Siete revelaciones clave sobre la muerte de Diana de Gales 20 años después del accidente
Su muerte paralizó el mundo.
Ya han pasado casi veinte años desde que la princesa Dianafalleciera de forma trágica tras un accidente de coche en una autopista de París.
La antigua esposa del príncipe Carlos y madre de los príncipes Guillermo y Enrique viajaba con su amante, Dodi Fayed, y con su chófer, Henri Paul, en un Mercedes, cuando fueron perseguidos por unos paparazzi hasta el Puente del Alma, el túnel donde se produjo el fatal accidente.
El vehículo impactó contra la pared del túnel y Dodi Fayed y Henri Paul fallecieron en el acto. Diana, un poco más tarde en el hospital. Su guardaespaldas, Trevor Rees-Jones, fue el único superviviente de esta tragedia de 1997.
Tras numerosas entrevistas con sus hijos Guillermo y Enrique, a la sazón de 15 y 12 años, con su tío Earl Spencer y gracias a los aportes del, por entonces, primer ministro Tony Blair, han salido a la luz numerosas informaciones.
¿A quién culpa su hijo, el príncipe Enrique?
El príncipe Enrique explica: "Creo que una de las cosas que más me costó asimilar fue el hecho de que la gente que la persiguió por el túnel fue la misma gente que la fotografió mientras se moría en el asiento trasero del coche. Guillermo y yo sabemos que fue así, nos lo confirmaron en multitud de ocasiones".
"Tenía un grave traumatismo craneal, pero aún le quedaba mucha vida en el asiento trasero del coche, y las personas que provocaron el accidente, en vez de ayudarla, se limitaron a hacerle fotografías mientras se moría. Y esas fotografías llegaron a todos los medios de comunicación del país".
Elogios a su padre, el príncipe Carlos
El príncipe Enrique elogió a su padre por el cuidado y la atención que les brindó a sus hijos tras la muerte de su madre y explica que estuvo ahí para ellos.
Enrique, quien se encontraba de vacaciones con su hermano, su padre, la reina y el duque de Edimburgo en el castillo escocés de Balmoral, comentó: "Una de las cosas más duras que le pueden pasar a un padre es tener que decirle a sus hijos que su madre ha fallecido. Ni idea de cómo se afronta algo así, pero él estuvo ahí para nosotros".
"Era el único padre que nos quedaba e hizo todo lo que estuvo en su mano para asegurarse de que estuviéramos protegidos y bien atendidos. Y eso que él también estaba pasando por el mismo duelo".
La protección de su abuela, la reina Isabel II del Reino Unido
En palabras del príncipe Guillermo, su abuela "quiso proteger a sus dos nietos y también a mi padre".
"Nuestra abuela hizo retirar todos los periódicos y revistas de la casa para que no viéramos qué estaba pasando. Así tuvimos la privacidad que necesitábamos para llorar su pérdida, poner en orden nuestros pensamientos y, simplemente, intentar alejarnos del resto del mundo".
Cómo se enteró el primer ministro Tony Blair de la muerte de la princesa Diana
Tony Blair, que había llegado al poder hacía pocos meses tras una victoria aplastante, contó que un policía le despertó desde el borde de la cama el día de la muerte de Diana y recuerda la gran conmoción que supuso enterarse de que "la persona más famosa del mundo" estaba muerta.
Ese mismo día, la describió como la "princesa del pueblo".
"Hoy, en 2017, vemos a los príncipes Guillermo y Enrique como personas normales, personas con las que es fácil conectar. Hablan como la gente normal y actúan como las personas normales. A la gente no le cuesta conectar con ellos", declaraba recientemente el ex primer ministro Tony Blair.
"Es muy importante que echemos la vista atrás veinte años y nos demos cuenta de que la princesa Diana fue la primera integrante de la familia real británica que transmitía a la gente la sensación de comportarse como un ser humano corriente".
"Que se sienta orgullosa de nosotros"
El príncipe Enrique rememora las declaraciones que hizo en otra entrevista, cuando sorprendió diciendo que quería dejar de formar parte de la familia real.
