Taleb para 'dummies': el Cisne Negro (1)
Hace casi exactamente 39 años unos estudiantes de ideas más o menos izquierdistas tomaron la embajada estadounidense en Tehrán para reclamar la extradición del detestado Shah Reza Pahlaví, que había sido depuesto muy poco antes (ese mismo año) y se encontraba en Nueva York tratándose unos cálculos biliares. Y existen cables que atestiguan que los servicios de inteligencia americanos esperaban el año anterior que el Shah siguiera dirigiendo activamente Irán durante por lo menos diez años más.
Al Shah le habían ofrecido tratarse de su afección en Suiza, pero él insistió en operarse en el New York Presbyterian Hospital. Parece ser que Jimmy Carter era reticente a concederle al Shah un visado médico, pero la presión conjunta de Henry Kissinger y de la familia Rockefeller lograron que finalmente el Shah se llevara el gato al agua.
Saco a relucir estas azarosas circunstancias porque consituyen un buen ejemplo de lo que es un Cisne Negro, término popularizado por Nassim Nicholas Taleb, título de su libro más popular y una de las ideas centrales dentro de su sistema de pensamiento, que intentaré destilar en varios posts.
Yo mismo ya he utilizado en este blog la expresión varias veces. Alguna vez hasta de forma incorrecta, como me ha señalado algún tuitero. Y es que según Taleb, un Cisne Negro ha de reunir las siguientes características para ser calificado como tal:
- La probabilidad de su ocurrencia es muy baja
- Es imposible de predecir
- Una vez se ha producido, se le intentan dar explicaciones post facto (cuando en realidad éstas no existen)
- Tiene un efecto desproporcionado en las ocurrencias posteriores
La crisis de los rehenes en Irán es indudablemente uno de esos Cisnes Negros que explican, por lo menos en gran parte, que hoy España esté vendiéndole corbetas y bombas "inteligentes" a Arabia Saudí (a la que Taleb llama "Barbaria Saudí") en vez de a Irán, por lo que su impacto en la historia posterior en Oriente Medio es innegable.
Como los cables americanos atestiguan, nadie podía prever nada parecido, y si el médico de confianza del Shah hubiera estado en París o en Zug, la toma de rehenes no se hubiera producido nunca. Evidentemente, a posteriori, muchos analistas han apuntado que las simpatías pro-soviéticas de los muyahidineshacían inevitable que algo así ocurriera y existe incluso literatura (fantástica) que habla de agentes cubanos dirigiendo el secuestro en la sombra.
La vivisección de Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul por parte de los esbirros de MBS es uno de esos acontecimientos imprevisibles que tenían números para convertirse en un Cisne Negro, aunque el secuestro del primer ministro libanés Saad Hariri el año pasado (a quien parece ser que Emmanuel Macron le salvó literalmente la vida por ser detentor de un pasaporte francés) o la escalada en la intervención en Yemen hace más de tres tenían en principio más números para disparar todas las alarmas de la comunidad internacional, pero los elementos truculentos que han trascendido en este último escándalo han puesto en serios aprietos a los saudíes por primera vez.
Jamal Khashoggi escribía en el Washington Post y era muy influyente. Sin duda más de lo que MBS (que al parecer está muy sorprendido por el cariz que están tomando los acontecimientos) podía imaginarse. Pero no creo que fuera tanto su condición de periodista como lo medievalesco de los métodos de ejecución lo que ha captado tanto la atención de los medios.
El año pasado otro influyente periodista iraní (Saed Karimian) fue asesinado junto a su socio kuwaití, y precisamente en Estambul. Probablemente se trató de algún encargo a profesionales desde las más altas esferas, pero como la ejecución se produjo por una ráfaga de disparos desde un todoterreno la prensa no se agitó ni de lejos tanto como en el caso Khashoggi.
Ahora bien, la casualidad ha querido que los saudíes hayan procedido a ejecutar a Khashoggi con un sadismo que supera el de la mafia de Las Vegas cuando mata al personaje de Joe Pesci en la película Casino, y que de forma inesperada la inteligencia turca lo haya documentado todo minuto a minuto.
Estos elementos (¿afortunados?) podrían servir de catalizador para que nos empecemos a dar cuenta de que no tiene ningún sentido que los europeos seamos aliados incondicionales de los saudíes de MBS en su enfrentamiento con los ayatolás iraníes por la primacía en Oriente Medio, y si somos incapaces de no sacar tajada del enfrentamiento por lo menos podríamos no beneficiar a los unos con respecto a los otros.
Aunque es pronto, todo parece apuntar que el caso Khashoggi no va a ser un Cisne Negro como la toma de rehenes en Teherán porque no va a tener unos efectos desproporcionados en el curso de la historia. MBS, gracias a su amistad con el yerno de Trump, por ahora no va a ser molestado. Alguno de sus esbirros pagará el pato y se les denegarán visados en caso de que quieran asesinar fuera de Arabia. Por ahora hemos dejado sola a Merkel, que ha llamado a boicotear las ventas de armas a los saudíes, y todo parece indicar que no vamos a compartir el riesgo de dejar de sacar tajada en Arabia con los alemanes.
Pase lo que pase con el caso Khashoggi, en próximos posts voy a seguir presentando alguna de las ideas centrales de Taleb en este blog. Y es que Branko Milanovic comentó en su blog este año que la importancia de Taleb radica en que ha creado un sistema de pensamiento completo y que abarca empirismo y ética, algo insólito en los tiempos que corren.