Siete métodos que no te van a hacer nada si tienes herpes (y uno que sí)
Más del 67% de la población sufre el virus del herpes simple de tipo oral. Una vez infectado se tiene durante toda la vida.
Más del 67% de la población mundial menor de 50 años está infectada con el virus del herpes simple de tipo oral, según datos publicados por la OMS en 2012. Esto se traduce en que en todo el mundo hay en torno a 3.700 millones de personas a las que de forma periódica les aparece una calentura o vesícula en la boca.
A pesar de la magnitud del problema, existe mucho desconocimiento sobre cómo tratar y prevenir el virus. Una simple búsqueda en internet lo demuestra, arrojando cientos de resultados de webs de todo el mundo que recomiendan remedios que prometen, sin ningún rigor científico, acabar con el herpes en una sola noche o incluso curarlo para siempre.
Para evitar que se recurra a esos métodos poco recomendables, que en ocasiones pueden incluso costar un dineral, lo primero es saber cuáles valen y cuáles no. Pedro Herranz, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de La Paz, y Javier Domínguez Cruz, dermatólogo del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venerología, dan las claves para separar el grano de la paja.
Esto es lo que hay que tener en cuenta.
1. Un virus reincidente
“El herpes simple es un virus que produce una infección en la piel o en las mucosas conocida como calentura”, explica Javier Domínguez.
“Es una infección muy frecuente en dermatología que se da en todos los grupos de edad. Aparece normalmente como un primer episodio agudo y a partir de ahí surgen las recaídas”, añade Pedro Herranz.
Los dermatólogos diferencian entre dos tipos de virus dentro del herpes simple: el de tipo 1 (oral) y el de tipo 2 (genital). “Aunque con las prácticas sexuales de hoy en día esto está muy mezclado y es frecuente encontrar el herpes oral en una zona genital”, señala Domínguez.
“Luego existen otros tipos de herpes, como el de la varicela, pero no tienen nada que ver con el simple”, apunta Herranz.
2. Contagio piel con piel
Domínguez señala que el contagio se produce mediante el contacto piel con piel entre personas, porque el virus no infecta a los animales.
“Hay dos formas básicas de contagiarse: por un contacto accidental con las vesículas y luego está la transmisión sexual. Es más, el herpes simple genital es una de las ETS más frecuentes y por otra parte, la relación sexual es una de las formas más frecuentes de contagio del herpes tanto de tipo 1 como de tipo 2”, explica Herranz.
3. Para toda la vida
Domínguez explica que cuando nos infectamos por primera vez el virus se queda acantonado en el ganglio sensitivo y que cuando se activa, recorre todo el nervio infectando la zona: “Después de hacer todo ese recorrido, aparece la calentura”.
Herranz explica que el sistema inmunológico no es capaz de eliminarlo y que por eso hay recaídas periódicas: “El virus permanece con nosotros y de vez en cuando brota. En cuanto uno se infecta, el virus se queda para siempre”.
Sin embargo, eso no tiene por qué ocurrir. Aunque no desaparezca, sí se puede mantener latente. “Es decir, que esté ahí pero que no produzca ningún tipo de manifestación”, aclara Domínguez.
Para que se active el virus, los dermatólogos señalan múltiples causas, como un episodio de estrés, un cambio de temperatura corporal, fiebre, el ciclo menstrual, la exposición solar o las manipulaciones dentales. “No hay un único desencadenante y varía en función de la persona”, señala Herranz.
4. No hay mes bueno
La creencia popular dice que en primavera y verano es cuando más calenturas salen por la exposición solar, pero Herranz señala que es una infección tan frecuente que aparece en todas las épocas de año con la misma intensidad.
6. Prevenir no, pero sí mantener a raya
Según los dermatólogos, lo único que se puede hacer para evitar las calenturas es seguir un tratamiento supresor con antivirales orales como aciclovir, valaciclovir o ganciclovir. “Esto lo hacemos en el caso de que el paciente tenga muchas infecciones recurrentes (más de seis brotes al año)”, señala Domínguez.
Hay dos formas de tomar el tratamiento oral, como método de choque ante un brote o tomarlo de forma continuada a largo plazo para reducir el número de recaídas. En ambos casos se debe hacer bajo prescripción médica, ya que el dermatólogo es quien pone la dosis adecuada.
Si se usan las pastillas como tratamiento de choque, Herranz señala que hay que tomarlas en cuanto lleguen los primeros síntomas: “Antes de que aparezca la calentura o las vesículas del herpes, los pacientes sienten un hormigueo, como sensación de calor o molestias. Ese sería el momento adecuado para tomar las pastillas antivirales. Y esa la única forma en que se podría abortar el episodio”.
7. Cuando llega, llegó
“Si no se ha tomado el tratamiento oral, no se puede evitar su aparición. El hormigueo del labio quiere decir que el virus está recorriendo el nervio y cuando da cara ya no se puede hacer más. Por eso, si no se actúa con pastillas cuando se siente el hormigueo, no se puede acortar el tiempo que dure ni hacer nada por el alcance de las lesiones”, señala Domínguez.
8. Pastillas o nada
En los casos de recurrencias simples que no hayamos tratado previamente con pastillas, en principio no hay que poner ningún tratamiento. “Las cremas de aciclovir y otros métodos similares no van a cambiar la evolución de la calentura. La duración y el alcance va a ser la misma si la tratamos que si no la tratamos”, afirma Domínguez.
