Si el estigma y el miedo al SIDA prevalecen, ¿qué estamos haciendo mal?
La ciencia avanza, los tratamientos mejoran y los diagnósticos cada vez están más accesibles. Tenemos la información a un par de clicks de distancia y, sin embargo, muchas personas siguen desconociendo la diferencia entre VIH y SIDA. Dudan de las vías de transmisión o no quieren entender que las personas con VIH bajo tratamiento pueden llegar a niveles indetectables y, por lo tanto, no transmitir el virus.
El tratamiento del VIH avanza, y ¿la sociedad?
El 1 de diciembre, Día Internacional de la lucha contra el VIH-SIDA, me viene a la memoria algo que sucedió hace un par de años. Por aquel entonces trabajaba en un laboratorio de la universidad. Un día, a media mañana, mientras esperábamos que algún experimento finalizara, llegó una compañera que a la pregunta matinal: ¿todo bien? respondió: "Sí, todo bien. Vengo de hacerme la prueba del VIH". En ese momento se hizo el silencio, alguna que otra mirada se entrecruzó sin pestañear y cada uno volvió a su tarea.
Y lo vi claro: gran parte de la sociedad sigue dando la espalda al VIH, o lo que es peor, a las personas con VIH. Deberíamos saber que hacerse la prueba del VIH es un acto leal por la salud propia y por la del entorno. ¿Por qué ese silencio? Si el resultado era negativo, genial. Y si era positivo, nuestra compañera podría acceder al tratamiento lo antes posible y evitar futuros contagios. ¿Por qué ese silencio? ¿Por qué nadie aplaudió su acto de responsabilidad?
No podemos continuar con la venda en los ojos y seguir pensando que podemos saber a simple vista si una persona tiene VIH o no. Que nuestras relaciones siempre son con personas "sanas". Sincerémonos: todas las relaciones sexuales sin protección son de riesgo. No hay otra manera de saberlo que hacerse la prueba diagnóstica, que además es gratuita en el sistema sanitario.
Objetivo 90:90:90 y el reto de vivir sin estigma
La ciencia avanza, los tratamientos mejoran y los diagnósticos cada vez están más accesibles. Ahora falta que tomemos conciencia social y, mientras los gobiernos debaten si la mejor prevención es el preservativo o el PreP, dejemos de ver el VIH como un tabú y veámoslo como una responsabilidad social donde la prevención y el diagnóstico son las claves.
A nivel mundial, la estrategia para el año 2020 es cumplir el objetivo 90:90:90, es decir, que el 90% de las personas que vivan con VIH lo sepan; que el 90% de las personas diagnosticadas tengan acceso a tratamiento y que el 90% de las personas tratadas logren reducir la cantidad de virus a valores indetectables.
Desde Farmamundi nos sumamos a un cuarto objetivo 90, reto que muchas asociaciones de pacientes y fundaciones relacionadas con el VIH reclaman desde hace tiempo, que en 2020, además logremos que el 90% de las personas con VIH puedan vivir sin estigma, sin discriminación y con una buena calidad de vida.
En nuestras latitudes la mayoría de personas que viven con VIH -diagnosticadas y fieles a su tratamiento- llegan a valores de virus indetectables, es decir no transmiten. La vida de estas personas debería ser como la de cualquier paciente con una enfermedad crónica, sumado a alguna revisión de control y poco más. Pero, la realidad es otra. Hemos avanzado en tratamiento y en diagnóstico, pero no en reducir el estigma.
Una persona con VIH en España sigue teniendo miedo al rechazo; aun sabiendo que no va a contagiar a nadie –y menos por sentarse, estornudar o darse un par de besos-, la mayoría tiene que seguir ocultando en el trabajo por miedo a la discriminación o al despido, tienen que hacer peripecias para acudir cada dos meses a la cita hospitalaria de recogida de medicación e incluso cambiar de hospital por no ser reconocidos por ningún vecino, disimulando las posibles ausencias laborales y muchas cosas más.
Todavía nos hacen falta campañas como #Yotrabajopositivo o #soyindetectable, para visibilizar esta situación y repetir hasta la saciedad que las personas con VIH en tratamiento pueden hacer una vida normal y deberían poder vivirla sin miedo, sin estigma y sin discriminación.