Sueños, discursos y bombas de humo
La llegada a Madrid del expresidente de la Xunta ha sido más que sosegada podría decirse que despistada.
Alberto Núñez Feijóo dejó algunas cosas pendientes en Galicia: por ejemplo, una creciente rebelión en las aldeas contra la masiva ‘invasión’ de aerogeneradores, buen negocio para las industrias y malo malísimo para los paisanos. Durante el pasado Festival Internacional Celta de Ortiguera (A Coruña) las decenas de miles de asistentes pudieron ver cómo esos pequeños pósters de protesta ocupaban el lugar de los electorales que aún resisten al sol, la lluvia y el viento.
En las parroquias y lugares del rural la gente, la que no emigra a las ciudades, o al extranjero, resiste atada a la tierra. Pero la Xunta no se lo está poniendo fácil: los molinos de viento y los tendidos eléctricos con sus servidumbres y sus chisporroteos, siembra de muchos fuegos, que se adueñan de miles de ferrados de eucaliptos, uno de los mayores ingredientes del PIB gallego, se ven como una amenaza.
Además, todo se digitaliza, y la Administración se vuelve más lejana e inaccesible…porque no hay wifi, y si lo hubiera, los ancianos que aguantan no están para estos trotes informáticos. ‘Aldeas libres de Macroeólicos’ dicen los pasquines de Rural Revolution’, encabezados con una hélice de tres aspas en una señal de Stop. Con un aumento de la pobreza, con un sistema de salud que hace aguas, con un creciente vaciamiento del interior… con serios problemas en todos los sectores clave, construcción naval, maderero-forestal, industrial, comunicaciones, con un abandono suicida desde A Coruña a Ferrolterra y costa arriba hasta Lugo… el único camino que va quedando es el Camino de Santiago.
La llegada a Madrid del expresidente de la Xunta ha sido más que sosegada podría decirse que despistada; en esta escalera, en efecto, no se sabe si sube o si baja o si no sabe/no contesta, que está pareciendo lo más probable. Aquello de la ‘mano tendida’ quedó en la frase hecha. Demasiado hecha. Aparte de lugares comunes no hay un discurso que contenga un programa claro. Solo palabras sin contenido: grandes titulares para una idiotez: ‘el populismo no resuelve la crisis económica’.
Eso es verdad, pero adjudicado el calificativo a las medidas económicas y sociales del Gobierno, similares a las de casi todos los 27, esa afirmación no tiene sentido. También era populismo y un estigma para los alumnos abrir en verano los comedores de los colegios para los niños de familias sin recursos. Pero en visitas de grupos a ‘La Provincia’, en Las Palmas de Gran Canaria, se nos desmayaban niños y niñas porque no habían desayunado. Menos mal que teníamos a mano una máquina expendedora y rápidamente les dábamos unos ‘biofrutas’ y unas chocolatinas de urgencia. Y repuchaban.
Tampoco ahora el equipo de Díaz Ayuso cree que haya un grave problema de pobreza. Las risotadas y las burlas en marzo del consejero de Educación, Enrique Osorio (107.000 euros de sueldo anual), son una preocupante muestra de altanera indiferencia, como mínimo.
En 2016, en un almuerzo de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) un alto ejecutivo de una multinacional nos confesó campechanamente que “todos competimos por los mismos euros que tiene la gente en sus bolsillos”.
La cosa es que baja el paro, aumenta la afiliación a la SS, en Europa ya se habla del ‘milagro español’, aumenta el PIB… En realidad Feijóo es un Casado con más educación. Ninguna asignatura pendiente ha resuelto: por ejemplo, la renovación del CGPJ y de los altos tribunales. Siempre es a cambio de algo, siempre hay un pero, a pesar de la claridad del mandato constitucional. Hace unos días Bruselas ha exigido que se renueve el Consejo, que acabe el bloqueo, y que la ley se modifique después y no antes. Pese a todo el nuevo líder conservador sube en los sondeos. Las encuestas le son favorables.
¿Porqué? Hay que acudir a las meigas, que como todo el mundo celta sabe, haberlas haylas. A las meigas y a las redes sociales y al argumentario tenaz de los medios adictos. España va mal, Sánchez la está hundiendo, yo soy el único que la puede arreglar. Montoro redivivo.
