Las reacciones a los personajes negros en 'La casa del dragón', 'Los anillos de poder' o 'La sirenita' dicen mucho del racismo
"Cuando hacíamos de criminales, piratas y esclavos, os parecía bien".
Un noble interpretado por un actor negro en La casa del Dragón, un elfo negro en Los anillos de poder y La sirenita, interpretada por la actriz afroamericana Halle Bailey... Que estos papeles tradicionalmente interpretados por actores blancos hayan acabado siendo representados por actores negros ha ofendido a muchas personas en las redes sociales. Estos internautas aluden sobre todo a la autenticidad de la obra para justificar su enfado. Un enfado tras el que se esconde “un racismo inconfesable”, afirma Anne Crémieux, profesora de Civilización Americana especializada en cine y series de televisión en la Universidad Paul-Valéry Montpellier 3. Sobre todo cuando se tocan “los cánones de la civilización blanca europea que presentan la piel blanca como norma universal”.
En los últimos días, la polémica ha llegado muy lejos. El actor puertorriqueño que interpreta al elfo Arondir en Los Anillos del Poder, Ismael Cruz Córdova, así como otros intérpretes no blancos, han recibido una avalancha de insultos. Tanto es así que la producción salió en su defensa el miércoles 7 de septiembre en un comunicado de prensa, denunciando “el implacable racismo, las amenazas, el acoso y la violencia de la que son víctimas cada día algunos de nuestros actores” antes de recordar que “Tolkien creó un mundo que, por definición, es multicultural”.
Halle Bailey, por su parte, ha sido objeto de una oleada de comentarios racistas desde que el sábado 10 de septiembre se difundió el tráiler de La Sirenita, la última adaptación en carne y hueso de Disney. En la película original de 1989, Ariel es blanca y pelirroja. Un internauta llegó al extremo de blanquear la piel de la actriz en el tráiler mediante inteligencia artificial.
Steve Toussaint, que interpreta al noble Lord Corlys Velaryon en la precuela de Juego de Tronos, se defendió en The Guardian: “Cuando hacíamos de criminales, piratas y esclavos en la otra serie, os parecía bien. Pero como este personaje es el más rico de la serie y es un noble, sí que os parece un problema”.
Confiar a actores negros papeles históricamente interpretados por blancos es una práctica que tiene un nombre: blackwashing. “Hay una voluntad antirracista de mejorar la representación de las personas de color en la pantalla”, explica Anne Crémieux, pero “el blackwashing suscita inevitablemente un debate a causa de su alcance político”. No hay que entender el blackwashing como lo contrario de blanquear: “Hay una idea racista detrás de este último término”.
“Precisamente porque hay un problema con el racismo, los productores y cineastas dan estos papeles a actores negros. El racismo vertido en internet contra estos actores es la prueba de que el blackwashing es necesario. Para la académica, la gente está dispuesta a hacer todo lo posible para defender la blancura de los personajes. “Se habla del racismo y de los personajes negros, pero no se habla de la blancura porque es lo universal en la sociedad blanca. El blackwashing pone en entredicho que una persona blanca sea una persona universal”, analiza.
“Se parte de la base de que un hombre blanco puede representar a todos los seres humanos, independientemente de su etnia y género. Se da por hecho que una persona negra se identificará con una persona blanca, pero esto no es cierto. Las personas que no son blancas no sienten que esta identificación se produzca necesariamente. El blackwashing invierte los papeles y los internautas, al ofenderse, demuestran que no es tan fácil identificarse con otras etnias.
Según Anne Crémieux, a las personas dominantes no les gusta que les recuerden sus privilegios porque no están dispuestas a cuestionárselos. “Estamos hurgando en el canon de la civilización blanca. Nos han enseñado que las civilizaciones europeas, como la griega y la romana, son la cúspide de la civilización”.
En un contexto blanco, como en Europa o Estados Unidos, se da por sentado que la gente es blanca en la imaginación hasta que se menciona lo contrario. “Hans Christian Andersen (el creador del cuento de La Sirenita, escrito originalmente en 1837) imaginó a la sirenita blanca; nadie puede decir lo contrario”, asume.
Mostrar a un elfo negro en pantalla puede ser beneficioso, y también suscita un debate que puede ser constructivo. “Por ejemplo, podemos debatir sobre el colonialismo en la época de Tolkien, pero el debate deja de ser saludable cuando se convierte en racismo. Eso es lo que hay que rechazar”, dice el profesor.
También señala algunos de los problemas inherentes al universo creado por el autor: “Reproduce el cliché del siglo XIX de concebir diferentes razas cada una con diferentes virtudes y defectos. Refleja una ideología racial muy propia de su tiempo”.
Aunque el blackwashing no resuelve el problema, sí “cambia lentamente los hábitos de identificación con personajes de poblaciones mayoritarias”. La práctica también plantea preguntas: ”¿Una obra de ficción que incluye a personas de diferentes colores debe abordar el problema del racismo? ¿O puede optar por lo contrario y no subrayar su existencia? Creo que ambas cosas son posibles”.
Para ella, lo mejor es encontrar un punto medio. ¿El mejor ejemplo? La serie Lupin. “El racismo en Francia se convierte en una herramienta para el protagonista, que es negro y se vuelve ‘invisible’ disfrazándose de barrendero, de repartidor... La serie no niega la existencia del racismo, pero no se centra en él. Hay personajes de todos los colores en papeles en los que nunca se menciona su color, y así los niños pueden construir una sociedad con menos prejuicios.
El blackwashing también tiene una ventaja de marketing. Al representar a las minorías étnicas, los creadores de la película o la serie se aseguran de llegar a un público mucho más amplio. “Por cada tres blancos que se molestan porque la nueva sirenita es negra, ganamos el público de las familias negras que llevan a sus hijos al cine. Y al ver la reacción de estas niñas ante el tráiler de La Sirenita, no cabe duda de que les encantará la película cuando llegue a la gran pantalla.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.