Cómo protegerme del coronavirus en un avión
La solución no son las mascarillas, la medida es otra.
La imagen ha empezado a repetirse un vuelo sí y otro también. Viajeros que suben al avión con mascarilla mientras otros los miran de reojo pensando que son unos exagerados. A ellos les puede parece que esos otros son unos imprudentes dadas las cada vez más elevadas cifras de contagio por coronavirus o COVID-19.
La duda está en el aire y para liar cada vez más a los pasajeros en el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas han incluido las mascarillas en una de las máquinas de vending. Desde AENA explican que ninguno de estos dispositivos de venta ambulante depende de este organismo y que esta máquina concreta es de la farmacia del aeropuerto.
“Se ha instalado para que los viajeros puedan adquirir productos sanitarios, nunca un medicamento, una vez pasado el control de seguridad”, explican desde el organismo, cuya única medida tras esta situación ha sido distribuir carteles informativos por los aeropuertos españoles con información a los viajeros procedentes de zonas de riesgo.
Las mascarillas se acaban de incorporar a la máquina y cuestan 10 euros, una cifra irrisoria teniendo en cuenta los precios de Amazon, disparados después de que en muchas farmacias se haya colgado el cartel de ‘agotadas’.
La cuestión no es dónde encontrarlas, la cuestión ahora es si hace falta comprarlas y ponérselas una vez a bordo. Algunos tiemblan sólo con pensar en pasar al menos una hora compartiendo ese espacio cerrado con otras 130 personas (capacidad de un Boeing 737) de las que desconocen su historial médico.
La respuesta ante esta cuestión es NO. Una persona sana no tiene que llevar mascarilla en un vuelo ni por lo tanto es una imprudencia no hacerlo.
“En un avión necesitan mascarilla las mismas personas que la necesitan fuera. Es decir, un viaje en avión no es una situación especial, se trata de otra situación más en la que hay muchas personas hacinadas en poco espacio”, explica el doctor Alejandro Conde, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH).
“No es una cuestión de seguridad aérea, es una cuestión de seguridad sanitaria y ahí hay que seguir las recomendaciones de las autoridades competentes en Sanidad”, aclaran desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).
Tendrían entonces que llevar mascarilla sólo aquellos viajeros que “presentan síntomas de gripe o catarro como tos o estornudos”, continúa la doctora Patricia Fanlo, coordinadora del grupo de trabajo de Enfermedades Autoinmunes Sistémicas (GEAS) de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Según esta especialista ni siquiera los pacientes con inmunosupresión, por fármacos o por enfermedad, tendrían por qué llevarla. Sería algo excepcional y siempre bajo prescripción médica, como recuerda el doctor Conde. “Hay varios grados de inmunosupresión y es el propio médico el que indica si la persona se encuentra en una situación de inmunosupresión importante o leve y si debe usar mascarilla o no”, apunta este especialista.
Quien lo hace sin acudir al médico lo hace bajo su responsabilidad, “pero no les beneficia aunque tampoco les perjudica”, añade el doctor Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Lo que seguro consigue es un derroche innecesario de un recurso tan valioso en este momento, como apunta la OMS en su web al pedir moderación en el uso de mascarillas.
Mascarilla, no; geles desinfectantes, sí
Lo que consigue el viajero llevando una mascarilla es evitar “una inoculación directa de gérmenes de la boca/nariz del enfermo a la propia”, aclara Conde.
Precisamente por eso no es la medida preventiva fundamental en los aviones o en la calle. Al ser espacios de ambiente descontrolado, el contagio “sería de forma indirecta por contacto” y de ahí que lo fundamental sea la higiene de manos.
“Por eso a los viajeros que acuden a la consulta del viajero internacional se les recomienda llevar solución hidroalcohólica para mantener las manos limpias aunque no tengan un grifo cerca (en botes pequeñitos para que dejen llevarlo en el avión)”, continúa el especialista.
“De nada sirve que lleves una mascarilla si durante el viaje te impregnan de virus toda la ropa y piel y luego te tocas la cara con la mano tras tocar una zona contaminada”, explica Conde, que recuerda que hay estudios que apuntan a que una persona se toca involuntariamente una media de 23 veces la cara en una hora. “Por ello la importancia de la higiene de manos, tanto en viajeros sanos como inmunodeprimidos”, recuerda.
Contagio en el avión
Los aviones siempre han sido espacios cerrados y nunca hasta ahora nos habíamos preocupado de otros virus. “El mundo tiene que seguir funcionando igual”, continúa Almirante, que le da la vuelta a la tortilla: “Quizás las aerolíneas deberían no dejar subir a gente con mascarilla y sin justificante médico”.
No están obligadas a pedir ningún justificante como tampoco a llevar mascarillas en los aviones. Según AESA, las aerolíneas y los operadores deben asegurarse de que cuentan con estos tres productos al iniciar cualquier despegue:
- Cantidad suficiente de agua potable en el tanque de agua de la aeronave.
- Un número suficiente de guantes.
- Gel desinfectante disponible para la tripulación.
Y antes de hacerlo, una vez que los pasajeros ya han subido, sólo pueden estar un máximo de 30 minutos sin aire acondicionado o ventilación.
En cualquier caso lo importante es saber que el hecho de compartir vuelo con una persona con coronavirus no significa que nos vayamos a contagiar. Habría que tener un contacto estrecho y, según apunta el Ministerio de Sanidad en su web, “se considera contacto estrecho en un avión a los pasajeros situados en un radio de dos asientos alrededor de un caso probable o confirmado mientras el caso presentaba síntomas”.
Ante una situación así podríamos convertirnos en casos de investigación y ahí sí que habría que tomar las medias oportunas. Avisar al 112 y nunca acudir a urgencias, recuerda la doctora Fanlo.
Volar o no volar
Si bien no hay que llevar mascarilla, lo que sí hay que hacer es seguir volando si se necesita o se quiere. Continuar con una vida normal, como decía Almirante.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda la aplicación de restricciones a los viajes ni al comercio internacional, y desde el Ministerio de Sanidad sólo se ha puesto límite en seis zonas de riesgo —China, Japón, Corea, Irán, Singapur y el norte de Italia—. Se recomienda no viajar a ninguna salvo que sea estrictamente necesario.
Y si se ha hecho, tampoco debe cundir el pánico. La recomendación una vez en España es seguir con la vida normal si nuestro estado de salud es bueno, aunque vigilando cualquier alteración posible en los 14 días siguientes. Si en este periodo detectamos alguna sintomatología compatible aguda (fiebre, tos o falta de aire) hay que quedarse en casa y llamar al 112 para informar y ser sometido a la prueba del PCR para la detención del coronavirus.