Sostiene Pereira
Aprovecharé para decir en la columna de hoy cosas que será delito decir el próximo domingo.
Sostiene Pereira que, dada la ínfima posibilidad de que algunos diputados y algunas diputadas socialistas voten según sus conciencias, con una altísima probabilidad el próximo jueves 22 se aprobará en el Pleno del Congreso de los Diputados la discutida Ley Trans. Esta ley tiene como uno de sus puntos más polémicos las sanciones administrativas —primero pagas, luego recurres— ante manifestaciones públicas que, por oponerse a la absurda metafísica queer, puedan ser consideradas ofensivas, no por un juez o un jurado, sino por un órgano gubernamental. La ley invierte la carga de la prueba, correspondiendo al sancionado demostrar que no fue el odio, sino el raciocinio, el que le llevó a expresarse de esa manera.
Así pues, teniendo en cuenta que todo el mundo menos Patxi López sabe que la aplicación de las leyes nunca es retroactiva, aprovecharé para decir en la columna de hoy cosas que será delito decir el próximo domingo. No me las volverán a oír, y no tengo más que el honor de mi palabra para respaldar que las afirmaciones que escribiré a continuación no son síntomas de ningún trastorno fóbico contra las personas transexuales -a las que respeto profundamente, no como un dependiente de El Corte Inglés respeta a un cliente, sino como un ser racional respeta a otro ser racional-. Al contrario, son conclusiones a las que llego tras mi formación, mis años de docencia y el ejercicio de mi responsabilidad como ciudadano de una sociedad democrática. Ahí van.
- El sexo existe.
- Es una realidad biológica con repercusiones sociales, culturales y psicológicas que no anulan su naturaleza biológica.
- En la especie humana la reproducción es binaria y no tendría sentido que el sexo no lo fuera.
- Llamamos “mujeres” a las personas que gestan. Llamamos “varones” a las que fecundan.
- El sexo no se elige y no se puede cambiar.
- Los registros administrativos han de referirse a aspectos verificables.
- Al nacer, el sexo no se asigna: se observa y se registra.
- La orientación sexual es independiente de la identidad de género. No se entiende qué pinta la letra T entre las letras LGB.
- Las lesbianas no tienen pene. Los gays no tienen vulva.
- Sexo y género son cosas diferentes.
- El sexo no es un sentimiento.
- El género no es una identidad, sino una construcción social ideológica que perpetúa relaciones de poder machistas.
- La Ley Trans es antifeminista, antihomosexual, neoliberal, individualista, metafísica y atenta contra la infancia.
¿No me las volverán a oír? Quién sabe. Uno de mis mejores maestros, el filósofo Gustavo Bueno, nos contaba en clase que durante el franquismo se infiltraban policías secretas en sus aulas para tomar nota y sancionarle en caso de que explicara filosofía marxista. “Eran tan analfabetos”, entrecomillo tal como lo recuerdo, “que bastaba con evitar dos o tres palabras claves, usar frases subordinadas o no decir ‘Marx’ sino ‘el autor alemán’, para poder explicar todo el materialismo histórico del mundo sin que ellos se enterasen”. No podremos volver a escribir las frases anteriores, pero claro que encontraremos formas de seguir defendiendo la racionalidad por encima de las mordazas reaccionarias. Nada indica que los agentes del Ministerio de Igualdad estén más formados que los miembros del Tribunal de Orden Público.