Herranz es mucho más contundente en cuanto al tipo de tratamiento: “Si queremos abordar el herpes simple con medicamentos tiene que ser por vía oral. Las pomadas antivirales no funcionan. Son placebos. Las cremas que venden en la farmacia son fantásticas para el farmacéutico, pero no valen absolutamente para nada”.
Por eso, los dermatólogos aconsejan que una vez que ha aparecido la calentura, lo mejor que se puede hacer para cuidarla es lavarla y limpiar la zona con una gasa y un antiséptico. “Y se puede aplicar una crema antibacteriana para evitar la sobreinfección. Pero nada más”, señala Herranz.
Esta sobreinfección es la máxima complicación que se puede presentar (y no es ninguna broma). “Si manipulamos la zona del herpes, se puede producir una infección secundaria por estafilococos aúreus o streptococcus pyogenes”, explica Domínguez.
9. Aunque internet lo diga...
Domínguez señala que no hay base científica para casi nada. “Aunque hay pacientes que afirman que ciertos métodos les funcionan, es solo a nivel sintomático, es decir, en el tratamiento de los síntomas: cómo reducir la inflamación, que moleste menos o que no pique o escueza. Pero la evolución del cuadro en cuanto al número de días y en cuanto a la extensión de la lesión no va a cambiar mucho a no ser que se tomen antivirales orales en el momento correcto”, afirma Domínguez.
El dermatólogo pone como ejemplo los parches que en un momento determinado al paciente le pueden resultar cómodos. “Pero hay que dejar claro que ni van a acortar la duración del brote, ni lo van a curar, ni nada”, afirma Domínguez.
Herranz advierte sobre los métodos que escupe internet, a los que compara con la homeopatía: “Son cosas que no valen para nada y lo que le pedimos a la gente es que por favor no se gasten el dinero. Hay veces que vienen a la consulta con tratamientos que encima les han costado mucho. Cosas que encuentran en internet o en la parafarmacia. Lo que no tiene demostración médica no vale para nada. Bueno, sí, para retrasar el tratamiento correcto”.
Los expertos apuntan la proliferación de métodos que deberíamos evitar, aunque en internet se prometa por activa y por pasiva que funcionan. Estos son algunos ejemplos:
- Frotarse la calentura con ajo. “Además de que no hay ningún tipo de evidencia científica que avale esto, al hacerlo lo único que se puede conseguir es que se irrite más la herida, porque estamos hablando de una zona ulcerada y yo, desde luego, no le recomendaría a ninguno de mis pacientes que lo hiciese”, afirma Domínguez.
- Frotarse la calentura con zumo de limón. “En este caso, encima, estamos hablando de que el limón es un ácido. Lo único que vas a conseguir al echar un ácido en una herida es que escueza más. Y vas a tener más molestias y la zona infectada se puede hacer incluso más grande”, opina Domínguez.
- Aplicarse pasta de dientes. “La pasta de dientes es una sustancia refrescante, que suele tener mentol y que en un momento dado puede producir un alivio momentáneo pero no va a hacer ni que el cuadro vaya más rápido ni lo va a curar. Es cierto que puede proporcionar un poco de alivio, pero igual que si te pones cualquier otra sustancia refrescante. Si lo quieres usar eso, vale. Pero no tienen ningún sentido usarlo para curar el herpes”, señala Domínguez. Más radical es Herranz, que habla de inutilidad y guarrería: “Eso es una cochinada. Nosotros todos esos métodos caseros los metemos en el mismo saco que es el de las marranadas. Y punto”.
- Aplicarse hielo. “El hielo es antiinflamatorio y, si se aplica sobre la calentura, sí va a reducir la inflamación de la zona y va a hacer que no duela tanto, al menos en la fase inicial. Por eso, quizá, de todos los remedios que se encuentran por internet, este sea el que tiene un poco más de sentido clínico. Pero cuidado también con el hielo: no se puede aplicar directamente porque puede producir una quemadura. Debe ir cubierto con alguna servilleta o algo que lo aísle. Que le llegue el frío a la zona pero evitando el contacto directo con la piel”, señala Domínguez. Es la lógica que se sigue siempre que nos duele algo. “Por ejemplo, si te caes y te haces un hematoma, pues te aplicas hielo y te va a doler menos. Pero ni el hielo ni cualquier otro método que puedas encontrar tiene ninguna modificación en la historia natural del proceso”, añade Herranz.
- Aplicar leche. Pasa lo mismo que con la pasta de dientes: “Es una sustancia fría que puede reducir el proceso inflamatorio, pero igual que echas agua fría. Todo lo que sea aplicar frío, va a producir alivio. Pero no hay diferencias en el producto que quieras aplicarte”, apunta Domínguez.
- Parches. Tienen una función clara que es ayudar a disimular la calentura. “Aunque no vaya a acortar el cuadro, tampoco te puedo decir que los parches sean malos”, continúa Domínguez. “Lo único que hacen es proteger y quizá aliviar un poquito la molestia al evitar el roce de la lesión. También pueden evitar modestamente la diseminación y el riesgo de contagio... pero ya”.