gradualmente hasta renovarse por completo?

Volviendo de un exilio semejante al de Teseo, Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno de España, inició en 2019 la travesía de una legislatura igualmente tormentosa, montado en su Partido Socialista Obrero Español y en su Gobierno de coalición. Y no se hizo esperar demasiado la necesidad de reemplazar algunas tablas. Así, a mitad de la legislatura tanto el partido como el gabinete de Sánchez se parecen poco a aquellos con los que zarpó. Estas últimas semanas ha habido que cambiar mástiles y timones principales, y toda la tripulación sabe que los cambios van a seguir sucediéndose. Si finalmente el presidente del gobierno llega al otoño de 2023 conduciendo un Gobierno totalmente diferente al de 2019, ¿se preguntaría Platón si tiene sentido llamar a ambos “el gobierno de Pedro Sánchez”?

Y si no, ¿en qué momento el gobierno de Pedro Sánchez dejó de ser el gobierno de Pedro Sánchez? ¿Con la defenestración de José Luis Ábalos, con la marcha de Pablo Iglesias a su retiro dorado tras la escala en el matadero de las autonómicas de Madrid? ¿Y en qué momento el PSOE de Pedro Sánchez dejó de ser el PSOE de Pedro Sánchez? ¿Tras el relevo mercenario de Iván Redondo? ¿Tras la dimisión de Adriana Lastra? Con una complejidad organizativa mucho mayor que la del navío más majestuoso de la antigua Grecia, cualquier partido de implantación nacional es un entramado complejísimo de subdirectores, vicesecretarios, subvicealcaldes y subviceportavoces segundos en donde cada tornillo cambiado desencadena dominós imprevisibles.

Mucho se ha discutido la paradoja del barco de Teseo, pero la respuesta más aceptada es que, efectivamente, el barco de Teseo en Atenas sigue siendo el barco de Teseo en Creta, ya que en “el barco de Teseo” lo de menos es “el barco” y lo de más es “de Teseo”. Podemos cambiar todas sus piezas, pero es su titularidad la que lo define e identifica. Sin banquillo, sin reemplazo, con unos cargos medios mucho más aterrados de lo que ya es normal en los partidos políticos ante su líder, podemos cambiar todas y cada una de las tablas del Partido Socialista Obrero Español, pero seguirá siendo el partido de Pedro Sánchez; podemos cambiar todas las velas del gobierno, pero seguirá siendo el gobierno de Pedro Sánchez. A España la gobierna un solo hombre. Pero, a diferencia de Teseo, no sabe salir del laberinto.