Sobre las secuelas emocionales tras la muerte de su madre, dijo: "Años después de lo sucedido, pasé un largo periodo de mi vida con la cabeza bajo tierra, pensando 'No quiero ser el príncipe Enrique, no quiero esta responsabilidad, no quiero este papel, mira lo que le ocurrió a mi madre, ¿por qué me ha pasado esto a mí?'. Pero ahora simplemente trato de llenar las lagunas que me dejó mi madre al irse. Eso es lo que nos queda, tratar de marcar la diferencia, marcar la diferencia para que se sienta orgullosa de nosotros".
El funeral
El príncipe Guillermo comenta el desfile del funeral, resguardándose de todo tras un flequillo largo y la cabeza hacia abajo: "Fue uno de los momentos más duros de mi vida. Casi pude sentirla caminando junto a nosotros para ayudarnos a sobrellevarlo".
"No fue una decisión sencilla y fue algo así como el fruto de una conversación familiar. Había que mantener un equilibrio entre el deber y la familia, y eso es lo que hicimos".
El equilibrio, en su caso, era el que tenía que hacer elGuillermo príncipe, que debía aportar su granito de arena, y el Guillermo en su intimidad, que solo quería ir a su cuarto para llorar la pérdida de su madre.
El príncipe Enrique comentó el pasado junio la experiencia traumática que supuso desfilar tras el ataúd de su madre y reivindicó que "a ningún niño se le debería pedir que hiciera eso, bajo ninguna circunstancia".
Posteriormente, reconoció a la cadena británica BBC que no tenía una opinión formada sobre si lo que tuvo que hacer fue correcto o no, pero que "al recordar el momento", se alegra de haber formado parte.
La peligrosa situación de la reina
La reina tuvo que afrontar críticas de la prensa y de la opinión pública por no regresar con la suficiente prontitud de sus vacaciones en el castillo escocés de Balmoral para agradecer las muestras de dolor y compasión de la gente.
Se produjo una avalancha de ofrendas florales en honor de la princesa Diana ante el palacio de Buckingham el los días inmediatamente posteriores a su fallecimiento y la presión para que la reina hiciera alguna aparición pública no paraba de crecer.
El príncipe Enrique trató de explicar la situación: "La cuestión es cómo lograr que los pequeños pudieran tener su privacidad para lamentar la pérdida pero, al mismo tiempo, hacer que se metieran en el papel de príncipes, cumplieran con sus deberes y no despidieran solo a su madre, sino a la princesa de Gales".
El príncipe Guillermo comprende el dilema que tuvo que afrontar la reina: "Considero que fue una decisión muy difícil para mi abuela. Se sentía desgarrada entre su deber como abuela hacia sus nietos y su deber como reina. Y creo que ella, como todo el mundo, estaba sorprendida y desconcertada por las dimensiones que alcanzó lo sucedido y lo rápido que se desarrollaron los acontecimientos, además del hecho de que llevaba (o había estado) muchos años desafiando a la familia real".
Tony Blair reveló que, en la primera conversación que mantuvo con Isabel II tras el fallecimiento de Diana, la reina era consciente del daño que podía causarle lo sucedido a la familia real.
"La relación que guardaba la princesa Diana con la monarquía y su relación con el príncipe Carlos hacían plausible que el dolor del país por su pérdida se transformara en furia y protestas contra la monarquía".
"De modo que la primera conversación que mantuve con la reina fue importante. Evidentemente, estaba muy triste por lo de Diana y también estaba preocupada por el futuro de la propia monarquía, porque la reina tiene un instinto muy fino para conocer el funcionamiento de la opinión pública y sabe anticiparse a los acontecimientos".
Cuando decidió regresar a Londres junto con el resto de la familia, la actitud de la población cambió.
Para Tony Blair, "el transcurso de esa semana sirvió para demostrar que la monarquía, y concretamente la reina, tenían la capacidad de adaptarse a las circunstancias. Se dieron cuenta de qué partes de la vida de Diana debían preservar para que la monarquía siguiera funcionando".
Algunas declaraciones forman parte del exclusivo documental Diana, 7 days que se emitirá el domingo 27 en la cadena británica BBC.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.