Sí, sigo siendo pansexual aunque tenga una relación heterosexual
Me costó mucho reafirmar mi identidad como mujer pansexual por todo el acoso escolar que sufrí y no estoy dispuesta a renunciar a ella.
El camino que seguí hasta que acepté mi sexualidad estuvo repleto de baches y trampas.
La primera vez que salí del armario tenía 12 años y mis compañeros se burlaron de mí. El colegio se convirtió en una pesadilla, un infierno de abusos homófobos y de chicles escupidos en mi pelo. Mi confianza se resentía y sufrí tal vergüenza por mi sexualidad que empecé a autolesionarme y desarrollé anorexia.
Oculté mi sexualidad durante años como un secreto sonrojante, lo que fue terrible para mi salud mental. Me sentía confusa y sola, ya que mis gustos románticos y sexuales eran problemáticos y solo suscitarían más acoso escolar y abusos. Fue al llegar a la Universidad cuando por fin me sentí cómoda para salir del armario por segunda vez gracias a la inspiración de una amiga que también lo hizo y recibió el apoyo y el cariño de sus seres queridos.
16 años después de las burlas en el patio de recreo –y después de haber tenido relaciones con hombres y mujeres– estoy prometida a una persona cariñosa y graciosa que me apoya. Es una persona perfecta para mí. Y resulta que es hombre. Me estoy dando cuenta de que ser una mujer pansexual en una relación heterosexual es una experiencia extraña.
Es cierto que tengo privilegios por ser una mujer queer en una relación heterosexual: nadie nos grita a mi pareja ni a mí por la calle, nadie hace muecas cuando nos besamos, nadie se mete donde no le llaman para preguntar si nos gustaría hacer un trío... Ya no sufro abusos homófobos y soy consciente del gran privilegio que supone vivir mi vida con esta seguridad.
Por otro lado, siento una importante pérdida de identidad, como si se estuviera borrando poco a poco mi experiencia como persona no heterosexual. Amo a mi pareja con todo mi ser, pero esta sensación de pérdida es difícil y dolorosa. Al fin y al cabo, me costó mucho reafirmar mi identidad como mujer pansexual por todo el acoso escolar que sufrí y no estoy dispuesta a renunciar a ella.
La pansexualidad consiste en sentirte atraído por personas de todos los géneros, lo que significa que no limitamos nuestras opciones sexuales a un sexo biológico ni a una identidad de género en concreto. Lo más parecido quizás sea la bisexualidad, aunque no son lo mismo. Ambas identidades sexuales comparten rasgos y ambos siembran dudas en los demás cuando piensan que “por fin has elegido” una preferencia sexual si empiezas a salir con alguien de determinado género.
Sin embargo, seas bisexual o pansexual, no te define el género de tu pareja. Tu sexualidad sigue siendo válida y real, independientemente de la persona con la que salgas.
Por desgracia, sigue estando muy estigmatizado sentirse atraído por más de un género. Según la fundación Human Rights Campaign, las personas bisexuales sufren una tasa mayor de intentos de suicidio que las personas heterosexuales y homosexuales. Los bisexuales son más propensos a sufrir depresión y particularmente las mujeres bisexuales desarrollan más enfermedades mentales, como me pasó a mí.
También circula la idea de que la pansexualidad es solo una etapa de experimentación, lo que reduce nuestra identidad a meras fases. A lo largo de mi vida, mucha gente ha dado por hecho que, como he tenido relaciones con hombres, el tiempo que pasé con mi exnovia fue un simple capricho que a veces ni siquiera es válido. Esa clase de negacionismo bisexual y pansexual supone un problema tan importante que algunas de estas personas no salen del armario por miedo a que se rían de su identidad o les interroguen.
Incluso dentro del propio colectivo LGTBQ existe bifobia. A menudo nos tachan de egoístas y de querer llamar la atención. Las personas bisexuales y pansexuales somos ignoradas y estigmatizadas pese a que la sociedad cada vez comprende mejor los problemas del colectivo LGTBQ. Aunque los bisexuales constituyen el 52% del colectivo LGTBQ, a veces se les excluye del Orgullo y demás celebraciones. Es muy invalidante ver cómo “no eres suficientemente gay” para que te incluyan en los espacios LGTBQ y es algo que contribuye a que los bisexuales, pansexuales, personas de género fluido y queer seamos invisibles.
Por desgracia, por lo general, sigue habiendo ideas muy rígidas sobre la sexualidad y sobre el significado de ser bisexual. Yo creo que la bisexualidad y la pansexualidad están tan estigmatizadas porque no existe un estereotipo sobre el aspecto que tienen las personas bisexuales, por no hablar de las personas pansexuales, de género fluido y de género no binario. No encajamos fácilmente en las casillas en las que a la sociedad tanto le gusta clasificarnos.
Recuerdo una conversación que tuve por teléfono con un conocido. Le estaba contando que había roto con mi novia, que estaba empezando a salir con un hombre y me soltó: “Así que ya no eres lesbiana, ¿eh?”. Me pilló por sorpresa y no fui capaz de explicar que yo nunca fui lesbiana y que el género de mi nueva pareja no implicaba un “cambio” en mi identidad sexual.
Lo cierto es que salga con quien salga, no puedo “cambiar” mi identidad sexual. Siempre seré una mujer pansexual, independientemente de la persona con la que decida tener una relación. Nosotros, los bisexuales, pansexuales, queer y personas de género fluido jamás deberíamos sentir que nuestra identidad no es válida simplemente porque nos atraiga un espectro más amplio de géneros.
En palabras de la actriz bisexual Evan Rachel Wood: “La bisexualidad no significa estar a medio camino entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Es una identidad en sí misma”. Y la pansexualidad también. Y siempre lo será.
Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.