Soy una pesadilla como exnovia y no me siento mal por ello
Colega, que no me interesa verte con tu nueva novia comiendo tacos en el restaurante más hípster de la ciudad.
Hay ciertas facetas de mí misma que he tenido que asumir en relación con el sexo, las citas y las relaciones: no soy una chica guay. Aunque pueda practicar sexo ocasional, suelo aferrarme mucho más a la monogamia y puedo ser una completa capulla a veces. Pero la mayor faceta de mi personalidad que he tenido que asumir (qué narices, celebrar más bien) es que soy la peor pesadilla que se puede tener como exnovia.
Nunca he entendido eso de ir de amiguitos con los ex. Cuando terminan mis relaciones, arraso con todo. Bloqueo a mi antigua media naranja en todas mis redes sociales y le cambio el nombre de contacto en el móvil a "ni se te ocurra hablar con este gilipollas". Borro todas las fotos que tenemos juntos, desde la primera hasta la última. ¿Te interesa conocer algunos consejos para borrar fragmentos de historia? Pásate por mi Instagram. Jamás podrías adivinar que haya quedado alguna vez con algún tío, y mucho menos que haya salido con varios.
Y no es que no lo haya intentado. Mi último ex, Jude, quería que siguiéramos siendo amigos después de haberle puesto el último clavo al ataúd de nuestra fracasada relación. Y lo intenté. De verdad. Incluso llegamos a quedar para salir a cenar y empezamos a intercambiar comentarios insulsos sobre los tacos, pero la conversación acabó derivando en los problemas de nuestra relación, como el hecho de que enseguida dejamos el sexo porque no se encontraba emocionalmente bien debido a la reaparición de su ex en su vida. Él terminó poniéndome los cuernos y yo poniéndole de vuelta y media durante una hora mientras él lloriqueaba en el sofá. Para cuando trajeron a la mesa los tacos, tenía ganas de estampárselos en la cara.
Probablemente pienses: "¡Lógico que no quieras ser su amiga, Maria! ¡Te puso los cuernos!". Y razón no te falta, pero la verdad es que me pongo así con todos mis ex. Si echo la vista atrás a este último fracaso absoluto, me queda más claro por qué no me va ese rollo de ser amiga de mis ex una vez que hemos cortado: cuando estoy en una relación, tiendo a ignorar las banderas rojas y dejo que las cosas se pongan muy feas hasta que todo termina, ya sea a mi manera o a la suya.
En resumidas cuentas: me cuesta mucho dejar marchar. Mi deseo de hacer felices a los demás y arreglar las cosas es mi perdición. (Cosas de los piscis). Así que me aferro a las relaciones mucho más allá del momento en el que caducaron. Jude y yo llevábamos semanas sin acostarnos antes de que me pusiera los cuernos porque estaba intentando ocultar que había estado viéndose con su ex. Y aun así seguí con él, pensando que podría arreglar esa situación. Mi primer novio, Andrew, se convirtió poco a poco en un narcisista pasivo que me echaba la culpa de todo. Y aun así seguí con él, pensando que acabaría dejándose de tanta mierda y volvería a ser el buen novio que era cuando empezamos a salir.
Esta tendencia mía a aferrarme a las relaciones que se están yendo a pique es, por lo que a mí respecta, el motivo principal por el que me cuesta tanto hacer la transición de novios a amigos. Aprender a cortar los vínculos a tiempo es algo en lo que estoy esforzándome. Lo de Jude supuso un paso adelante. En el pasado, aún habría querido seguir con él después de ponerme los cuernos. Cuando era más joven, me aferraba tanto porque no quería quedarme sola. Pero ahora que ya no me da tanto miedo estar soltera, dejar marchar ha pasado a ser más fácil.
Dicho eso, para nada estoy echándole toda la culpa a mi forma de ser. Cuando alguien te trata tan mal como me han tratado mis ex, no les debes tu amistad. Simplemente estoy aceptando mi responsabilidad en esta dinámica para, ojalá algún día, aprender de estas experiencias y madurar. Pero ¿quién sabe? Quizá aunque esas relaciones hubieran acabado bien, seguiría queriendo evitar que fuéramos amigos.
Si soy sincera conmigo misma, no creo que jamás pueda ser amiga de alguno de mis ex. Ya sé que muchos sí pueden, y suena genial, pero yo soy incapaz de sentirme cómoda con la idea de ser amiga al 100% de alguien que ha estado dentro de mí (un honor que, literalmente, ninguno de mis amigos ha tenido). Mis amistades son muy diferentes de mis relaciones. Surgen con mucha menos carga emocional y están llenas de confianza y respeto mutuo (he ahí lo de no haber estado dentro de mí). Como he dicho ya, no me siento mal por el hecho de ser una exnovia amargada.
Así que, por ahora, una vez que se calmen las cosas después de una ruptura, seguiré acomodada en la cama, viendo Gossip Girl, comiendo pizza directamente de la caja de cartón, borrando cualquier prueba existente de mi última relación y bloqueándole de todas las redes. (Colega, que no me interesa verte con tu nueva novia comiendo tacosen el restaurante más hípster de la ciudad). ¿Que soy inmadura? Quizás. Pero para mí es la forma más sencilla de asimilar el trauma de las rupturas. Quizás algún día conozca a alguien con quien quiera mantener la amistad. Hasta entonces, tengo una buena lista de amigos que nunca me han roto el corazón con los que puedo pasar las horas.
Escrito por Maria del Russo.
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.