Y sin embargo los datos son los datos. La realidad son los hechos, como todo el mundo sabe, o debería saber; y los hechos son tozudos: a pesar de todos los pesares —los infantilismos izquierdistas y el cainismo de ‘Podemos’, las amistades peligrosas con Bildu y ERC…— ninguna de las catástrofes anunciadas a ciencia cierta se ha cumplido ni parece que vayan a cumplirse; muy al contrario los viajes de misioneros populares a Europa para sembrar la desconfianza, transferir al sanchismo la responsabilidad del bloqueo del CGPJ y tratar de boicotear los fondos Next Generation… se han saldado con un estrepitoso fracaso. Han sido el hazmerreír en Bruselas. A lo que hay que añadir que también se ‘equivocaron’ con el cambio climático.
El pasado día 29 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen,
tuiteaba (que es como un BOE pero en breve): “Hoy entregamos a España el segundo pago de Next Generation por valor de 12.000 millones de euros, por el avance de las reformas e inversiones en economía digital, salud, educación, mercado laboral y saneamiento de las finanzas públicas, entre otras”. Y acababa con un “¡Enhorabuena, España!”, que algunos ven como una indirecta a sus colegas conservadores del PP. Pero Feijóo seguía impertérrito días antes: “Nos dirigimos todavía con mayor intensidad a una profundísima crisis económica”. El principio de prudencia aconsejaría en todo caso usar el condicional.
¿Dónde está el populismo? A no ser que la alemana se haya hecho bolivariana y lo tenga escondido. Porque se trata de una enmienda a la totalidad de todas las principales críticas populares. Frente al catastrofismo y la coña bufa estos 10.000 millones se suman a los 9.036 de prefinanciación y a los 10.000 del primer desembolso NG también del 2021. Mucho dinero que ya ha comenzado a mover la economía, aunque la inflación siga disparada, sobre todo, o en buena parte, por la especulación y el asalto a los precios.
La cumbre de la OTAN ha sido un rotundo éxito. La situación con Marruecos se ha recompuesto, por ahora; el efecto del parón argelino a las exportaciones de gas se ha compensado con la eficiente red de regasificación e instalaciones portuarias que puede aliviar las consecuencias del chantaje ruso… Sánchez encara el final de legislatura, además, con la presidencia semestral de la UE. Seis meses, y su inercia, de protagonismo internacional y, se supone, de muchas medidas importantes en esta difícil hora europea.
Releyendo las Memorias del Conde de Romanones encontré algunos pensamientos muy de actualidad: “Lo indispensable para gobernar no se aprende en los libros (…) Todo depende de la inspiración de cada momento, del golpe de vista para apreciar las circunstancias y los hombres, para advertir los peligros (…) En la vida, y sobre todo en el gobierno, constituye especial talento saber aprovecharse del talento de los otros”.
Pero eso era antes de Internet. Ahora el campo de batalla cada vez más decisivo son las redes sociales. Pero como decía Umberto Eco “las redes sociales han generado una invasión de imbéciles que le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban solo en el bar después de un vaso de vino” y que ahora compiten con un Premio Nobel. Los memes, las mentiras, las obviedades solemnizadas… son las armas de la moderna desinformación. Lo ha sido a grandísima escala internacional por Rusia y por China, y por Marruecos… pero también en el nivel nacional y hasta en el pueblerino.
Cada iniciativa del Gobierno español es respondida por las derechas con un contraataque a veces esotérico cuyo objetivo es ridiculizar al adversario desde el anonimato. Así resulta que el fracaso de la Junta de Castilla y León en la prevención y extinción de incendios se opaca con la acusación de que el Falcon y los coches en que se desplazó a varias provincias el presidente del Gobierno era contradictorio con la estrategia climática… en medio de unos incendios históricos.
Menuda perreta tienen con el avioncito dichoso. También el papa Francisco va a Canadá en avión especial y nadie rechista. El amplio catálogo de actuaciones contra el cambio climático pasa a segundo plano por el episodio del sincorbatismo. Que no es solo una anécdota: el mundo se mueve por imágenes, por ejemplos, por metáforas. Pero en fin, ya la estupidez politizó el calentamiento global, y la carne, y las vacas, y las borracheras libertarias, y las mascarillas…y ahora les toca a las corbatas. Cortinas de humo para camuflar el trumpismo.